Durante unos días y como cada año, Madrid es la cuna del festival Suma Flamenca. En esta ocasión, el Teatro de La Abadía va a ser testigo del espectáculo Frente al silencio. También, del desprendimiento de angustia y desconsuelo que la protagonista exhibe. Hoy Fuensanta La Moneta, bailaora granadina de vocación temprana y gran trayectoria, sume al público en una consternación difícil de asimilar incluso tiempo después de salir del teatro. Y es que la artista ha apostado por la glosa flamenca del libro La cabellera de la Shoá, de Félix Grande. La difícil interpretación de la sensación de tristeza y desazón que puede provocar una consciente reflexión sobre el campo de exterminio de Auschwitz Birkenau.

 

Las luces aún siguen encendidas y La Moneta, con un traje gris que la cubre de pies a cabeza, se sienta en medio del escenario frente al ruido que provoca la llegada de la gente. Saludos, butacas, dejar pasar al que va dos asientos más para allá, preparar cámaras, apagar móviles o ponerse al día con el acompañante de turno.

 

El inmenso genocidio de la Segunda Guerra Mundial sobre el que versa el libro de Félix Grande va a ser la raíz que ancle los pies de la protagonista al escenario y la conciencia del público al espectáculo. No es un tema fácil de abordar, pero ella bucea valiente en los trasfondos de esta temática para hacerlos suyos.

 

De repente, Fuensanta frente al silencio del patio de butacas. Se retuerce intranquila y se acopla a una voz alemana femenina que comienza a sonar de fondo. Mientras, Agustín Diassera se aproxima a la bailaora para calzarle los zapatos que van a conseguir despertar esa ética del oyente de la que se hablaba unas líneas más arriba. De nuevo, la voz femenina que se va ocultando poco a poco tras el compás de Diassera.

 

Retorcimiento y percusión y un foco blanco que penetra en el alma de la bailaora. Si al entrar al escenario era perfectamente reconocible solo por la postura, ahora todavía más por la magna personalidad que libera en cada uno de sus movimientos. Muchas veces se acentúa el control que tiene que tener un bailarín sobre su cuerpo. Es el caso de la protagonista, pero multiplicado por mil. Y es que a través de las austeras luces que dominan la escena, se puede observar que no hay ni músculo, ni tendón, ni articulación que se mueva sin que ella lo ordene. Su baile está repleto de movimientos salvajes empapados de argucia y una inteligente perspicacia. De una fuerza desmedida que está calibrada de forma impecable. Oscilaciones precisas y contundentes que tienen aún más efecto gracias al acompañamiento de la percusión. Y una bravura que la lleva a descolocar todo su cuerpo, pero sin descolocarse. A introducirse en esa atmósfera de hábil dominio que no abandona la escena en toda la obra. A conseguir introducirnos al compás del ortodoxo planta y tacón en el extraordinario mundo del saber escuchar.

 

 

«No hay ni músculo, ni tendón, ni articulación que se mueva sin que Fuensanta LaMoneta lo ordene. Su baile está repleto de movimientos salvajes empapados de argucia y una inteligente perspicacia»

 

 

 

 

Sus propios quejidos y llantos la empujan contra el suelo. Se despoja de esa lóbrega malla gris que cubre su cara. Y frente a nosotros, Fuensanta. Mientras, el clarinete de Diego Villegas comienza a abrirse paso para acompañar el despojo de las telas que nos permiten contemplar el rostro serio, exhausto, confuso y decepcionado de la artífice.

 

Jeromo Segura, que lleva un rato contemplando la escena, se pone en pie sigiloso frente a la melodía del clarinete y recita unos versos que poco a poco se van convirtiendo en los reflexivos tercios de una seguiriya. Estilos de Paco la Luz y Cagancho que la granadina atilda con unos remates ligeros, sin hacer nada demasiado exorbitante.

 

La escenografía es austera. Muy austera. Tanto que se puede sentir que oprime el aliento de los espectadores. A golpes de luz, los flexos que rodean el cuadrilátero que conforma el escenario se funden para dejar que asome un espacio en calma que combina con las vibraciones etéreas de La Moneta. Entonces, avanza hacia el fondo del proscenio para quitarse el traje gris con el que se había cosificado hasta el momento, igual que las víctimas de un campo de concentración. Atina rápido a ponerse un vestido rojo que de momento va a cubrir con otro. Este tampoco brilla por tener un toque estético agradable, pero lo que sí da un respiro al aspecto siniestro y macabro del espectáculo es la farruca que va a ir de forma paulatina revistiendo de su magistral baile por tangos. Todo su cuerpo baila. Sus brazos son pura elocuencia y desinhibición. Una técnica de pies aparentemente sencilla, pero difícil de ejecutar con la limpieza y la pericia con la que ella la lleva a cabo.

 

A continuación, una tela roja sobre la que descansa una reflexión que se le presenta a los aficionados durante toda la actuación y que de un golpe cae al suelo: “¿Ustedes saben escuchar?”.

 

Javier Patino comienza a interpretar una granaína de forma muy melódica y serena. Entretanto, ella frente a la guitarra juega con los laterales del cuadrilátero sobre el que versa una representación imbuida en la rudeza que rodeó a Auschwitz. La bailaora se enreda en la tela, la baila, la rehúye, se embrolla, se pelea y juega. De nuevo riza los brazos y el cuerpo con vueltas por delante, por detrás, en attitude o en retiré con un pellizco muy flamenco y un toque de cólera y aturdimiento.

 

A medida que ha avanzado el espectáculo, la expresión de su cara ha ido cambiando. Ya no es la misma que cuando se quitó la malla gris al principio del mismo. Por eso, muestra a los asistentes que entre tanta luz que durante la exégesis ha enfocado al dolor y la desesperación siempre hay una chispa de ilusión y esperanza. Un mundo paralelo, una burbuja ilusoria en la que fluctúan los bailarines que echan mano de la danza frente a cualquier abuso o sinrazón para arreglar el mundo. Pero hay que pararse, tomar conciencia y desposeer al mundo de unas sombras que no pueden volver a acechar.

 

Y ustedes, ¿saben escuchar?

 

 

 

Ficha artística

Frente al silencio, de Fuensanta La Moneta
Suma Flamenca 2023
Teatro de La Abadía, Madrid
21 octubre 2023
Baile: Fuensanta La Moneta
Cante: Jeromo Segura
Guitarra: Javier Patino
Clarinete: Diego Villegas
Percusión: Agustín Diassera