La versatilidad de Alejandro Hurtado
Crónica de la actuación del guitarrista alicantino Alejandro Hurtado en Espacio Expoflamenco de Jerez. Por Norberto Torres.
Suerte el viajar estos días a Jerez para impartir nuestras clases del máster ‘Investigación y análisis del flamenco’ de la UCA en el Palacio Villapanés, y poder disfrutar de paso del encendido de Navidad el jueves 23 a las 19 h, con la calle Larga literalmente inundada por una riada de jerezanos y jerezanas de todas las edades, en familias, en grupos de amigos, en parejas, entonando villancicos por bulería.
Suerte la nuestra una hora más tarde para vivir su contrapunto, el contraste íntimo de formar parte del público de las privilegiadas personas que asistimos en directo desde el centro cultural jerezano Espacio ExpoFlamenco al recital de Alejandro Hurtado, transmitido para el mundo por streaming. Recital impresionante en toda regla, la que Franz Liszt acuñó a mediados del XIX como la creación de un nuevo evento en el que un solo artista tuviera toda la atención del público, con una calidad fuera de lo común, que nos dejó impactado y emocionado. El espacio reducido (solo caben como mucho una treinta personas), recogido y con buena acústica, permitió al concertista usar solo un micrófono, el de emisión utilizado para el proceso de retransmisión en directo. Por consiguiente, pudimos apreciar de forma natural todos los matices de ejecución e interpretación que Alejandro Hurtado desplegó con un instrumento del guitarrero holandés René Baarslag (Heerlen, 1948), afincado desde hace varias décadas en Lanjarón (Granada) con su mujer, la también guitarrera Ana Espinosa. Una guitarra flamenca de palillos, con referencias a la tradición española de instrumentos de cuerdas pulsadas, en consonancia con el repertorio que interpretó el virtuoso alicantino.
Repertorio clásico-flamenco, fuente de investigación e inspiración
Interpretado sin pausa al ser emitido en directo vía on-line, tenía preparado un programa con dos partes bien definidas, a la vez que complementarias, con dos piezas que sirvieron de puente, para pasar naturalmente de una a otra.
La primera, motivo principal que nos reunía, consistió en la interpretación de cuatro piezas de su nuevo CD Tamiz, la farruca A mi madre, la seguiriya La liviana, las alegrías Tamiz, la granaína Cuatro caminos, presentando brevemente las fuentes de inspiración en su proceso creativo. Si ya quedaban desplegadas sus claras referencias a la escuela clásico-flamenca de finales del siglo XIX, principios del XX, tanto en la forma de componer y enlazar las variaciones como en la amplia paleta sonora de sus timbres, en el uso –y no abuso– de una técnica virtuosa al servicio de la música, dos piezas sirvieron de puente natural para pasar a la segunda parte, con evocación a los maestros Ramón Montoya y Manolo de Huelva, la de su primer CD.
«Un memorable recital de guitarra a solo que reunió la impresionante versatilidad de Alejandro Hurtado y su capacidad para integrar e interpretar la guitarra española, flamenca y clásica»
En primer lugar, la gran jota de concierto de Francisco Tárrega, todo un despliegue del grado de virtuosismo que la guitarra española había conseguido construir a finales del siglo XIX, y que los guitarristas flamencos, auténticas esponjas rítmicas, supieron rápidamente absorber para hacerlo suyo. En este sentido, la interpretación de Alejandro Hurtado resultó espectacular, con un tempo endiablado, y al conseguir reunir la limpieza de sonido “a lo fino” de los concertistas de escuela, con el carácter rítmico y danzante de los concertistas “a lo barbero”. Solo faltaba una pareja de baile para ver expresado con imágenes el “aire”, o sea, el movimiento expresivo del virtuosismo de la guitarra flamenca.
Después de lo festivo, la segunda pieza, de composición propia, una habanera impresionista para evocar al que introdujo la modernidad en el repertorio de guitarra española, el catalán Miguel Llobet (Barcelona, 1878-1938). Si la guitarra es inconfundiblemente un instrumento social, idóneo para acompañar el baile, lo es también para interiorizar y expresar lo íntimo, para confesar los sentimientos. De alguna manera, estas dos piezas sirvieron de introducción para apreciar la riqueza de la guitarra española, clásica y flamenca, y sus contrastes expresivos. Lo pudimos apreciar claramente con la segunda parte del recital.
Dos toques flamencos clásicos de Ramón Montoya que interpretó de forma magistral, para poner sonido al lirismo del gitano madrileño Don Ramón, su rondeña y sus tangos lentos, o sea, lo que hoy llamamos tientos. Evocación indirecta al jerezano Don Antonio Chacón, que parecía suspirar aquella noche a través de la guitarra de Alejandro Hurtado, desde Alicante a Jerez.
El contraste rítmico y flamenquísimo después, con la interpretación espectacular de falsetas de soleares y coplas a golpes de bulería del gachó onubense Manolo de Huelva.
En resumen, un memorable recital de guitarra a solo que reunió la impresionante versatilidad de Alejandro Hurtado y su capacidad para integrar e interpretar la guitarra española, flamenca y clásica: compositor, intérprete, concertista virtuoso, investigador históricamente informado, con una propuesta renovada para descubrir o redescubrir, a la vez que actualizar, la riqueza musical y técnica de un periodo fecundo y poco conocido de la guitarra española, el conceptualizado como clásico-flamenco.
Texto: Norberto Torres Cortés