La suya es una historia apasionada, en sus palabras. Toda una vida de pasión por el flamenco. Óscar Guzmán (Lima, Perú, 1979) llegó a España con solo 17 años. Quería aprender flamenco, tocar la guitarra flamenca. Lleva más de dos décadas en Sevilla, los últimos años en Salteras, comarca del Aljarafe sevillano. «Lo que he conseguido con la guitarra flamenca ha ido más alla de mis expectativas», dice. «He tocado veinte veces en Rusia. He actuado por todo el mundo».  

 

Durante la charla audiovisual con Expoflamenco, grabada en la Casa de la Guitarra, centro cultural flamenco que regenta el guitarrista José Luis Postigo en el sevillano barrio de Santa Cruz, Guzmán deja claro que él nació fuera, en otro continente, pero siente como cualquier otro flamenco. Y más en su condición de hispanoamericano, pues se ve partícipe de esa aventura cultural conjunta que han vivido españoles de América y españoles de la península, como él dice. Ve el flamenco como unas de las pocas músicas vivas que quedan en el mundo, en Europa en particular. Y le echa la culpa de todo a Sevilla. «Cuando visitas la ciudad por primera vez piensas que te gustaría vivir aquí».

 

 

«Me da la impresión de que el flamenco sigue desatendido por las administraciones, sobre todo aquí en Andalucía. Ves las programaciones de algunos festivales o grandes eventos y piensas que la calidad artística no es el principal criterio de selección. No cuidan la raíz de este arte»

 

 

Respecto a la dirección actual de la guitarra flamenca, declara que debe mantener el rumbo hacia la tradición, no separarse en exceso. «No entiendo cómo puedes empezar a tocar la guitarra flamenca imitando las falsetas de Tomatito o Vicente Amigo. La casa no se puede empezar por el tejado. Queda mucho por difundir de la guitarra flamenca tradicional. Cuando tocas fuera, es bueno que des a conocer la obra de Sabicas o Niño Ricardo, o los primeros años de Paco de Lucía». ¿La fusión? «Hay gente que se pasa un poquito», afirma. «La gente que se dedica a hacer armonías más contemporáneas deja de lado la verdadera fuerza del flamenco, que son los toques tradicionales».

 

Dice Óscar Guzmán que es más difícil tocar la guitarra flamenca si has nacido fuera. «Sobre todo antes, pues no tenías las fuentes de información que hay ahora». ¿Prejuicios? «Nunca he sentido rechazo, y menos si eres hispanoamericano. En el fondo, una vez que demuestras tu valía, la gente te valora por eso». ¿Cuidamos al arte flamenco como se merece? «Personalmente, me da la impresión de que el flamenco sigue desatendido por las administraciones, sobre todo aquí en Andalucía. Ves las programaciones de algunos festivales o grandes eventos y piensas que la calidad artística no es el principal criterio de selección. No cuidan la raíz de este arte. Y con respecto a los artistas, no terminan de lograr una fórmula laboral y fiscal digna para los trabajadores». ¿Y qué haría Guzmán si mandara en el flamenco? «Si tuviera un cargo administrativo, lo primero que haría sería escuchar a la gente. A los guitarristas, a los bailaores. Pero no a los de arriba, porque ellos tienen unos recursos que quizá no tengan los que actúan en un tablao».