El Villamarta se rinde a Manuela Carpio
El Teatro Villamarta de Jerez vive una de sus grandes noches con el baile de Manuela Carpio y su gente. La bailaora terminó 'La fuente de mi inspiración' entre lágrimas, sabiendo que el trabajo ha sido realizado con honor y éxito.
Dijo Enrique El Extremeño, al finalizar la gala, que para unir a ese elenco encima de un mismo escenario hacían falta “dos cojones”. En este caso hablaríamos de ovarios, puesto que la culpable de tal hazaña no es otra que Manuela Carpio. No es una habitual de la programación del Festival de Jerez, aparece cada cierto tiempo para ofrecer una propuesta llena de buen baile y defendiendo un estilo puramente tradicional en las formas y fondo.
En La fuente de mi inspiración, la Carpio reúne a una serie de artistas del baile de distintas escuelas y generaciones que provocan en ella el estímulo necesario para crear y dejarse llevar, eso sí, junto a imponentes cantaores y guitarristas que construyen a la par. Desde 2017 no aparecía esta jerezana de armas tomar, pues manda en el escenario como pocas y se posiciona como una matriarca gitana a la que todos respetan. Y es que el respeto, ese pundonor de Manuela, es el resultado del día a día, de la generosidad que muestra con los suyos y de un gran corazón.
«La Carpio se quedó a solas, en su soleá, con su alma rota por el recuerdo de Juanillorro. Manuela, entonces, fue más Manuela y no dejó de fabricar escobillas, braceos y remates únicos. Su gente se crecía, ella levitaba»
La voz de Pepe Marín anunció en off la llegada de esta familia a un Teatro Villamarta lleno y con mucha gente de Jerez, que ya es difícil, y otras numerosas compañeras. Se abre el telón y aparecen tres marcos: uno a la izquierda, con la pareja Gema Moneo y Pepe Torres, uno a la derecha, donde aparecen Farruca y Antonio Canales, y el central, encima de una tarima, con Manuela Carpio y Joaquín Grilo. Estampa que marca el guion posterior.
Gema y Pepe derraman viveza, ganas y posibilidades en las bulerías para escuchar que cantan Juan José Amador y Miguel Lavi, acertados en todo momento. Gema ya no es la joven aspirante, sino una realidad constatada y que ha de seguir abanderando ese baile de raíz, de su tierra, de su apellido. Pepe, el de Morón, es quiebro imposible de cintura que improvisa y conmueve. Turno para Farruca, que continúa en la soleá, algo que no terminamos de entender habiendo otros estilos y cuando más tarde Manuela se marca una de esas de recordar para siempre. Pero la hija del gran Farruco tiene un estilo más sobrio, y su presencia, en esta edición, es más testimonial y representativa que otra cosa. Pero llega Canales, ese otro Antonio que por tangos dibuja la silueta de una Triana pasada. Tremenda y merecida ovación para sus vueltas sobre sí mismo, sus brazos enredados y sus cierres infalibles. En este caso, además de las guitarras de Juan Requena y Juan Diego Mateos, aparecen en acción Extremeño y Tañé, dos colosos del cante atrás. Torombo siempre está para echar el cable con sus palmas y redobles.
Para terminar el primer bloque, Manuela y Joaquín, por alegrías, con una sensibilidad extrema y con un baile por derecho. Ni una tontería. ¡Al tapete! Grilo está en estado de gracia y se muestra generoso con su compañera, dejándose llevar por los movimientos de la jerezana pero que, de forma curiosa, terminan mimetizados haciendo uno cosas del otro. Aquí se paró el tiempo. Momento destacadísimo.
«Manuela Carpio cerraba así otra gran noche en su vida, entre lágrimas, sin complejos y libre de hacer lo que ha sentido en todo momento. Ha dejado la sustancia de su ser más que firmada y todo lo demás no importa»
La Carpio se quedó a solas, en su soleá, con su alma rota por el recuerdo de Juanillorro, culpable de las emociones de todos, y quien nos dejó en agosto de 2018 sumidos en la pena. Su canté sonó, su imagen se vio y su alma se sintió. Manuela, entonces, fue más Manuela y no dejó de fabricar escobillas, braceos y remates únicos. Su gente se crecía, ella levitaba.
Dejó paso al momento Taberna, al que le sobraron minutos de diálogo y que marcó la juerga final con Enrique Pantoja, mito de la gracia y lo sublime; Israel de Juanillorro, Plazuela más que Plazuela y baile elegante como el de su padre; Diego de la Margara, esencia del baile de Jerez con todas sus calles, plazas y avenidas; Torombo, siempre varonil y fulminante; Iván de la Manuela, el menor de la familia, que pide espacio, y el resto de artistas que ya habían hecho acto de presencia y que se cantaron y bailaron entre ellos.
Manuela cerraba así otra gran noche en su vida, entre lágrimas, sin complejos y libre de hacer lo que ha sentido en todo momento. Añorando a Juanillorro. Ha dejado la sustancia de su ser más que firmada y todo lo demás no importa.
Ficha artística
Manuela Carpio – La fuente de mi inspiración
Teatro Villamarta. XXVI Festival de Jerez. 23 febrero 2022
Baile: Manuela Carpio, Joaquín Grilo, Farruca, Antonio Canales, Gema Moneo, Pepe Torres
Cante: Enrique El Extremeño, Juan José Amador, Manuel Tañé, Miguel Lavi
Guitarras y música: Juan Requena, Juan Diego Mateo
Taberna: Enrique Pantoja, Diego de la Margara, Torombo, Israel de Juanillorro, Iván de la Manuela