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Irene Rodríguez: «Cuando los cubanos escuchamos música española, la sangre llama»

La joven bailaora habanera lucha desde su Compañía y su propia Escuela de Danza por elevar a un alto nivel la proyección del flamenco en Cuba. Una artista con un concepto estético innovador de la danza. «No hay nada más grande que nuestra herencia cultural y cada cubano tiene un abuelo español», dice.

La bailarina cubana Irene Rodríguez, en el Gran Teatro de La Habana. Foto: Alfredo Canatello

El flamenco es de todos. Es del mundo. Irene Rodríguez (La Habana, 1982) es prueba de ello. La bailarina cubana dirige la compañía que lleva su nombre, de proyección internacional, y gestiona en La Habana la Escuela Profesional de Danzas Españolas, que muestra a cuatro centenares de alumnas el luminoso sendero del arte flamenco. Su ascendente carrera se ha visto coronada por reconocimientos tales como su condición de asesora del repertorio español del Ballet Nacional de Cuba, la dirección artística del festival internacional La Huella de España y el premio en el VIII Certamen Iberoamericano de Coreografía CIC 2012 que otorga la SGAE. En 2018 recibió la Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica, otorgado por el Reino de España por su su aportación a los lazos culturales que unen Cuba con España. En abril de 2019 actuó en la cubierta del buque escuela Elcano ante un asombrado plantel de guardiamarinas. No se pierdan el vídeo que cierra estas líneas.

Irene Rodríguez es licenciada en Artes y máster en Estudios Teóricos de la Danza por el Instituto Superior de Arte de Cuba. Ha recibido clases de artistas como Manolo Marín, Israel Galván, Eva Yerbabuena, Javier Barón, Mario Maya, Rocío Molina, Daniel Doña, Pastora Galván, María Pagés, María Juncal… En palabras de Juan José Buitrago de Benito, embajador de España en Cuba, 2018, «es una intérprete, maestra y coreógrafa que rescata y resalta los diferentes géneros de la danza española, y que innova en la danza con un nuevo concepto estético, personal y moderno».

 

– Bailarina, bailaora, coreógrafa, maestra… Es usted una de las más firmes representantes del Baile Flamenco y la Danza Española en Cuba. ¿Se siente así?
– Me siento, ante todo, con el compromiso de mantener viva la raíz española respetando sus cuatro estilos y elevar el nivel de su interpretación dentro del panorama cultural cubano. A nivel internacional, intento también posicionar a una compañía cubana que desarrolla este género dándole una nueva visión más contemporánea y personal al flamenco. Uno de mis sueños y objetivos es también transmitir a las nuevas generaciones mis conocimientos, ese amor a la danza y cultura española.

– Descríbanos cómo se reciben las danzas españolas en la isla caribeña. ¿Encajan bien con las sabrosuras del folclore cubano?
– La pasión por las danzas españolas en Cuba es asombrosa. Todo el que vive o ha visitado la isla ha podido percatarse de cuántas niñas con sus faldas, zapatitos de flamenco de confección nacional y flor en el pelo pululan por las calles como bellas hormiguitas dirigiéndose a sus clases de danzas españolas. Incluso a veces las madres quieren que empiecen a tomar estas clases antes de los 3 años de edad.

– ¿Ha tenido una presencia histórica el arte flamenco en Cuba? ¿Alguna figura pionera que introdujera esta cultura en la isla?
– Desde su llegada a Cuba, los emigrantes españoles levantaron sus propios centros y sociedades donde se reunían y mantenían vivo el folclor y tradición de sus regiones invitando a grandes figuras y conjuntos españoles a la isla. Hay muchas sociedades españolas en Cuba, muchas, que no cesaron en ningún momento en la enseñanza y desarrollo del arte danzario español. Luego, con el apoyo de Alicia Alonso, se profesionalizó este arte dentro de la isla y de ahí soy fruto y deudora. No puedo dejar de hablar de la obra de Olga Bustamante, que lideró la primera compañía profesional de Danzas Españolas, y de Paz Díaz, bailaora y coreógrafa española que elevó enormemente el nivel del flamenco en nuestro país en los años 90 y de la cual fui alumna.

 

«Cada cubano tiene un abuelo español, una raíz muy fuerte que enerva su sangre al escuchar la música española»

 

– ¿Cómo se dejó atrapar por el arte flamenco?
– Creo que nació conmigo. Mis abuelos eran españoles, así que esa era la música que escuchaba en casa. Desde muy pequeña utilizaba los llaveros de mi madre y abuela como castañuelas. Entonces fui matriculada en clases de ballet, porque yo bailaba todo el tiempo. Un día la maestra de flamenco bajó preguntando quién era mi mamá, porque le debía pagar tres meses de clases, a lo que mi madre asombrada respondió: «Es un error, maestra. Irenita es alumna de ballet». Y es que mi madre ignoraba que yo me escapaba de mis clases de danza clásica y aún con zapatillas y mayas blancas entraba escondida a las clases de flamenco. Me fascina el ballet y es una de las bases de mi entrenamiento y preparación, pero mi pasión por el flamenco va incluso más allá.

– ¿Y cómo consigue meterle dentro el gusanillo del flamenco a sus alumnos? Porque imaginamos que ellos no maman en casa esa música.
– La sangre llama. No hay nada más grande que nuestra herencia cultural y cada cubano tiene un abuelo español, una raíz muy fuerte que enerva su sangre al escuchar la música española. Así que mis alumnos llegan a clase ya con un gusto por el flamenco. Yo lo fomento para convertirlo en una verdadera pasión.

 

La bailarina cubana Irene Rodríguez. Foto: Alfredo Canatello

La bailarina cubana Irene Rodríguez. Foto: Alfredo Cannatello

 

– ¿Tiene el artista cubano una forma especial de sentir e interpretar el flamenco?
– Estoy convencida de que sí. Siempre defiendo la tesis de que existe un flamenco cubano, con un mestizaje propio de nuestro pueblo y una formación propia de nuestra cultura, forjado con la garra ibérica, la soltura del torso, las caderas y el ritmo africanos, y el indiscutible sabor y sensualidad latinos, especialmente cubanos.

– ¿Cómo ve el avance del flamenco en Latinoamérica, en general?
– Existen muchos centros de enseñanza del flamenco en toda Latinoamérica y bailaores y músicos de gran calidad que realizan un trabajo encomiable. La creación de la Escuela de Flamenco de Andalucía y el gran impulso de su director Luis Guillermo Cortés y su colectivo han contribuido sobre medida a unirnos y a propiciar el intercambio con grandes maestros españoles que fomentan el desarrollo de este género en todos nuestros países.

 

«Creo que existe un flamenco cubano. Un mestizaje propio de nuestro pueblo forjado con la garra ibérica, la soltura del torso, las caderas y el ritmo africanos, y el sabor y la sensualidad latinos, especialmente cubanos»

 

– En los últimos tiempos ha recibido la Orden de Isabel La Católica y ha actuado en la cubierta del buque escuela Juan Sebastián Elcano. Definitivamente, las instituciones españolas reconocen su labor en defensa de la cultura hispana.
– Eso es algo que me hace sentir muy orgullosa y feliz. He contado siempre con el apoyo y respeto de la Embajada Española en Cuba y su Conserjería Cultural. Me siento muy honrada de tener la Orden Isabel la Católica, que ha sido otorgada a las más grandes personalidades de la cultura cubana.

– También sabemos que ha actuado en Seattle, Nueva York y Massachusetts. ¿Es Estados Unidos el gran mercado por explotar en términos flamencos? De hecho, vemos que la web de su Compañía está solo en inglés.
– El pueblo norteamericano aprecia mucho el flamenco y el buen arte en general. Mi compañía y yo hemos tenido una gran acogida en grandes escenarios y festivales como el Jacob’s Pillow Dance Festival –que es el más prestigioso festival de danza de los Estados Unidos–, el Joyce Theater de New York, el Kennedy Center for the Performing Arts, etc., con gran reconocimiento del público y la prensa especializada como el New York Times. Nuestra página web está en constante desarrollo y actualización para llegar a todos los públicos.

– ¿Considera necesario para un artista flamenco de Latinoamérica dejarse ver en algún momento por Andalucía para relacionarse o formarse con artistas y maestros del sur de España?
– ¡Por supuesto! Beber de la fuente es más que necesario! Nos renueva la sangre. Es como una gran transfusión de arte y tradición. Además, siempre debemos estar pendientes de las nuevas tendencias del flamenco que están proponiendo los grandes de España. En lo personal he tenido la suerte de recibir clases y compartir con grandes maestros dentro y fuera del país ibérico y estoy muy deseosa de ir nuevamente.

– El pasado mes de octubre falleció la célebre bailarina cubana Alicia Alonso. ¿Cómo fue su relación con ella? ¿Qué sentía Alicia por el flamenco?
– Sentía una gran admiración, respeto y cariño por Alicia Alonso. Mi relación con la excelsa bailarina es uno de los pasajes más importantes de mi vida. Nuestra amistad se hizo muy estrecha tras invitarme en 2010 a asesorar sus montajes coreográficos con temática española, al convocarme a bailar con el propio Ballet Nacional de Cuba y al depositar en mí la confianza de dirigir artísticamente y hasta la fecha el festival internacional La Huella de España, que ella creara conjuntamente con la Embajada de España en Cuba y el Ministerio de Cultura cubano. El hecho de que la Alonso conociera las castañuelas antes que las puntas y su pasión por España y su cultura la hicieron una gran defensora del género ibérico tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Ese fue el tema central de mi tesis de Maestría que desarrollé en el Instituto Superior de Arte en Cuba.

 

Imagen superior: la Compañía Irene Rodríguez, en el Gran Teatro de La Habana (foto de Alfredo Cannatello)

 

 

 


Sevilla, 1969. Periodista andaluz de intereses etéreos y estrofas cabales. Tres décadas de oficio en prensa musical y cultural. Con arrimo y sin arrimo, para seres de cualesquier afecto.

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