Susana Girón: «Detrás de las grandes luces hay aún mayores sacrificios»
Es uno de los libros flamencos del año: 'Yo bailo'. Sus autoras, la fotógrafa granadina Susana Girón y la bailaora gaditana María Moreno, se han propuesto mostrar la parte más humana y desconocida de todo proceso de creación.
Una gran mujer fotografía a una gran mujer. La primera es Susana Girón, fotógrafa documentalista nacida en Huéscar (Granada), curtida en mil batallas creativas. «Lo cotidiano trascendente», reza su web personal. Es lo único que puede leerse en español. Luego le preguntaremos la razón. La segunda es María Moreno, bailaora gaditana. El resultado es Yo bailo (Editorial Fracaso Books, 2020), un libro que dialoga entre los mundos del flamenco y la fotografía. «El arte flamenco me inspira energía muy de la tierra, fuerza, garra, vibración, movimiento, irracionalidad, libertad», dice la artista. La de la cámara, nos referimos.
Asistimos a la presentación de la obra en el Claustro del Convento de Santa Clara, Sevilla. Recuerden que además de dejarse fotografiar entre bambalinas y firmar unos textos ciertamente sugerentes para ilustrar tales imágenes, María Moreno se entretuvo en ganar el Giraldillo al Momento Mágico en la reciente Bienal de Sevilla. En Yo bailo sí que hay momentos estremecedores. De ello charlamos con la coautora. La de la cámara.
– Para no ser flamenca –como comentó usted misma en la presentación del Espacio Santa Clara–, le ha quedado un libro de lo más flamenco. Parece que se va a arrancar a taconear.
– No sé bailar unas sevillanas, imagínate taconear. Afortunadamente para toda la humanidad, yo no bailo. Baila la que tiene que bailar, María, que además lo hace como los ángeles. Pero bueno, aunque no baile, como aficionada, el flamenco es un arte que me emociona y que aprecio muchísimo, incluso durante un año tomé clases de guitarra flamenca, que me parecía más asequible que el baile. ¿El libro? Bueno, pues sí, se mueve en el flamenco, pero para mí lo define mejor el concepto de viaje fotográfico al universo creativo de María Moreno, que casualmente es bailaora de flamenco.
– Siendo granadina, ¿no le ha rozado ni de refilón? El pellizco, digo.
– En mi casa se escuchaba más copla que flamenco. De muy joven yo no entendía ni apreciaba aquella música de cantaores, quejíos, palmas y guitarras, pero fue al empezar mi época universitaria cuando conocí mas en profundidad la obra de Federico García Lorca y todo su vínculo con las canciones populares antiguas, que yo recordaba que se cantaban en mi pueblo siendo yo muy niña. Tirando del hilo descubrí la versión flamenca de Carmen Linares de las Canciones Populares Antiguas de Lorca, en un disco maravilloso. Ahí fue cuando sentí mi primer pellizco flamenco, entre esos Anda Jaleo y Zorongos gitanos que empecé a escuchar compulsivamente. Así que no es que me rozara de refilón, aquello me llegó como un golpetazo de frente. Y después, pues poquito a poco y como aficionada he ido atesorando muchos encuentros muy mágicos con este arte, muchos de ellos gracias a María Moreno y su torrente artístico.
– A quien no conozca aún a esta talentosa retratista de María Moreno, explíquele qué es eso de «lo cotidiano trascendente» y por qué tiene su web en inglés. Solo en inglés.
– Es sencillo. De las cosas que más me gustan de la fotografía es la capacidad que tiene para contar historias. La búsqueda de esas historias que pretendemos que nos sorprendan y sobre todo nos emocionen es el gran desafío para todo fotodocumentalista. Para mí, parte del reto es encontrar esas historias en el entorno mas cercano al mío, en los aspectos más cotidianos de la vida que nos rodea a diario. Nos acostumbramos a verla cada día y creo que a veces dejamos de percibir la inmensa grandeza que tenemos bien cerca. Vamos, que no hay que irse a fotografiar a los confines del mundo para encontrar y contar buenas historias. La experiencia me ha enseñado que en muchas ocasiones las grandes historias están muy cerca de nosotros. Por eso reivindico un poco eso en mi trabajo, la trascendencia de lo cotidiano, lo extraordinario que habita en lo ordinario, lo habitual del día a día. Me gusta pensar que puede visitarse con otros ojos para rescatar y poner el foco en lo que esconde ese hecho cotidiano. La web en inglés es por simplificar y porque gran cantidad de mi trabajo es para publicaciones extranjeras.
«A María todo le sale desde las entrañas, sin trucos, desde el corazón. Y no solo al bailar, también al escribir. En esos textos hay emoción, hay risas, hay Cádiz, hay pena, pero sobre todo hay mucha verdad»
– La edición del libro es deslumbrante. De los que uno pone bien delante en la estantería de lo jondo.
– Es bonito pensar que este libro pueda tener ese hueco predominante tanto en las estanterías de los flamencos como de los fotógrafos. Siempre estuvo en nuestra meta que el libro caminara y dialogara entre esos dos mundos. Que acercara el patrimonio flamenco a los espacios y personas del mundo fotográfico al igual que acercara la cultura fotográfica a los entornos de lo jondo. Es emocionante cuando ves amigos míos –foteros, como decimos nosotros– que son completamente ajenos al mundo flamenco, y que gracias al libro se están interesando no solo por el baile de María, sino por el flamenco como el gran patrimonio que es. Incluso algunos me dicen que les recomiende música o artistas para que empiecen a saborear y a apreciar. Igual sucede al contrario, cuando se consigue que se hable de fotografía en una Bienal de Flamenco, como por ejemplo el día que presentamos el libro. Este es sin duda un valor añadido del proyecto. Es cierto, hemos trabajado y cuidado mucho este proyecto y la edición durante dos años. Digo hemos porque ha sido un trabajo en equipo totalmente. En la edición y la selección de imágenes nos hemos implicado Paco Gómez –editor de Fracasobooks, editorial que ha publicado el libro–, Chema Conesa –uno de los mas reconocidos fotógrafos, editores y comisarios fotográficos–, la propia María Moreno y yo misma. El otro día, Ignacio González (Photovisión), uno de los mas reconocidos editores de libros de fotografía de España, me decía que no cambiaría ni una coma del libro. Y opiniones como esta pues la verdad es que nos llenan de alegría, porque trabajamos justo para eso, para hacer algo bueno, emocionante y que en alguna manera fuera diferente o tuviera cierta frescura.
– Cuéntenos qué aporta esta obra a la bibliografía flamenca. Nosotros lo notamos a primera vista, vaya.
– Para mí la mayor y mejor aportación del libro es la voz en primera persona de la propia María. ¡Y qué voz! Esos textos tan sencillos, humildes…, pero a la vez tan contundentes y emocionantes. Los he leído mil veces y todavía me siguen poniendo los pelos de punta. Es algo muy extraordinario que un artista decida poner voz propia al universo creativo e interior de uno mismo y de una manera tan generosa y valiente. De hecho, no he encontrado un caso similar. Pero es cierto que esos textos se crecen junto a las imágenes, como las imágenes se crecen con los textos. Es el binomio de fusión de personalidades creativas y mundos artísticos donde está el poder del libro. Porque sobre todo ambos formatos manejan el mismo idioma, el de las emociones, y que hay mucho corazón y verdad en las dos. Otro aporte que me parece de gran valor es el de alejarnos de la parte más dramática, folclórica o espectacular del flamenco, de lo que normalmente vemos, casi siempre superestrellas donde todo luce perfecto e increíble. Humanizar esos artistas, en este caso a María, mostrar a la persona tal cual, con todas sus vulnerabilidades que hay tras un telón me parece fascinante. Cualquier creador podría reconocerse en estos textos e imágenes, porque las emociones que ahí se contienen son universales. Hemos prescindido de los grandes escenarios y luces espectaculares, para vestir de humildad y de tierra, de realidad todo lo que conlleva el hecho de crear. Creo que esta desnudez con la que se cuenta todo, puede ser útil a los nuevos creadores que están ahí luchando también por su sueño. Para que no se olviden que detrás de las grandes luces hay aún mayores sacrificios.
«Lo mejor que me ha regalado este contacto con el flamenco a través del visor ha sido encontrar y conocer tan de cerca a María, un ser maravilloso en lo humano y en lo artístico. Hoy soy una pequeña mejor versión de mí misma. Suena cursi, pero por cosas como esta es justamente es por lo que hago fotos»
– ¿Qué ha sacado en claro de su contacto tras el visor con el arte flamenco?
– Del flamenco me ha llegado especialmente la parte emocional y apasionada que tiene, quizás porque yo soy tremendamente apasionada en todo lo que hago. Como arte emocional, no me es fácil ponerle palabras, porque entonces tengo que pensar y se rompe la magia. Me encanta no poder describirlo mejor. Sí te puedo decir lo que me inspira como arte el flamenco: energía muy de la tierra, fuerza, garra, vibración, movimiento, irracionalidad, libertad… Noto además que me conecta con mi infancia, con mis raíces en Huéscar, mi pueblo de Granada, con una época idealizada de antes. Me encanta, porque es como un viaje emocional a mis raíces pero a la vez me empuja con fuerza en el presente. Y luego están las letras, que me flipan igual que las de la copla, porque son como fotos. Las letras se transforman en imágenes que veo en mi cabeza y entonces es como si me metiera dentro de esa historia cantada y yo fuera protagonista de ese cuento. Y es maravilloso porque eso es justo lo que yo pretendo cuando hago fotos, invitar a los espectadores a que habiten esas fotos aunque sean entornos que a priori no les pertenecen, pero de alguna forma, por el lenguaje universal de las emociones, podemos reconocernos en esas imágenes. Así es que otra cosa en claro es que no son tan distantes estas dos artes, el flamenco y la fotografía, aunque pudiera parecerlo.
– ¿Y qué ha sacado en claro al cruzar su camino con el de María Moreno?
– ¡Que menos mal que la que baila es María y no yo, ja, ja, ja! Bromas aparte, lo mejor que me ha regalado este contacto con el flamenco a través del visor ha sido encontrar y conocer tan de cerca a María, un ser maravilloso en lo humano y en lo artístico. Y bueno, también el contagio. El contagio de energía para seguir creando, creyendo en lo que hacemos. Me pasa siempre que contacto bien con una historia o las personas que habitan esa historia que narro en imágenes: aprendo, me llevo cosas buenas a lo personal que me nutren y sobre todo me hacen ser mejor persona. Lo mejor de este cruce con María es justamente eso, que hoy soy una pequeña mejor versión de mí misma. Suena cursi, pero por cosas como esta es justamente es por lo que hago fotos.
– ¿Qué dice la bailaora de esas fotos tan emocionales? Le habrán cortado la respiración.
– Pues eso tendrías que preguntárselo a ella. Pero vamos, un disgusto grande no creo que se haya llevado… ja, ja, ja. María lo expresa todo en el escenario, pero fuera es mucho más reservada y tímida para mostrar sus emociones. Te contaré una anécdota. El día que nos llegaron los primeros ejemplares del libro estaba impaciente por verlo y fui a su casa para que lo pudiera tener. Su reacción fue curiosa, porque lo miró con tanta ilusión como extrañeza. Entonces lo guardó en su estantería, con el lomo al revés, mirando a la pared. Allí sigue sin tocar y sin abrir el libro casi dos meses después. Será que además de emocional, es un trabajo muy íntimo y personal.
«Hemos querido alejarnos de la parte más dramática, folclórica o espectacular del flamenco. Superestrellas donde todo luce perfecto e increíble. Humanizar esos artistas. Mostrar a la persona tal cual, con todas las vulnerabilidades que hay tras un telón»
– ¿Y qué dice la fotógrafa de esos textos de la bailaora? Ahora entendemos mejor ese torbellino sobre el escenario.
– Los textos de María me parecen maravillosos. Son de una tremenda sencillez y es ahí donde desbordan su fuerza y autenticidad. A María todo le sale desde las entrañas, sin trucos, desde el corazón, desde la verdad de lo que uno es. Y no solo al bailar, también al escribir. En esos textos hay emoción, hay risas, hay Cádiz, hay pena…, pero sobre todo hay mucha verdad, sencillez, humildad y ninguna pretensión de escribir. Por eso tienen tanta magia y frescura.
– ¿Para cuándo el libro Yo fotografío con sus propios textos?
– De momento mira que no lo veo. Elegí ser fotógrafa para escribir con luz lo que no sé contar con palabras. Si supiera escribir sería escritora, pero soy fotógrafa. Escribir escribo bastante, pero siempre para mí. Y además lo de hablar de mí tampoco es que me vaya mucho. Por eso esta profesión fotera me va tan perfecta. Siempre estoy donde está la historia que quiero contar y en un segundo plano que me permite ver y moverme discreta, sin casi ser vista para que mi presencia no altere nada. Y además es perfecto, porque después de lo que se habla es de la historia que has contado, y no de quién la cuenta, y en el fondo se trata de eso. Va en mi ADN de fotoperiodista: lo importante y relevante son las noticias e historias que contamos y, nosotros, meros transmisores, nunca protagonistas.