Es un artista pinturero, de los que cuando pasean por Jerez hay que mirarlos. Está ágil, aunque le gusta llevar bastón y pocas veces se le ve vestido de manera informal. Antonio es para todos el Tío Gómez, El Gómez de Jerez (1952), un buscavidas que consiguió ser «el confidente» de Antonio Gades. El inolvidable bailarín y coreógrafo se lo llevó para que formara parte de sus grandes obras como Fuenteovejuna, Amor Brujo o Carmen, con la que llegó a hacer «tres mil y pico funciones por todo el mundo». No le importa que muchos artistas con menos trayectoria que él estén más considerados en el flamenco porque «yo sé donde he estado, con quién y lo que he hecho, eso no me lo quita nadie». Se ha convertido en un icono del Festival de Jerez, pues acude cada noche al Teatro Villamarta para presenciar lo que se hace, y en ocasiones hasta se le escucha desde su butaca jalear. A veces sale de un espectáculo «con dudas», sin saber si le ha gustado o no, porque «aquí se le toca las palmas hasta a los ratones». Estuvo también con Mario Maya, en Camelamos Naquerar. Sueña aún con el teatro, recordando aquellas noches del Ballet Nacional, porque del «teatro me gustan hasta los cuartos de baños».