Carmen Romero: «Yo solo entiendo el mundo a través de la lente del flamenco»
La bailaora canadiense impulsa el flamenco en Norteamérica desde su compañía y su centro de formación. «El flamenco es mi forma de entender mi vida y contar historias», dice.
Carmen Romero lleva sangre andaluza, nacida en Alemania, residente en Canadá. Pero por encima de todo, flamenca. Desde Toronto, dirige la Compañía Carmen Romero, un referente del flamenco en Norteamérica. Y todo por ver aquel día «a esas mujeres tan guapas con sus vestidos llamativos pisando fuerte en el tablao con sus pies».
– Para empezar, preséntese a la gran audiencia flamenca del mundo. ¿De dónde es usted, doña Carmen, con ese nombre tan español y afincada en Toronto, Canadá?
– Vivo en el otro lado del charco. Nací en Langhagen, Alemania. Mi padre era andaluz de Sabariego, Jaén. Se fue a Alemania a buscar trabajo. Mientras tanto, se encontró a mi madre, se casaron y mi hermano mayor y yo nacimos allí. A mis padres les encanta el flamenco. Para ellos el nombre Carmen era muy flamenco y allí sellaron mi destino.
– ¿Cómo llegó el flamenco a su vida?
– La música siempre se escuchaba en casa. Pero fue cuando mis padres me llevaron a ver un espectáculo de flamenco de un grupo de canadienses y españoles. Fue la primera vez que vi esas mujeres tan guapas con sus vestidos llamativos pisando fuerte en el tablao con sus pies. La fuerza y belleza me cautivaron.
– ¿Y cómo llegó usted a Toronto?
– Mis padres pensaron que Canadá podría ofrecer más a su familia. Era, y sigue siendo en comparación con el mundo, un país joven. Vine a Canadá con mi familia en 1971. Yo tenía cuatro años.
– ¿Qué compás encontró en Toronto al llegar y qué podemos encontrar ahora?
– Yo empecé a bailar en el ano 1976. En ese tiempo en Toronto había solo una escuela de danza española. La dirigía una señora que se llama Paula Moreno. Había nada más que cuatro sitios donde se podía ver flamenco: Café Madrid, El Flamenco, El Don Quijote Restaurante y Tablao. El Don Quijote fue el más famoso, porque trajeron artistas de España para contratos de seis meses. Eran artistas como Juan Habichuela, La Tati, Manolete Maya y otros. También había un bar-restaurante que se llamaba El Embrujo. Era un sitio donde iban los artistas después de las actuaciones del Quijote. Es allí donde realmente hice mis estudios más importantes, como las clases particulares con La Tati y Manolete. Mis padres me llevaban al Quijote para ver las actuaciones y después íbamos al Embrujo. Muchas noches estábamos hasta muy tarde, demasiado para una chica de once a trece anos. Pero mis padres sabían que yo aprendía de ver a los artistas tocar y bailar en las juergas flamencas.
«A los canadienses les gusta de todo. Les encanta lo tradicional, por su estampa española, pero también se fascinan con el contemporáneo porque aprecian la experimentación y la novedad»
– En líneas generales, ¿cómo se percibe el arte flamenco en Canadá?
– Canadá es un país de inmigrantes y el flamenco es un arte que celebra la mezcla de culturas. Por eso el flamenco en Canadá es muy apreciado y amado. Casi todos los festivales culturales tienen alguna representación de flamenco de artistas locales, y en los teatros también se ven artistas internacionales. En Canadá hemos visto compañías como las de Antonio Gades –con la presentación de Carmen– y Cristina Hoyos. Paco de Lucía, Tomatito y Paco Peña han hecho giras en los teatros grandes. A los canadienses les encanta la cultura y el flamenco ciertamente es cultura.
– ¿Lo tienen fácil los profesionales del género?
– Canadá es un país muy grande pero con poca población. En total solo somos 38 millones de habitantes. Hay ciertas ciudades donde hay más o menos actividad. Sin embargo, hay un nivel bastante bueno de profesionales canadienses. Con orgullo, puedo decir que nuestro país valora la diversidad en la cultura y tenemos un buen sistema de subvenciones. Muchos canadienses, incluyéndome a mí, hemos disfrutado de becas para permitirnos estudiar en España y luego volver a Canadá para montar escuelas y producir espectáculos. Esto ha creado un mercado para los artistas españoles, que a menudo son invitados a dar cursillos o actuaciones.
– ¿Qué le gusta más a la audiencia anglosajona de Norteamérica? ¿El flamenco tradicional o el contemporáneo?
– En Canadá hemos visto los espectáculos de Israel Galván, Eva la Yerbabuena, Rocío Molina, Joaquín Cortés y, como he dicho antes, Antonio Gades, por citar solo a algunos. A los canadienses les gusta de todo. Les encanta lo tradicional, por su estampa española, pero también se fascinan con el contemporáneo porque aprecian la experimentación y la novedad.
– ¿De qué se siente más orgullosa como bailaora y docente de flamenco en Canadá?
– Me da mucha satisfacción ver a mis alumnos seguir sus propios caminos flamencos y ser respetados como buenos artistas, tanto aquí como en España. Tengo alumnos que empezaron en Canadá conmigo y regresaron a España a seguir su formación. Me han comentado que sus maestros españoles les complementaron en su formación. Eso para mí es oro, porque yo también he tenido grandes maestros y quiero mostrar mi respecto al género y continuar su legado. Creo que el éxito de mis alumnos es mi recompensa.
«Alguien me preguntó si yo alguna vez me habría tomado un descanso del flamenco. Me quede pensativa un rato y contesté que el flamenco ha sido parte de vida desde mi infancia»
– ¿Qué le falta al arte flamenco para despegar aún más en Canadá y Estados Unidos?
– Desde fuera, los dos países parecen iguales, pero no lo son. Empezando por la población. Por ejemplo, el estado de California tiene 38 millones de habitantes, igual que el total de Canadá. Así que las giras en Canadá son difíciles, porque hay que viajar mucho entre ciudades grandes. En EEUU es más fácil. Yo creo que si Canadá y EEUU pudieran colaborar más en compartir los artistas sería mas económico para los programadores. También habría más trabajo para los artistas y el público tendría más diversidad en las programaciones de flamenco.
– ¿Mantiene contacto con flamencos españoles, ya sean actuaciones o actividades formativas?
– Sí, por supuesto. Con Internet, WhatsApp, etc., estamos totalmente en contacto. El charco ya no es tan grande. Y ahora con la pandemia, donde todo el mundo esta dando clase o actuaciones por plataformas digitales, estamos mas en contacto que nunca. Me gustaría contarle algo muy interesante. Este pasado noviembre hice una creación con el bailaor Emilio Ochando y la pianista Miriam Méndez. Lo hicimos a través de Zoom, Instagram, Facebook, Messenger y email. Fue increíble. Emilio y yo hicimos la coreografía y Miriam nos grabó la música. Fue muy fácil. Luego hicimos un presentación en un lugar muy especial en Toronto que se llama Aga Khan Museum, donde también hay un teatro muy bonito. Allí cada año presentan el Duende Festival Internacional de Flamenco. El año anterior se presentó Eduarda Guerrero, para darle un idea de los artistas que se presentan. Bueno, pues este año yo tenía una propuesta, pero con la situación de la Covid-19 Emilio y Miriam no pudieron venir. Entonces, gracias al equipo fantástico del Museo hemos hecho una grabación como si hubiera estado Emilio conmigo en el escenario. Fue genial. El equipo técnico también quedó asombrado. Nunca experimentaron algo así.
– ¿Está suficientemente valorada la labor del docente de baile flamenco a nivel internacional?
– Yo creo que los docentes de flamenco en Canadá intentan reflejar el respeto y amor por el flamenco y la cultura de los españoles. Se dirigen a un público informado e impresionado por el flamenco. Los canadienses aprecian culturas distintas y ves a mucha gente de todas las culturas aprendiendo flamenco.
– Vemos taconeo a compás en su canal de Youtube. ¿Cómo le explica a sus alumnas en clase el sentimiento del baile flamenco? ¿Es más difícil que interioricen esa emoción por el hecho de que no lo hayan vivido en su entorno?
– Para mí el flamenco no tiene fronteras realmente. El flamenco es un genero que expresa la condición humana. El taconeo, los brazos, los gritos emocionales son una forma de expresarse. Así lo explico.
«La presentación del espectáculo ‘Jacinto’ a través del flamenco ha sido mi manera de llegar a un acuerdo con la muerte de mi padre»
– ¿Tienen los intérpretes flamencos de Canadá un sello especial?
– No creo. Esta es una pregunta complicada de responder con pocas palabras. Creo que en todo el arte hay personas que están realmente interesadas en interpretar el trabajo de otros y ese es su reclamo a la fama. Luego hay otros que han estudiado el trabajo y la tradición, y han creado su propia interpretación. Por eso, creo que quienes practican el flamenco fuera de la cuna, o lo presentan tal como lo aprendieron o como aprendieron a crear sus propias obras. Por ejemplo, cualquier bailarín experimentado puede mirar a otro bailarín e identificar su estilo o técnica. También puedes detectar cuando alguien ha hecho algo diferente con él pero conserva su ADN, y por lo tanto no pierde su autenticidad sin dejar de ser original.
– ¿Qué le ha dado el flamenco a su vida?
– Pues mucho. Alguien me preguntó si yo alguna vez me habría tomado un descanso del flamenco. O si me canso de flamenco. Me quede pensativa un rato, y contesté diciendo que el flamenco ha sido parte de vida desde mi infancia. Yo solo entiendo el mundo a través de la lente de flamenco. El cante para mí es una forma de mi psicología o filosofía. El baile es mi manera de moverme en el día. No es algo separado, o algo que hago por afición o recreación. Es parte de quien soy. Así que sí, el flamenco me ha dado mucho.
– ¿Qué tal esa experiencia en 2010 formando a Shakira para la coreografía de su tema Gipsy en la gira Sale el sol? ¿Apuntaba maneras flamencas la estrella latina?
– Fue un orgullo total haber trabajado con ella. Es una artista muy involucrada en su trabajo y muy trabajadora. A Shakira le encanta el flamenco. Ella tiene ese temperamento fuerte y sensual, dos características del flamenco. Fue un honor y una experiencia increíbles trabajar con Shakira. Ya tenía una coreografía de una bailarina de Barcelona. Shakira estaba ensayando en Toronto y me vio en Youtube. A ella le gustó la forma en que me movía y quería que la ayudara a ejecutar la coreografía. Mientras trabajaba con ella, me di cuenta de que hubiera sido mejor para ella trabajar en vivo con la música en lugar de grabarla. Se lo sugerí y le expliqué que le daría más libertad. Hice algunos cambios para agregar un remates y explicar algunas de las convenciones rítmicas del flamenco. Así que trabajé con sus músicos y les dije qué buscar y cómo acompañarla musicalmente. Funcionó muy bien y ella estaba feliz.
«Gracias por abrir las puertas y el corazón para que podamos apreciar vuestro arte y amor por el flamenco sin fronteras»
– Leemos que en 2017 llevó al escenario el duelo por la muerte de su padre. Cuéntenos esa historia.
– Mi padre murió de un ataque cardiaco fulminante en un avión. Su muerte fue un shock. En la época en la que murió ya estuve trabajando en una obra sobre el tema de la tragedia en flamenco, en concreto en el cante jondo. Cuando mi padre murió, tuvimos que tomar un descanso en la producción para darme el tiempo de ir con mi hermano a recoger sus restos mortales y darle una celebración de la vida. Al regresar al trabajo, fue imposible negar lo que acababa de vivir. La obra Jacinto es un homenaje a mi padre. Lo hice de una manera muy teatral y fuera de mi estética normal. Jacinto es un ejemplo muy bueno para explicar qué es el flamenco para mí. Es mi forma de entender mi vida y contar historias. Cuando hicimos la presentación, no esperaba recibir cartas del público agradeciéndome el hecho de dar al público una forma de explorar sus pérdidas personales. No esperaba que viniera un clarividente para darme un mensaje de agradecimiento de mi padre. La presentación de Jacinto a través del flamenco ha sido mi manera de llegar a un acuerdo con la muerte de mi padre.
– Un mensaje para los flamencos del mundo.
– Me gustaría decir gracias. Gracias por compartir vuestro arte, vida y pasión a través del flamenco. Por abrir las puertas y el corazón para que podamos apreciar vuestro arte y amor por el flamenco sin fronteras.
Fotos: web de Carmen Romero