Vahan Davtyan: «Toco flamenco porque es como si una voz antigua te llamara»
El guitarrista armenio Vahan Davtyan reside en Sevilla desde hace doce años y se gana la vida como instrumentista de arte flamenco. Se formó en la Fundación Cristina Heeren, donde aún oficia como auxiliar. «Yo toco flamenco. Si no digo que soy de Armenia, nadie se da cuenta», dice.
Armenia. Oriente Próximo. Tres millones de habitantes. Antigua república socialista soviética. Primera nación en adoptar el cristianismo como religión oficial (siglo IV). Frontera con Georgia, Turquía, Azerbaiyán e Irán.
Vale, ahora los flamencos ya pueden coger un mapa y situar el dedo en el lugar de origen de este singular guitarrista. Se llama Vahan Davtyan y nació hace 34 años en Vanadzor, la tercera ciudad más poblada del país. El motivo por el que reside en Sevilla desde 2010 ya os lo podéis imaginar.
Vahan pasó por el Conservatorio de Música Clásica de Ereván, en su tierra natal, y entre 2010 y 2012 asistió al programa de estudios de la Fundación Cristina Heeren de Arte Flamenco. Allí tomó clases con Pedro Sierra, Eduardo Rebollar, Niño de Pura y Paco Cortés, que considera sus maestros. «Con Rebollar aprendí cómo debía sentarme al lado de un cantaor, cuándo respira el cantaor», dice. En las aulas trianeras de la Fundación aún oficia como auxiliar, labor que compagina con su oficio de guitarrista de acompañamiento para la cantaora Lidia Montero, entre otras actuaciones. Semanas atrás se asomó al I Festival de la Canción Popular Pepe Suero, celebrado en el Cerro del Águila, Sevilla. Allí cerramos con él esta entrevista para Expoflamenco, portal siempre sensible a los artistas foráneos que caen rendidos en las redes del flamenco.
«Al oír a Paco de Lucía me quedé paralizado. Después de escuchar eso, no podría dedicarme a otra cosa en la vida. Siempre tendría esas melodías en mi cabeza»
En esta charla audiovisual, el joven y talentoso Vahan Davtyan recuerda aquella primera guitarra que llegó a sus manos con solo trece años. ¡Sin cuerdas! El sagrado instante en que escuchó a Paco de Lucía. «Me quedé paralizado. Después de escuchar eso, no podría dedicarme a otra cosa en la vida. Siempre tendría esas melodías en mi cabeza», dice. En Sevilla, donde se siente como en casa, se enfrentó a la mayor dificultad: acompañar al cante y al baile. «Si naces en España, el oído se te va haciendo a ello. Estás familiarizado con las melodías, los ritmos. El extranjero tiene que aprenderlo desde cero, casi con partituras».
«Yo toco flamenco», afirma. «Si no digo que soy de Armenia, nadie se da cuenta». Un arte que admira, adora. «Es como si una voz antigua te llamara. Es algo muy misterioso, tan difícil y tan complejo». Una música que, en su opinión, no se muere pero cada día se convierte más en material turístico. Él solo quiere tocar como le gusta, sentirse a gusto con la guitarra.