Remedios Amaya y La Agujetas, cantes de catavinos
Crónica de las actuaciones de Dolores Agujetas y Remedios Amaya en la Bienal de Arte Flamenco Canela de San Roque. Lo cortito y bueno, dos veces bueno.
En el flamenco está demostrado que la cantidad no va ligada a la calidad. Ha quedado más que claro que cuando la emoción se da es más que aconsejable no alargar demasiado el mensaje porque puede llegar a un resultado contraproducente, esto es, el artista llega a mostrar las carencias o directamente aburrir. No es el caso ni de Dolores Agujetas ni de Remedios Amaya, que en la noche del 17 de octubre consiguieron levantar al público de la tercera jornada de la Bienal de Arte Flamenco Canela de San Roque.
La gala la inició el cantaor sanroqueño Antonio Aparecida, y el epílogo lo puso el bailaor y coreógrafo de La Línea David Morales, que demostró gozar de una alta calidad interpretativa y técnica, llevando al escenario fragmentos bien elegidos de dos de sus obras ya conocidas, Amor en libertad y Lorca.
«Los cantes de las dos Dolores son como un vino de Jerez, que reposa en un catavino y que en un buche llega a explosionar sensorialmente por sus condiciones en sabores y olores»
Pero el artículo de hoy, con el permiso de los barones mencionados, está dedicado a estas dos Dolores, porque Remedios en realidad se llama así aunque en el mundo entero no se le conozca por su nombre de pilas. Las dos salieron al escenario del Teatro Juan Luis Galiardo para defender sus credenciales, distantes entre sí pero con fines comunes: emocionar, que es lo que se trata. Con chilaba y pedrería, tanto una como la otra confeccionó un recital de no mucha duración, pero ahí creemos que reside el éxito de ambas, pues sus cantes son como un vino de Jerez, que reposa en un catavino y que en un buche llega a explosionar sensorialmente por sus condiciones en sabores y olores. Eso sí, si se abusa, mal asunto.
La primera en aparecer fue Dolores, la hija de Manuel Agujetas, que sigue la estela de su saga cantaora. Se apretó los machos para transmitir lo más espiritual por soleá de Jerez, seguiriyas, fandangos y bulerías. No cuenta con una portentosa voz, tampoco con un recorrido alucinante, muchos menos con una puesta en escena de fantasía… Dolores se lamenta y se duele por derecho, y por ello conmociona.
Remedios, por su parte, no tiene complejos ni miedos en parecer reiterativa y acude una y otra vez a su repertorio clásico y popular, destacando su faceta festera por tangos y bulerías. Se mostró cercana, cariñosa, humilde pero finalmente diva. Sorprendió su inicial soleá por bulerías, pero fue algo más testimonial que contundente. Ya se levantó, se quitó los tacones y se paseó por las tablas con la elegancia de las estrellas. Tan a gusto estuvo la sevillana, y mejor que en otras tantas ocasiones, que hizo bailar por bulerías hasta a José Rubichi, uno de los palmeros que no suele ser participativo en estas lides.
Lo dicho, lo cortito y bueno, dos veces bueno.
Fotos: María Chaves