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Eduardo Guerrero: «A grandes crisis, grandes oportunidades» - Archivo Expoflamenco
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Eduardo Guerrero: «A grandes crisis, grandes oportunidades»

El gaditano Eduardo Guerrero, figura del baile flamenco y la danza, aprovecha el confinamiento para leer, reflexionar, analizar el camino andado y conectar con su público cada día por Instagram. «La tierra es un ser vivo y en estos momentos está hablando. Hay que escucharla», dice.

El bailaor gaditano Eduardo Guerrero. Foto: Pablo Padira

Eduardo Guerrero (Cádiz, 1983) se ha convertido en los últimos años en una figura indiscutible en el baile flamenco y la danza. Sus últimos éxitos lo sitúan en un lugar destacado entre sus iguales siendo referencia para las nuevas generaciones por su personal, racial y contundente estilo en el escenario. Ha dado la vuelta al mundo entre espectáculos y clases magistrales, nunca olvidando su origen gaditano y su facilidad para conectar con el respetable. Con una decena de montajes estrenados y destacados premios del género en su haber, como el Desplante del Festival de las Minas de la Unión (2013) o el Premio del Público del Festival de Jerez (2017), aprovecha estos duros momentos de confinamiento para leer, reflexionar, analizar lo realizado hasta ahora y conectar con su público todos los días a la 1 de la tarde a través de Instagram.

 

– Antes que todo, feliz Día Internacional de la Danza.
– Muchas gracias. Es un día especial para todos… Hoy celebro que llevo desde los seis años expresándome con libertad, compartiendo cada sentimiento sin mediar palabras, pues nada revela más que el movimiento. Quiero de igual forma felicitar a los compañeros por este día.

– Esa danza que sirve para festejar los momentos de felicidad y gozo, y para soportar circunstancias más difíciles como las actuales.
– La alarma de la Covid-19 ha supuesto una ruptura con la realidad y el hábito del día a día. Impacta pensar que todo cuanto nos rodea se desvanece hasta el punto de creer que hasta un beso o un abrazo son peligrosos. El miedo y la búsqueda de un porqué a lo que ocurre la hago a través de la danza porque es mi lenguaje para ser libre, es mi forma de expresar lo que siento… ante el miedo, ante la felicidad o ante la adversidad lo que uno desea es bailar.

 

«No soy Dios ni la Cruz Roja, pero en estos momentos hay que actuar como buena persona y buen compañero»

 

– Cuando saltó la noticia del Estado de Alarma en España estaba usted en Argentina. ¿Cómo la recibió?
– Sí, tal como salí de mi función en el Festival de Jerez viajé hasta San Juan para concentrarme en una residencia gracias al Teatro Bicentenario para llevar a cabo el proceso de investigación y creación de un nuevo espectáculo. En esa estancia aproveché para impartir clases más educativas y celebrar una especie de seminario o una audición eligiendo a veinte artistas de allí para probar coreografías y demás. Desde España mi familia me fue comentando lo que estaba ocurriendo y en Argentina comenzaron a aparecer algunos casos de infectados, todo se paralizó y los teatros se cerraron. A mí tuvieron que hacerme una prueba ya que procedía de un país con muchos casos positivos. Todo fue bien pero cuando ya llega la notificación de suspensión de cualquier actividad pública tomé la decisión de volver para evitar pasar la cuarentena allí. Agradezco el buen trato y las facilidades que recibí por parte del equipo del Teatro Bicentenario pero prefería volver.

– Llegar hasta España no tuvo que ser fácil…
– Cuando llegué al aeropuerto me di cuenta de que el asunto era más grave de lo que pensaba. Todos los locales comerciales estaban cerrados, gente con mascarillas y guantes, guardando las distancias… En el propio avión todo parecía normal, pero nada era normal. Cada quince minutos aparecía una chica con desinfectante y nos llamaba la atención. Tras el largo y angustioso viaje me quedé en mi residencia de Madrid.

– Después de años con una actividad frenética, le obligan a parar. ¿Cómo se adapta el cuerpo?
– Al principio te quedas en un estado de shock porque se para tu ritmo, ese que solemos llevar y que necesitamos para crecer y ser felices. Es el ritmo que quiero conservar en mi vida. Luego se me ocurrió la idea de que cada día a la una de la tarde entrara en las casas de la gente que me sigue, desde Instagram. La gente necesita de tu arte, y también necesitamos esas palabras que nos hacen conectar. Se llega a todas las partes del mundo.

 

«Teniendo mis zapatos y un espacio donde bailar me siento libre y feliz»

 

– Es una manera de estar cerca de la gente, ¿no?
– Ese es el objetivo. No imparto clases como tal, pues para eso están los estudios y cursillos, sino que intento enseñar unos pasos, lo practicamos e invitamos a determinados artistas en los últimos minutos en los que comentamos la situación, y los seguidores del vídeo se sienten en casa rodeado de arte. Al final del día leo los mensajes y por supuesto que merece la pena. Han estado Manu Soto, Fernando Soto, Anabel Rivera, Javier Ibáñez, Pilar Villar ‘La Jineta’, Samara Montañez…

– Nombres que son de la familia.
– Siempre he intentado contar con la gente de mis principios, con los que he crecido. Estudié en la escuela de Carmen Guerrero y allí conocí a Anabel, Samara o a May Fernández. Y desde entonces trabajamos juntos. Luego en Jerez, en la academia de La Chiqui, conocí a Fernando, Manu y Javi, y los integro en la compañía. Siempre digo que tengo una familia personal y otra profesional, que son con los que paso gran parte de mi tiempo. Es un círculo y todos tenemos que mirar por todos.

 

El bailaor gaditano Eduardo Guerrero. Foto: Lucrecia Díaz

El bailaor gaditano Eduardo Guerrero. Foto: Lucrecia Díaz

 

– En estos momentos más que nunca, ¿no cree?
– Sin duda. Cuando el aplauso suena en un teatro es cierto que parece que recae sobre mí, pero hay un equipo detrás que siempre está a pie de guerra para que salga todo perfecto. En estos momentos pienso en ellos, hablamos continuamente para estar juntos… Aunque siempre les recuerdo un lema que nos define: “a grandes crisis, grandes oportunidades”. No podemos permitir venirnos abajo, hay que pensar en salir. No soy Dios, ni la Cruz Roja, pero en estos momentos hay que actuar como buena persona y buen compañero.

– Tras el estado de shock, ¿tiempo para la creatividad?
– Los artistas siempre tenemos la mente ocupada. Este momento sirve de reflexión, para poder leer, ver lo que tenías pendiente y volver a analizar cosas sobre uno mismo. Hay que disfrutar del tiempo que tenemos para escuchar música y cumplir con lo que teníamos ahí aparcado. Yo estoy inmerso en un nuevo proyecto que sigo preparando desde mi mesa, a través de videoconferencias, intercambiando impresiones, analizando escena por escena, estudiando el sentido de cada cosa… Creo que este momento cambiará nuestra visión en muchos sentidos.

– ¿Por ejemplo?
– Pues ahora estamos relacionándonos a través de la tecnología, que nos permite ensayar y debemos explorar los nuevos lenguajes. Estamos en contacto con las personas que valoran el arte como si estuviéramos uno al lado del otro. Ningún virus ni ninguna crisis podrán con el arte, porque el arte está vivo y tiene que seguir en continuo crecimiento. Es el momento de sentarse y crear buenos cimientos buscando el porqué de cada cosa. En Sombra Efímera II, que presentamos en diciembre del pasado año en el Teatro de la Maestranza  de Sevilla, hay una relación muy grande con la tierra, el entorno, la destrucción, con lo inconsciente, el consumismo extremo, el silencio, la soledad tan plural… La tierra es un ser vivo y en estos momentos está hablando. Hay que escucharla. Al reanalizar la obra me doy cuenta de que en ese espectáculo parece que dábamos un paso adelante, ya no solo en la carrera sino en el mensaje.

 

«Ninguna crisis ni ningún virus acabaran con el arte, porque el arte está vivo»

 

– ¿Usted es de ver el vaso medio vacío o medio lleno?
– Lo tengo siempre vacío, señal de que me lo he bebido (risas). Hay que ser positivos en estos momentos. Teniendo mis zapatos y un espacio donde bailar me siento libre y feliz. Soy afortunado teniendo lo que tengo. No tenemos que afrontar esto como un bloqueo, sino como un análisis de lo que hacíamos con el mundo y con nosotros mismos. Tenemos que darnos cuenta de lo importante que son los besos y los abrazos.

– Su última aparición a lo grande puede decirse que es la del Festival de Jerez en la Gala Cádiz-Jerez. ¿Cuáles fueron sus impresiones al respecto?
– La gala muestra un montaje en el que participamos artistas de Cádiz y de Jerez, pero sí que es verdad que hubiera sido bonito destacar el hermanamiento entre ambas ciudades. Nos guardamos mucho cariño, aunque siempre estamos con esa rivalidad de broma. Esta gala permite que nos unamos artistas que nunca habíamos trabajado juntos. Al final lo más bonito es eso. Sobre el escenario aparecemos bailaores y bailaoras que hacemos carreras independientes, pero tenemos una generación en común y nos da la posibilidad de encontrarnos. Cada uno muestra en su número su mensaje y evolución. No había coincidido antes con Mercedes Ruiz, Santi Lara, María Terremoto o Felipa del Moreno, y eso me hace disfrutar. También, reencontrarme con mi gran amiga y compañera María Moreno ha sido muy importante para mí. Es una de mis debilidades y admiraciones.

– Regular la situación laboral de los artistas parece uno de los objetivos de la Unión Flamenca. ¿Era ya hora de algo así?
– Lo que decía: a grandes crisis, grandes oportunidades. Acaba de nacer y debe crecer poco a poco. Debemos aprovechar el tiempo y las ganas para luchar por los derechos de los artistas. El flamenco no es solo una seña de identidad de nuestro país o nuestra cultura, sino que genera riqueza y empleo. Pagamos muchos impuestos y tenemos que estar unidos para sacar esto adelante.

– Su baile ha sido definido como racial, vehemente, visceral, expresivo… ¿Está de acuerdo?
– Con todo esto me siento identificado. En realidad siempre he sido así, aunque no descubrí esa parte de mí hasta pasado unos años. Nací para bailar y por eso hoy en día estoy aquí. Respecto al tema de comentarios y titulares sobre mí, una vez apareció algo sobre “bailaor de moda”. No me gusta, porque eso me suena a efímero, instantáneo o del momento. El momento pasa una vez. Yo no vengo a cambiar nada, no quiero ser moda… No hay que catalogar a nadie. Debe haber diversidad de opiniones y el artista expresa lo que siente en cada momento, intentando emocionar y conmover al patio de butacas. Con esto me quedo, con lo que uno siente en cada momento. Mañana no sé si será diferente, mejor o peor, pero sí será auténtico como Eduardo Guerrero.

 

Imagen superior: Pablo Padira

 

El bailaor gaditano Eduardo Guerrero. Foto: Luis Malibrán

El bailaor gaditano Eduardo Guerrero. Foto: Luis Malibrán

 

 


Jerez, 1991. Flamenco y comunicación las 24 horas del día. Desde 2012 en prensa escrita, tertulias radiofónicas, programas de tv, presentación de festivales, revistas especializadas... En mi familia todos bailamos por bulerías, aunque yo soy el único periodista.

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