Un trocito de Suma Flamenca para La Tati
Crónica del homenaje a Francisca Sadornil Ruiz 'La Tati' en los Teatros del Canal, Festival Suma Flamenca. «Y es que, como dice José Mercé, Madrid es la capital del flamenco y eso es indiscutible».
La Sala Roja de los Teatros del Canal se abre para ser el cimiento que sostenga el homenaje a la trayectoria de La Tati. Bailaora por excelencia de la capital. Francisca Sadornil Ruiz, que se crió en el Rastro y a los doce años debuta en el Tablao Zambra. También trabaja en otros tablaos de gran renombre como Torres Bermejas o Los Canasteros. Pero esto no queda aquí, pues ha recorrido el mundo en varias ocasiones. Francia, Australia, Nueva Zelanda y Caracas son algunos de los destinos por los que ha logrado expandir su arte.
La presentación del homenaje corre a cargo de Ana López Segovia y Mario Zorrilla. Es una gran suerte que las personas protagonistas de presentar el espectáculo sean tan resolutivas y enérgicas. Pero no solo ellos. La ingente cantidad de artistas que pasa por el escenario es dinámica y ligera. Tres horas de espectáculo que, en otras circunstancias, habría sido insostenible.
En primer lugar, llama a la puerta el nacionalismo musical del gran guitarrista Rafael Riqueni. Él no habla mucho. Siempre prefiere expresarse a través de la elegancia y la destreza con la que hace sonar las cuerdas del instrumento. Riqueni transmite paz y sosiego y lo adereza con un punto de dulzura que siempre deja perplejo al público. Y se percibe que, en este caso, además de perplejo, con ganas de más. Esta calma consigue permanecer en las tablas un tiempo más de la mano de María Terremoto, quien entona unos cantes de levante que apaciguan el ambiente. Si hubiera elegido con otro palo repleto de melosidad, habría sido demasiado. Pero entonces aparece el fenómeno del contraste que siempre viene tan bien en estas situaciones. María interpreta soleá por bulerías. Si la gente que ha acudido al espectáculo está acostumbrada al flamenco, verá que las letras suelen ser las mismas, incluso el quejío viene dado en el mismo lugar. En este caso, la joven saca a relucir la soleá por bulerías de Rosalía de Triana y, a continuación, unas letras que obligan al guitarrista Nono Jero a pasar del modo flamenco al modo mayor. Todo un acierto teniendo en cuenta que aunque no siempre, muchas veces lo que necesita el público consumidor de flamenco es impacto y novedad. Y aunque María Terremoto está en todos los saraos, por lo menos cambia de registro entre tanta analogía.
Marco Flores es el bailaor que viene a continuación para aportar amabilidad y simpatía al momento. Sus movimientos gráciles y sutiles siempre son un deleite para los sentidos. Para los oídos más aún cuando escuchamos los etéreos zapateados con los que acaricia el suelo del escenario sin necesidad de machacar. Marco es natural, espontáneo y tiene ángel. Todo esto acompañado de una sugestiva volatilidad y una linealidad corporal que hace aún más atractivos sus movimientos. Su broche es siempre la expresividad con la que se dirige a la concurrencia. Sin duda, Marco Flores es un bailaor que reúne todas las características que tiene que tener un profesional de la danza.
«Posiblemente sean las alegrías más castizas que se vayan a escuchar nunca. Y es que la ocasión merece cambiar un segundo la brisa marinera, La Caleta y la sal de Cádiz por la Puerta de Alcalá. Finalmente, La Tati bailando por tangos, guasona, imparable y divertida»
A continuación, José Mercé, que tiene ganado al público desde antes de salir al escenario. Y por si no tenía suficientes puntos antes de aparecer, sale acompañado de Riqueni. Con el empaque, la experiencia y la seguridad que le dan los años de trayectoria, comienza a entonar la malagueña Manuel Torre y, seguidamente la de Enrique El Mellizo. Mercé cierra su actuación con un segundo cante. El cantaor alega que Riqueni tiene muchas ganas de acompañarlo por soleá, así que empieza a templarse para dedicarle esta actuación redonda a su compañero Riqueni, que queda muy a la altura de la petición que le ha hecho a José. El guitarrista parece sentirse en un ambiente un poco más informal y distendido en esta ocasión y, por eso, el auditorio disfruta más si cabe de este momento. Unos cantes por soleá que acaban con un fandango por soleá. De repente se crea una atmósfera amigable y familiar que invita al protagonista a cantar un último fandango. Parece que el patio de butacas tampoco quiere prescindir de su presencia.
Antes de dar comienzo a la segunda parte, La Tati sale acompañada de un grupo de bailaoras de todo el mundo. El escenario se llena de colorido. En este caso, la viveza de los colores es una vía de escape para que las bailaoras pasen un poco desapercibidas. Y es que la coreografía puede dejar cierta sensación de insatisfacción por la falta de seguridad, donaire y coordinación de estas.
La homenajeada de la noche sale bien respaldada. No falta detalle. Cante, percusión, guitarra e incluso la flauta travesera de Edu García, que da un cariz risueño a las alegrías que interpretan las bailaoras de las que hemos hablado. Posiblemente sean las alegrías más castizas que se vayan a escuchar nunca. Y es que la ocasión merece cambiar un segundo la brisa marinera, La Caleta y la sal de Cádiz por la Puerta de Alcalá. Finalmente, La Tati bailando por tangos, guasona, imparable y divertida, cierra la primera parte.
Parecía que lo visto hasta el momento era insuperable, pero entonces llega la segunda parte. La guitarra vuelve a ser la encargada de abrir el telón. En este caso, la protagonista es la guitarra de Gerardo Núñez, otro respetable virtuoso con unas cualidades bastante diferentes a la de Riqueni, pero igual de insuperables. Y volvemos otra vez a la parte del contraste que tanta falta hace en los espectáculos. Gerardo es potente. Esa es la cualidad que lo define. Potente e impecable. La brillantez también va adherida, pero su guitarra no es tan sutil y melódica como la de Rafael, quizá porque no hace tanto uso del trémolo. Pero su expresividad y su cordialidad con el público son condiciones fundamentales para tener a los aficionados de su parte.
«La Truco aparece en el escenario. Su bata de cola, su mantón y su pericón van a darle un aire sutil pero picaresco a la actuación por cantiñas. Su baile es elegancia innata y una sutileza a la hora de utilizar la bata de cola que, a estas alturas, es complicada de encontrar»
Gerardo da paso al Capullo de Jerez. Miguel Flores llena el ambiente de unas bulerías festeras con tintes muy jerezanos que la gente acoge con muchas ganas. Si de forma habitual los artistas abusan de la bulería, en este caso se habían quedado cortos. Lo cierto es que nadie había caído en que en algún momento de la noche llegaría el Capullo para dar el toque jaranero y juerguista necesario en los ambientes flamencos. Y, con una pataíta por bulerías, llega el turno de La Truco, otra de las bailaoras madrileñas por excelencia. La Truco aparece en el escenario con todos los complementos posibles. Su bata de cola, su mantón y su pericón van a darle un aire sutil pero picaresco a la actuación por cantiñas. Su baile es elegancia innata y una sutileza a la hora de utilizar la bata de cola que, a estas alturas, es complicada de encontrar. De la misma forma, es difícil encontrar un bailaor o bailaora cuyo foco se centre especialmente en el movimiento de las manos. En el caso de la Truco, no se puede poner en duda que la expresividad de sus manos es un aliciente para no perder de vista su baile ni un segundo. La escobilla que utiliza es muy sencilla, pero muy agradable. En primer lugar por la limpieza de sus pasos y, en segundo lugar, porque la sencillez unida a la limpieza permite al espectador asimilar con facilidad el zapateado, algo que en estos tiempos también se agradece. Entre la socarronería y la pulcritud que desprende la bailaora, aparece Juan Villar. Juan se decanta por una soleá y unas bulerías bastante diferentes a las del Capullo de Jerez. Si en el caso del Capullo, las bulerías nos incitaban a levantarnos para hacer tres pasos garbosos con una llamada y un cierre con desenvoltura, las bulerías de Juan nos incitan a pararnos a escuchar con atención, pues este consigue recitar las letras hasta hacerlas poemas.
El broche final corre a cargo del bailaor Joaquín Grilo, que hace alarde de la expresividad, la creatividad, el estilo y la firmeza que siempre caracterizan sus actuaciones. El momento del Grilo pasa por la misma tesitura que el de José Mercé. Nadie quiere que desaparezca del escenario porque consigue, con sus remates, hacer magia acompañando letras por soleá por bulerías a capella. Siempre es un placer su presencia y, si es el cierre de un espectáculo de esta envergadura, mucho mejor.
Gracias a la protagonista de la noche, Francisca Sadornil Ruiz, se ha podido disfrutar de un espectáculo con un elenco estrella para el privilegio de todos los que aman el flamenco. Claro que este homenaje podía haber tenido lugar en cualquier rinconcito del mundo y seguro, también habría florecido la magia. Pero es que, como dice José Mercé, Madrid es la capital del flamenco y eso es indiscutible.
Ficha artística
Flamenco por La Tati. Su homenaje
Suma Flamenca 2022
Sala Roja. Teatros del Canal, Madrid – 2 nov 2022
Homenajeada: Francisca Sadornil Ruiz, La Tati
Actuaciones: José Mercé, Juan Villar, María Terremoto, Capullo de Jerez, La Truco, Rafael Riqueni, Gerardo Núñez, Joaquín Grilo, Marco Flores
Guitarristas: Ramón Trujillo, Nono Jero, Basilio García, José Almarcha, Luis Miguel Manzano
Bailaoras: La Clau, Lizzy Verloor, Miho Hirano, La Jahnna, Sara Cristea, Futaba Shiroi, Shoshi Israeli y Cristine Azen
Cantaores: Jesús El Almendro, Pedro Jiménez, David El Galli
Palmeros: José Rubichi, Jesús Flores, Paola La Polaca, Noa La Polvorilla
Percusión: El Tripa, Carlos Jiménez, Iván Losada Jr.
Violín: Fernando García
Flauta: Edu García