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Tomatito: tan fácil y tan difícil - Archivo Expoflamenco
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Tomatito: tan fácil y tan difícil

El guitarrista almeriense Tomatito borda su recital en el Teatro Central de Sevilla sin necesidad de recurrir a artificios ni excesos de virtuosismo.


Seguramente no fui el único que acudió al Teatro Central con el eco, bien fijado en la memoria, de la actuación de Tomatito en la Bienal de Sevilla de 2016. Aquella vez el escenario fue el teatro Lope de Vega, y el guitarrista almeriense convirtió su repertorio en una verdadera fiesta para los amantes de la música en general y del flamenco en particular. No es que no esperáramos lo mejor de un artista de tan vasta experiencia y tan fuerte personalidad, pero lo cierto fue que superó las mejores expectativas.

 

Han pasado de aquello seis años y una pandemia de propina, y aunque Tomatito se las arregle para lucir eternamente joven a sus 63 años, sabemos que cada vez que un músico sale al escenario es una reválida. Esa es la magia del directo, la pelea con el instrumento en tiempo presente, aquí y ahora. El guitarrista empezó precisamente luchando, por rondeña, con los dedos algo fríos y problemas de afinación que iban a acompañarle durante todo el concierto, si bien quedaron en contratiempos sin importancia. Apenas empezó a sentirse cómodo en su silla, don José Fernández Torres fue encadenando piezas maestras sin necesidad de recurrir a artificios ni excesos de virtuosismo, tirando tan solo de su buen hacer y del peso de su biografía, que no en vano abarca más de medio siglo de toque.

 

En el riquísimo panorama actual de la sonanta abundan, desde luego, los intérpretes más técnicos, más veloces y más audaces que Tomatito. Pero no hay tantos que sepan dar tan sencillamente con el camino de la fibra, esto es, de despertar ese sentimiento tan escaso que es la emoción. El almeriense lo hizo con las alegrías Cañaílla, y desde luego con una preciosa versión de Two much, que dedicó a Paco de Lucía, “el mejor guitarrista de todos los tiempos, con mi respeto para todos los demás”. La pieza que grabara junto a Michel Camilo descansa sobre un puñado de notas, pero de tal expresividad que conmueve irremediablemente. 

 

Siempre he pensado que aquel encuentro del flamenco con el jazz latino había sido una aventura muy desigual: un cómodo paseo para Camilo y una sufrida gincana para Tomate. Los recuerdo a los dos sobre otras tablas hispalenses, las del teatro de la Maestranza: el primero con una sonrisa triunfal y el segundo sudando la gota gorda. Y sin embargo, con el tiempo me he convencido de los beneficios que el guitarrista ha obtenido tras meterse en aquel jardín, cómo después de los discos Spain y Spain again su sonido se ha hecho más rico y su horizonte compositivo más ancho sin perder la flamencura: tomen nota los enemigos de las mezclas. 

 

 

«En el riquísimo panorama actual de la sonanta abundan intérpretes más técnicos, más veloces y más audaces que Tomatito. Pero no hay tantos que sepan despertar ese sentimiento tan escaso que es la emoción»

   

 

Tras el citado paréntesis baladero, unas bulerías arrebatadoras reanimaron al público antes de ceder el protagonismo al benjamín, como él lo llama. “Qué trabajito me ha costado, vino el sexto… Aunque estoy encantado con mis cinco niñas, ¿eh?”, sonrió Tomatito en un alarde de naturalidad. Por su parte, José del Tomate, valor joven y sólido, demostró en tres minutos su espléndida progresión recreando gustosamente la zambra del Niño Miguel, su nunca olvidado tío abuelo, precedida por las notas de la Nana del caballo grande que inmortalizara Camarón.

 

La memoria de José Monge Cruz, de cuya desaparición se cumplen dentro de unas semanas nada menos que treinta años, volvió a hacerse presente en las notas de La leyenda del tiempo, aquella bendita locura capitaneada por Ricardo Pachón que nos recuerda que para pasar de la herejía al canon solo hay que dejar correr un poco el calendario. Se sucedieron tangos y bulerías en los que Tomatito adoptó un perfil bajo para mayor lucimiento de sus cantaores, unos muy inspirados Morenito de Íllora y Kiki Cortiñas.      

 

El colofón de la Rumba de la lira puso el teatro en pie. Apenas una hora y diez minutos de toque honesto y verdadero bastaron para el encantamiento, al que se añadió el bis por aclamación: una ronda por bulerías donde, de nuevo, hubo más cante que guitarra. Pero para entonces ya estaba hecha la faena, y el respetable en el bolsillo desde hacía rato: tan fácil y tan difícil.   

 

 

Ficha artística

Ciclo Flamenco Viene del Sur
Teatro Central, domingo 12 de junio de 2022
Guitarra: Tomatito
Guitarra: José del Tomate
Cante: Morenito de Íllora
Cante: Kiki Cortiñas
Percusión: Johny Cortés

 

 

 

 


Un pie en Cádiz y otro en Sevilla. Un cuarto de siglo de periodismo cultural, y contando. Por amor al arte, al fin del mundo.

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