Ynka Esi Graves, una ‘guirijonda’ en su laberinto
La bailaora afrobritánica Ynka Esi Graves inaugura accidentalmente el Festival Iberoamericano de Teatro (FIT) de Cádiz con una propuesta difícil de abordar desde una óptica flamenca, y que gira en torno a la identidad, la visibilidad y la autoafirmación.
Resulta curioso que, mientras que el flamenco parece más que familiarizado con las bailaoras de rasgos asiáticos, todavía sorprenda a muchos ver a una bailaora negra en escena. Y digo curioso porque la negritud forma parte indisoluble del germen de lo jondo, como han acreditado sobradamente numerosos investigadores, mientras que lo oriental nos resulta lejano y ajeno. Eso no significa, claro, que no las haya: Ynka Esi Graves, británica de raíces ghanesas y jamaicanas, es un caso paradigmático de artista afrodescendiente –por usar la terminología en boga– que ha encontrado en el flamenco su principal campo de expresión.
Una guirijonda en toda regla, como la definiría el compañero Manolo Bohórquez, que lleva más de diez años afincada en España, y a la que por cierto vimos también en la película Nueve Sevillas de Gonzalo García-Pelayo y Pedro G. Romero. Su propuesta The dissapearing act (El acto de la desaparición) fue anunciado en la última Bienal de Flamenco de Sevilla, aunque por estar la creadora embarazada fue sustituido por lo que –también por avenirme a la terminología en boga– se ha dado en llamar conferencia performativa. Sí pudo ofrecer su espectáculo en Nîmes, y pasó por el Festival de Jerez con la sabrosa Origen de Marco Vargas & Chloé Brûlé. Y, de manera accidental por cancelarse a última hora el montaje previsto para ello, fue la encargada de inaugurar el Festival Iberoamericano de Teatro (FIT) de Cádiz.
«Mientras que el flamenco parece más que familiarizado con las bailaoras de rasgos asiáticos, todavía sorprende a muchos ver a una bailaora negra en escena. (…) La negritud forma parte indisoluble del germen de lo jondo, como han acreditado numerosos investigadores, mientras que lo oriental nos resulta lejano y ajeno»
La propuesta se centra en la tensión entre la tentación de desaparecer “como mecanismo de adaptación” y la necesidad de hacerse visible. Los ejercicios de equilibrio con los que arranca su performance, seguidos de los primeros taconeos en los que se desplaza lateralmente y dando la espalda al público, insinúan este juego de revelaciones y ocultamientos, en el que muy pronto va a irrumpir la trilla seguida por la percusión vibrante, a ratos obsesiva, de Remi Graves, que se echa sobre las espaldas el peso musical del montaje, frente a un Raúl Cantizano relegado esta vez a un muy segundo plano.
No obstante, aunque la garganta de Rosa de Algeciras invoque a Miguel Poveda por malagueñas y abandolaos, o a Enrique Morente por fandangos del Gloria, no resulta fácil abordar el trabajo de Ynka Esi Graves desde una óptica puramente flamenca, porque no es lo mismo usar un lenguaje que otra contar a través de él.
El de la artista es un baile que no va dirigido a arrancar oles del patio de butacas, sino a desarrollar un discurso plástico combinado con sonoridades contemporáneas, una pantalla de vídeo en tiempo real en la que vemos proyectarse el mapa íntimo que va trazándose con tiza sobre el escenario o a la propia Ynka blanqueando su rostro con maquillaje. El artificio le gana la partida a la emoción, mientras el mensaje se diluye en la retórica de la identidad, el decolonialismo (aunque se empleen en escena las lenguas de los colonizadores, inglés y francés) y “los cuerpos racializados”, esa ominosa expresión que han popularizado aquellos que prefieren citar a Frantz Fanon que a leerlo de verdad.
«Lo más interesante a mi entender del baile de Ynka Esi Graves, el diálogo del flamenco con los movimientos de la danza africana y la contemporánea, abre posibilidades que ‘The dissapearing act’ no acaba de explorar, pero tal vez no vaya descaminado y logre salir pronto de su laberinto»
Al culminar el repertorio con la caña, cabía preguntarse también si los palos y las letras elegidos tienen un sentido, o son una simple banda sonora aleatoria; si lo tenían, este espectador no se lo encontró. Y si los creadores de hoy se desentienden de lo que se canta y lo que se dice, se arriesgan a que el respetable les cierre también sus oídos y su corazón.
Lo más interesante a mi entender del baile de Ynka Esi Graves, el diálogo del flamenco con los movimientos de la danza africana y la contemporánea, abre posibilidades que The dissapearing act no acaba de explorar, pero tal vez no vaya descaminado y logre salir pronto de su laberinto.
Ficha artística
The dissapearing act
Teatro de la Tía Norica
Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz
21 de octubre de 2023
Concepto, dirección, coreografía y baile: Yinka Esi Graves
Dirección musical y guitarra: Raúl Cantizano
Batería: Remi Graves
Cante: Rosa de Algeciras