Alba Molina: «Todo se puede mezclar, pero hace falta gente que no mezcle»
«No tengo ni idea adónde voy, solo sé dónde no voy», dice. La hija de Lole y Manuel defiende con pellizco y pasión el cancionero luminoso de sus padres. En su charla con ExpoFlamenco habla de cantes, mezclas y herencias. De rosales y terremotos. De pajarillos, soles y lunas.
Dice que suena gitana. A la hija de La Lole, talmente. Pero que no es cantaora… cantaora. La escucha de la trilogía recién concluida quizá pondría en entredicho semejante afirmación. Al gusto de cada cual. Alba Molina Montoya (Sevilla, 1978) es hija de Dolores Montoya Rodríguez y Manuel Molina Jiménez, los míticos Lole y Manuel. A ellos dedica estos tres discos: Alba Molina canta a Lole y Manuel (2016), Caminando con Manuel (2017) y el presente Para Lole y Manuel (2019), un CD + DVD grabado en directo en el Teatro Lope de Vega de Sevilla. Alba sostiene el estremecedor cancionero de aquellos junto al guitarrista Joselito Acedo. En ello anda, felizmente.
Veinte años atrás, nos sorprendió interpretando baladas hispanas, como las coquetas Frío o Hazme un lugar en tu almohada, joyita de Jorge Drexler. Luego revolucionó el corral popero con el trío Las Niñas. Recuerden ese estribillo rompedor: Ojú, ya no hay veinte pavos, ahora son centavos. Allí nos decía que esa fusión molaba a la peña. Cosas de la edad. Luego en Tucara, junto al rockero Andreas Lutz (O’funk’illo), sintonía de Turismo Andaluz incluida. Más otras aventuras que nos dejamos en el tintero. Y ahora escarba en sus raíces flamencas. Así nos embelesa. Cómo la veremos en el futuro, Dios dirá. Pero ojalá no se vaya muy lejos de aquí y ahora.
– Tercera y última entrega de tus tributos sonoros a tus progenitores. ¿Feliz?
– Pues sí, la verdad. Sobre todo contenta y agradecida, muy agradecida. Me siento privilegiada por poder hacer esto y por la empatía del público hacia nosotros.
– ¿Tres y ya está?
– Bueno, en principio hice un disco y pensaba que sería el único. Después hicimos también Caminando con Manuel y pensé que me parecía imposible hacer una cosa así. Era muy fuerte, me lo sigue pareciendo. Y ahora el tercero, un poco para redondear lo que venimos haciendo en directo. Creo que es importante que la gente lo escuche. Que no se quede solo en en un disco frío, sino en el calentito del directo. No sé si ya está. No tengo ni idea adónde voy. Solo sé dónde no voy.
– Te hemos oído decir que no te ves como cantaora de flamenco a tiempo completo. ¿Y ahora?
– No soy cantaora de flamenco en absoluto. No me siento así. Para hacer algo hay que hacerlo bien. Para cantar flamenco hay que cantar muy bien. No, no me veo como cantaora. Soy intérprete, músico. Ocasionalmente estoy haciendo flamenco. Un flamenco espiritual. El flamenco de Lole y Manuel. Pero no me voy a poner a cantar por soleá ahora mismo. Para eso ya están otras que lo hacen increíble, como por ejemplo María Terremoto, de la que soy fan. Para hacerlo hay que hacerlo cien por cien. Yo tengo un montón de inquietudes también por otras músicas. De momento estoy inmersa en esto, ya veremos qué pasa.
«¿Sueno flamenca? Soy gitana, más bien. Sí, se me nota que soy hija de la Lole»
– Definitivamente, lo de tus flirteos de juventud con otras músicas iba en serio.
– La verdad es que me gusta la música en general. Soy un culo inquieto. Me gusta hacer de todo. Me gusta componer, me gusta estar en los estudios. Me gusta ensayar, producir, incluso arreglar. De momento tengo ahí un proyectillo, que ya saldrá a la luz no sé cuándo. Por llamarlo de alguna manera, porque con Emilio Aragón no se puede hablar de proyectillo. Emilio es un grande. Y tenemos un disco preparadillo para empezar a cantarlo dentro de poco, no sé cuándo saldrá. Ahí también está Josemi a la guitarra. Eso lo tenemos por ahí guardado. Y después tendré que grabar en algún momento un disco de Alba Molina, no sé, digo yo.
– En el fondo, hagas lo que hagas, tú suenas flamenca, como cantaba aquel.
– ¿Sueno flamenca? Soy gitana, más bien. Sí, se me nota que soy hija de la Lole. Pero bueno, no tengo ni intención de dejar de ser flamenca ni intención de dejar de ir a otros sitios. De momento me encuentro bastante cómoda aquí.
– ¿Qué aportaron Lole y Manuel a la historia del arte flamenco? Contesta como oyente, no como hija.
– Claro, no puedo responder como hija. La verdad es que ha habido un antes y un después de Lole y Manuel. Cuando se habla de flamenco nuevo, yo creo que a lo que nos referimos sin saber exactamente que es así es a Lole y Manuel. Antes el flamenco era muy tradicional en cuanto a músicas, letras cortas, las melodías, las jergas… Llegan Lole y Manuel, hablan del pajarillo, del sol, de la luna. No tiene nada que ver. Y de repente en tiempo de bulerías se hace una canción. A partir de ahí se hicieron muchas cosas.
– ¿Sientes que el público que te sigue en esta etapa de tu carrera artística es más exigente, más cultivado, que el de tus aventuras pop?
– No tengo esa sensación, la verdad. Siento que la gente mayor que viene a escuchar esas canciones, porque las escuchaba de sus padres, lo hace con mucho cariño, con muchas ganas, y se van llorando porque les toca la vena sensible. Y la gente más joven, pues se va enamorada de estos temas, si no han conocido a Lole y Manuel.
«Rosalía me parece una niña que canta muy bonito. Me gusta su rollo. Pero cantando flamenco prefiero a María Terremoto o Lela Soto»
– ¿Y qué dice la Lole?
– Le gusta, pero tampoco hablamos demasiado de esto. Alguna vez la he visto emocionarse. Pero ella no es para mí como una consejera, mi padre tampoco lo era. Suelo sentir más si le gusta o no por un acto. Por ejemplo, llorar. Más que hablar. En general, hablamos de otras cosas. Y cuando es algo relacionado con mi padre, nos cuesta todavía, la verdad.
– ¿Te ves en el futuro defendiendo repertorios propios con jondura y pellizco?
– No, en absoluto. La verdad es que no.
– ¿Qué cosas te dicen en esos teatros de dios cuando resucitas el cancionero luminoso de tus padres?
– Ya te digo, todo el mundo sale emocionado. Las canciones te emocionan por sí solas.
– ¿Temes que esa versatilidad y eclecticismo tuyos te sitúen en tierra de nadie?
– No, la verdad. No tengo esa sensación, para nada. Si tuviera ese miedo no haría absolutamente nada. Tengo otros miedos en mi vida a otras cosas, pero a eso no. Ni siquiera lo había pensado. Además, ¿nadie quién es? A mí me gusta gustar, pero canto para mí, sinceramente. Lo necesito. Si le gusto a la gente, encantada. Sobre todo para mi ego. Pero es una necesidad que tengo: cantar.
«El flamenco es algo delicado. Aunque ahora sea patrimonio de la humanidad, hay que hacer las cosas con respeto. Por eso a mí me da tanto miedo cantar flamenco»
– ¿Cómo ves la presencia de nuevos intérpretes mediáticos que beben de las fuentes flamencas y acceden a audiencias masivas? ¿Es esto bueno para el flamenco?
– En la vida hay de todo. A mí Rosalía me parece una niña que canta muy bonito. Tiene una voz especialmente bonita. Cuando hace sus cosas me parece que están bastante bien. Me gustan sus canciones. Me gusta su rollo. Tiene personalidad. Lo que pasa es que, bueno, cantando flamenco prefiero a Lela Soto o María Terremoto. Para mí eso es flamenco, lo otro es… Yo creo que a ella le vuelve tan loca el flamenco que quiere interpretarlo, pero sinceramente veo que haciendo lo que hace, que lo hace superbien, pues no le hace falta hacer flamenco. Ella puede tener su opinión también sobre mí, pero bueno, esta es la mía y ya está. ¿Me parece bueno o malo? No lo sé. Yo creo que el flamenco es algo delicado. Aunque ahora sea patrimonio de la humanidad y demás, hay que hacer las cosas con respeto. Por eso a mí me da tanto miedo cantar flamenco.
– Hay por ahí quien ha hecho el camino inverso a ti y a Las Niñas: del flamenco al hip-hop y el trap. ¿No están esos géneros tan lejanos unos de otros?
– Pues sí, están lejanos, claro que sí. Y a la vez, no. Porque la música, tal y como yo la siento, no tiene límites. Pero creo que hay que tenerle cierto respeto a… Verás, yo soy una enamorada de Las Niñas. Me encantaría que Las Niñas volviesen. Cada cosa tiene su momento. Se puede mezclar todo, yo creo. Pero también hace falta gente que no lo mezcle, para que haya un poco de todo en la viña del Señor.