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Dani de Morón, sin miedo a perderse - Archivo Expoflamenco
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Dani de Morón, sin miedo a perderse

El guitarrista Dani de Morón, en un estado de pletórica madurez, brinda el repertorio ‘El sentido del cambio’ en los Jueves Flamencos de Cajasol, en Sevilla, únicamente acompañado por Los Mellis.


Me contaba el compañero Manuel Martín Martín que Manuel Morao, después de oír la enrevesada pieza de un joven guitarrista, se volvió hacia él y le dijo: “¿Qué ha tocado?” La anécdota puede tener una lectura apresurada: ¿cómo puede ser flamenco algo que ni el maestro Morao sepa identificar? Pero también nos invita a reflexionar sobre la vertiginosa evolución de la guitarra en las últimas décadas, y las lentes que usamos para examinarla.

 

Al flamenco, sea artista o público, le gusta pisar territorios conocidos. Por muy frondoso que sea el árbol de palos, escuelas, estilos y variantes –solo hay que ver la titánica tarea de Faustino Núñez al respecto–, parece fundamental saber que lo que oímos está perfectamente catalogado. Pero, ¿qué sucede si un músico se sale del tiesto? Puede que el oyente se sienta perdido, incómodo, desasosegado. Necesita una armonía o un compás reconocible que le sirva de estrella polar y le guíe en la audición, aunque solo sea para que los oles caigan en su sitio.

 

 

«Al flamenco le gusta pisar territorios conocidos. Por muy frondoso que sea el árbol de palos, escuelas, estilos y variantes, parece fundamental saber que lo que oímos está perfectamente catalogado. ¿Qué sucede si un músico se sale del tiesto?»

 

 

Confieso con toda humildad que alguna vez me he sentido perdido escuchando la guitarra de Dani de Morón. Pero no ha sido en ningún caso una sensación turbadora, sino un acicate para mi curiosidad: qué está haciendo, cuál es ese tiempo, por dónde va a salir ahora. Yo no lo sabía, pero no tenía dudas de que él sí. Abusando de confianza, le he preguntado directamente por su modo de abordar el toque, y siempre me ha respondido con la honestidad y la generosidad que le caracterizan, dentro y fuera del escenario.

 

En su cita con los Jueves Flamencos de Cajasol brindó una versión depurada de El sentido del cambio, diez años después de aquel asombroso debut que llevaba por título Cambio de sentido. Una vuelta de tuerca a lo que no es sino una misma senda, la aventura de un buscador que llega al presente en un estado de pletórica madurez.

 

 

 

 

Con la única compañía de Los Mellis a las palmas y los nudillos, arrancó fuerte con una serie de toques encadenados. Las bulerías camufladas en 3×4, que empiezan a ritmo de shuffle y terminan sin una sola falseta. La mariana que él mismo llama deconstruida, con unas armonías diferentes a sus formas tradicionales, buscando la claridad. Y una soleá no menos deconstruida, con permiso de Derrida, todo lo cual sirvió de aviso de por dónde iba a discurrir el concierto.

 

Hablamos de un guitarrista flamenco por los cuatro costados, y tan de Morón que lleva a la villa de la cal en su nombre artístico. Los refractarios a las vanguardias no pueden en este caso apelar a la ignorancia de la tradición ni al desarraigo, porque basta ver ese pulgar prodigioso para que ese argumento se desactive solo. Lo que sucede es que, como creador e intérprete, ha escogido la huida del aplauso fácil, aunque eso suponga desconcertar o abrumar a sus auditorios, jugar con sus emociones prescindiendo de la obligación de complacer. Por eso en el concierto no hay oles unánimes, porque cada espectador decodifica el mensaje a su manera. 

 

 

«Un guitarrista flamenco por los cuatro costados. Los refractarios a las vanguardias no pueden apelar a la ignorancia de la tradición ni al desarraigo, porque basta ver ese pulgar prodigioso para que ese argumento se desactive solo»

 

 

La farruca, una fantasía llena de delicadeza y burbujeante creatividad (una vez más, ¡qué pulsación!), o esa seguiriya que es un escalofrío invadiendo el patio de butacas, exploran así los adentros del respetable con reminiscencias de sus referentes de siempre, Cañizares, Riqueni, Paco del Gastor y por supuesto –en el virtuosismo y el arrojo– de Paco de Lucía, que se llevó a Dani de Morón de gira cuando todavía era un diamante en bruto.

 

No podía el músico olvidarse del llorado Manolo Herrera, que le dio una oportunidad cuando apenas era un veinteañero, ni dejar de agradecer –como forofo bético que es– “a quienes hayan dejado hoy el carné para venir a verme”, ya que el equipo de sus amores jugaba a la misma hora.

 

Dani de Morón había estado tan concentrado durante casi una hora y media que solo lo vimos sonreír al final, cuando se despidió por bulerías. Y sí, seguro que alguien se preguntó en algún momento de la noche “¿qué está tocando?”.

 

Pero a veces no hay que tener miedo a perderse.    

 

 

 

Ficha artística

Dani de Morón – El sentido del cambio
Teatro Cajasol Sevilla. Ciclo Jueves Flamencos. 3 de marzo de 2022
Guitarra: Dani de Morón, guitarra
Palmas, compás y jaleos: Manuel y Antonio Sánchez Montes – Los Mellis

 

Fotos: Fundación Cajasol

 

 

 


Un pie en Cádiz y otro en Sevilla. Un cuarto de siglo de periodismo cultural, y contando. Por amor al arte, al fin del mundo.

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