Mayte Martín, la querencia del flamenco
El Teatro de la Maestranza se rinde ante la cantaora catalana, que cosechó un triunfo sin paliativos en la capital hispalense.
Ahí los tienes, rendidos a sus pies. Es verdad que el público del Teatro de la Maestranza tiende a aplaudirlo todo. Pero hacía tiempo que no eras testigo de una ovación como esa, a que sí. Palmas por bulerías, como se aplaude en Sevilla. Ay, si el coliseo más importante de la ciudad tuviera una Puerta del Príncipe como la cercana plaza homónima… Tardará tiempo Mayte Martín en olvidar su actuación de esa noche. Y Sevilla también.
Porque la catalana es dueña de la voz más prodigiosa del cante flamenco actual. Dime si no quién se atreve hoy con La Niña de los Peines. Que no es que se acuerde de ella, es que la lleva tatuada por dentro en su garganta. Velocidad inusitada, fraseo perfecto, afinación insultante. Todo eso, que no es poco, no significaría nada si no fuera acompañado por una sensibilidad infinita. El cante de Mayte no duele, sino que escuece. Es como la lengua áspera de un gato que te desollara las entrañas vivas a fuerza de lametones.
Mayte Martín es más cantaora que artista. No siente el afán por comerse al público desde el proscenio, ni le preocupa el dominio de la escena. Se siente cómoda en la oscuridad del fondo, en la negrura de su vestuario. Como cantaora de inspiración, siempre canta bien, pero no siempre escuece. Pudiste comprobarlo en septiembre de 2019, cuando fuimos juntos a verla a los Jueves Flamencos de Cajasol. Aquella tarde no quedará para la historia. La de ayer, sí.
«El cante de Mayte no duele, sino que escuece. Es como la lengua áspera de un gato que te desollara las entrañas vivas a fuerza de lametones»
Comenzó la velada con un repaso completo a Los Campanilleros, en reconocido homenaje a la Niña de la Puebla. Cante lírico, casi libre. El compás no se oye, va por dentro, como en casi todo lo que ella interpreta. Lleva un monstruo de la percusión, como es David Domínguez. Y dos guitarras, para no quedarnos cortos. Pero aquí no vas a ver a un palmero ni de lejos. Es su estilo, lo tomas o lo dejas.
Suena el violín de Marta Cardona, otra pechá de sensibilidad. Los sones de la petenera antigua, la que nace del Romance de la Monja dan la entrada a Patricia Guerrero. Su bata de cola no es de tela, es de carne. Forma parte de su cuerpo como la cola de una sirena un segundo antes de salir triunfante del agua. A partir de aquí asistimos al mayor espectáculo del mundo. Somos madre, hermana y novia, esperando en el andén del duende la llegada del tren de la belleza. Por allí asoma la cabecera humeante que anuncia la venida del enamorado, del hijo y del hermano. Tres vagones hermosos en forma de vidalita, la bella tristeza. La seguiriya reabre la herida del cante jondo sin necesidad de gritos y enjuga las lágrimas con la magnífica cabal del Pena. Llega el tercer vagón con la gracia del cha-ca-chá cantando por tangos. Tangos lentos de Pastora Pavón, ya no se puede cantar mejor. Las palmas sordas de Mayte son las únicas que vas a escuchar esta noche.
De la soleá me quedo con el baile de Patricia Guerrero. Cada vez baila mejor. No te desesperes con la lentitud del cante. Te entiendo perfectamente. Después de la primera parte que has vivido, tu corazón no da para más. Ahora metería yo un final de fiesta jerezano, con un sinfín de palmas por bulerías.
«La bata de cola de Patricia Guerrero no es de tela, es de carne. Forma parte de su cuerpo como la cola de una sirena un segundo antes de salir triunfante del agua»
Mayte Martín es una cantaora de culto y cuenta sus fans por miles de millares. Los veinte años de su segundo disco, Querencia, son un reclamo tan válido para su reencuentro como cualquier otro. En realidad este disco está presente en todos sus recitales. El sábado lo exprimió hasta la última gota. Las Tres Morillas que me enamoran en Jaén, Axa, Fátima y Marién forman parte del Cancionero de Palacio del siglo XV. Las tres se arriman, desmayadas y con las colores perdidas, a Los cuatro muleros de Federico García Lorca. De nuevo queda el compás supeditado a la lírica.
Vienen los cuplés, se rinde el público. Sus éxitos inmortales. Ten cuidao, Navega sola, Inténtalo encontrar. El Maestranza en pie. No te vayas, que sale otra vez para cantar una de las joyas más bellas de la velada: La Milonga del Solitario, de Atahualpa Yupanqui. No, no era gitano. Era un indio quechua de orígenes vascos. Me tengo que ir, que tengo el coche en el parking. Noche maravillosa. Ahora, que con unas palmitas, a lo mejor…
Ficha artística
Espectáculo: 20 años de Querencia
Lugar y fecha: Teatro de la Maestranza, Sevilla. 25/1/2020
Al cante: Mayte Martín
Al toque: Alejandro Hurtado y José Tomás
Al baile (artista invitada): Patricia Guerrero
Percusión: David Domínguez
Violín: Marta Cardona
Contrabajo: Joaquín Arrabal
Fotos: Teatro de la Maestranza