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Sara Baras, el alma y el cuerpo en la era Tinder - Archivo Expoflamenco
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Sara Baras, el alma y el cuerpo en la era Tinder

La bailaora gaditana Sara Baras elige el Teatro de la Maestranza de Sevilla para el estreno de su nuevo espectáculo, 'Alma', una convincente fusión entre el flamenco y el bolero.


La fusión que plantea Sara Baras en su nuevo espectáculo, Alma, no es precisamente nueva: desde los cantaores de los años 20 hasta Diego el Cigala, pasando por el añorado Bambino, son muchos los flamencos que se han acercado de un modo natural al bolero. El interés de quienes acudimos al estreno de anoche en el sevillano Teatro de la Maestranza se dirigía, pues, hacia el modo en que el encuentro entre ambas músicas iba a cristalizar en el baile. De paso, se antojaba una buena ocasión para evaluar el estado de forma de una de nuestras artistas más internacionales, que lleva 25 años girando con su compañía.

 

Hay que decir –pero lo diré aprisa– que el montaje empieza mal: con un caótico popurrí de letras de bolero, tosco y sentimentaloide, recitado en off por la bailaora gaditana. Cierto que esto no es una crítica literaria, pero estando el resto tan cuidado, poco costaría darle una vuelta para que quede algo más redondo. En todo caso, el público paga su entrada por ver bailar, y eso es lo que se le brinda de inmediato, sobre una estética de club de antaño con cortinas de brillo y micrófonos vintage.

 

Muy pronto, apenas concluye el garrotín tuneado y se queda sola la banda sobre el escenario, se comprueba que la fórmula funciona: no solo por los patrones rítmicos más o menos asimilables, sino también por la temperatura emocional del bolero, que se asimila de maravilla con las sonoridades jondas. En ello colaboran de un modo determinante las voces camaroneras de la compañía, la de los excelentes Rubio de Pruna y David de Jacoba

 

 

«Las coreografías imaginativas sin pasarse de barrocas, la sincronización impecable de los bailaores y las transiciones perfectas hacen que el espectáculo funcione como un reloj durante su hora larga de duración»

          

 

También hay cante pregrabado: el de Rancapino Chico –que, si la vista y las mascarillas no me engañan, estaba presente en el patio de butacas–, que interpreta Algo contigo dando pie a un elegante y bellísimo paso a tres; la voz de Juana la del Pipa, que hace lo propio con Toda una vida mientras Sara se prepara para bailar con mantón; y la de Israel Fernández, con Adoro.

 

 

 

 

A sus 50 años, la de San Fernando sigue siendo una presencia carismática sobre el escenario, que saca un enorme rendimiento a un catálogo de recursos notablemente restringido: su fuerte de siempre, el zapateado a velocidad de ametralladora, las vueltas interminables, algún cambré de los que desafían la ley de la gravedad, los remates precisos que culminan en gestos rotundos. Pero sabe envolver su baile de un aparato muy potente, desde un cuerpo de baile de primera –con un único varón, Daniel Saltares, magnífico anoche– a una formidable iluminación, sin olvidar la calidad de una banda muy dirigida por el guitarrista Keko Baldomero, en la que los vientos de Diego Villegas brillaron con luz propia. Las coreografías imaginativas sin pasarse de barrocas, la sincronización impecable de los bailaores y las transiciones perfectas hacen que el espectáculo funcione como un reloj durante su hora larga de duración.

 

Todo funciona tan bien, que el respetable corre el riesgo de olvidarse del bolero. No de esas letras de ayer y hoy que forman parte de la banda sonora de todos, sino de su vertiente emotiva, de esa forma de explorar los sentimientos que nació en Cuba y que contribuyó a configurar la identidad latina, y cuyos mensajes siguen conmoviendo todavía hoy, en la era de Tinder y del poliamor. Y nos olvidamos porque, aunque el título de la propuesta es Alma, está desarrollada más bien sobre el cuerpo. En ella prima más el ímpetu, la energía física y empoderamiento, que la nostalgia elegante de los grandes clásicos del género.

 

Algo que no pareció preocupar demasiado a la masa fervorosa que llenaba el Maestranza, y que aplaudió en pie espectáculo y fin de fiesta, revalidando un largo romance: el que mantiene desde hace casi un cuarto de siglo con la bailaora Sara Baras.

 

Fotos: Teatro de la Maestranza         

 

 

Ficha artística

Estreno mundial de Alma, de Sara Baras.
Teatro de la Maestranza, 17 de diciembre de 2021.
Baile: Sara Baras.
Guitarras: Keko Baldomero y Andrés Martínez.
Cante: David de Jacoba y Rubio de Pruna.
Percusión: Antón Suárez y Manuel Muñoz El Pájaro.
Vientos: Diego Villegas.
Piano: Álex Romero al piano.
Contrabajo: José Manuel Popo.
Cuerpo de baile: Chula García, Charo Pedraja, Daniel Saltares, Cristina Aldón, Noelia Vilches y Marta de Troya.

       

        

 

 


Un pie en Cádiz y otro en Sevilla. Un cuarto de siglo de periodismo cultural, y contando. Por amor al arte, al fin del mundo.

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