Enrique Soto (1952) es el mayor de la casa de los Sordera, una de las sagas de cante más laureadas de Jerez. Directamente entroncado con Paco La Luz, Tío José de Paula, Niño Gloria o, más recientemente, María Bala y José Mercé, el cantaor recuerda con nostalgia esos ratos «cuando niño» en la calle Nueva, donde vivían los gitanos de la época y donde se «hacía una fiesta en una pocetilla, en medio de la calle». Pronto se fue a Madrid con su padre, Tío Manuel,  así como con el resto de la familia, empezando con catorce años a subirse en los escenarios. «Antes había que escuchar en los tablaos a uno y a otro para aprender», dice. 

No podemos definirlo como un cantaor de sota, caballo y rey, sino que domina «todo tipo de cantes por dedicarme al baile, y eso te hace aprender». Formó parte del primer Ballet Andaluz, de compañías como la de El Güito o Mario Maya, entre otros, porque «lo importante era trabajar pero no de cualquier manera». Reside en Sevilla, pero aprovechamos su visita a Jerez para hablar con él en la Peña Tío José de Paula. Se encuentra apartado de los escenarios, aunque no descarta volver para ocasiones especiales. Dice que hay futuro, que «el flamenco es música, vida, no muerte». 

Enrique Soto ‘Sordera’, durante la entrevista con Juan Garrido en la Peña Tío José de Paula.