El hecho de que el Festival de Jerez alce el telón de su Teatro Villamarta, corazón escénico de la muestra, en su vigésima séptima edición con el Ballet Nacional de España es toda una declaración de intenciones. En absoluto es casual que el encuentro más universal del baile flamenco dé comienzo con la puesta en escena de la renovación de la obra El Loco, que fue estrenada hace justo dieciocho años en el Teatro Real llegando al Villamarta al año siguiente.

 

Es la primera función y nada puede fallar, sobre todo después de una pandemia que casi ahorca al festival, por lo que hay que aplaudir dignamente a la administración local por su apuesta sin medidas por la cultura. Ahora sí la normalidad parece haberse instalado, aunque todavía se puedan ver por el patio de butacas algunas mascarillas por aquello del por si acaso.

 

Con el aforo al cien por cien, dio comienzo un año más el festival respetado por todos, el más valorado, aunque queda mucho que ver y no todo será color de rosa, sobre todo porque algunos de los pinchazos de la pasada Bienal de Sevilla pasarán por aquí. Entre el público se encontraba sentada la ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria, Carmen Calvo.

 

Con respecto al BNE (Ballet Nacional de España), es difícil sacar errores evidentes del montaje reestrenado en Jerez, pues no hay una compañía a nivel español que cuente con los recursos económicos, por tanto técnicos, como la que se trata, por lo que el despliegue de cuerpo de baile, iluminación, vestuario y, sobre todo, dramaturgia y coreografías, es insuperable en su conjunto. Eso sí, cuando el flamenco más impoluto se quiere hacer presente sí que aparecen algunas carencias, como en el caso de las alegrías que interpretó la artista invitada, Esther Jurado. Otro aspecto a tener en cuenta es el dinamismo de la obra, que camina en línea ascendente llegando al punto más emocionante cuando se acerca el final, quedando la introducción de la trama algo estática.

 

 

«Obra digerible, para todos los públicos, con una sensacional puesta en escena… El Loco se siente, se entiende y se valora como tal. Grandísimo comienzo»

 

 

Como decimos, son algunos matices que ni mucho menos afean el gran trabajo que ha realizado Rubén Olmo, como director del ballet, Javier Latorre, como coreógrafo, y Paco López, quien ideó el montaje en su momento, se encargó y encarga del libreto y de la dirección escénica. Sublime trabajo el de los tres.

 

¿Y quién es El Loco?, dirán ustedes. Se trata de Félix Fernández, un bailaor sevillano de finales del siglo XIX del que poco se sabe más allá de que paseó su baile por los tablaos y cafés cantante del momento, en las primeras décadas del siglo XX, fue descubierto por dos miembros de Les Ballets Russes en el Café Novedades. Lo contrataron para que formara parte del mismo, para la interpretación concretamente de El sombrero de tres picos, en el que intervenían Manuel de Falla en la música y Pablo Picasso en el vestuario y escenografía, pero nunca terminó de adaptarse. Aunque rozaba las cotas del éxito, había algo que le impedía coronar su experiencia. Años más tardes fue ingresado en un hospital psiquiátrico de Inglaterra víctima de una esquizofrenia. ¿Esa frustración fue la causa o el motivo de su final?

 

Esta historia que referimos de forma tan reducida es la que sirve para expresar a Paco López un universo en el que manda la emoción y en el que los datos biográficos pasan a un segundo plano para que la relevancia sea la de las sensaciones. El director de la obra entiende, o entendió si volvemos a ese estreno en septiembre de 2004, que el paradigma vital de Félix puede ser asumido por cualquier persona, en distintas épocas y perteneciente a cualquier género. La frustración, la soledad, la falta de comprensión parte del resto, el querer y no poder, incluso el abandono. Para ello, Latorre utiliza una estética operística, abriendo la obra entre gritos, saltos y oscuridades, como prácticamente la termina cerrando el círculo de la idea principal.

 

El Loco se desarrolla de forma cronológica aunque, se destaca, no basa sus fortalezas en la biografía exacta de Félix. La fábula demuestra desde ese momento originario cómo el protagonista ve su realidad y no la que realmente sucede. Estremece el momento de la farruca, y el broche final con una carga dramática extraordinaria que hizo que el público se pusiera en pie.

 

Obra digerible, para todos los públicos, con una sensacional puesta en escena… El Loco se siente, se entiende y se valora como tal. Grandísimo comienzo.

 

 

Ficha artística

El Loco – Ballet Nacional de España
Dirección artística: Rubén Olmo
Idea original: Francisco López
Coreografía: Javier Latorre
Dirección musical: Manuel Coves, Orquesta de la Comunidad de Madrid (ORCAM), Músicos flamencos del BNE
Música: Manuel de Falla, Mauricio Sotelo, Juan Manuel Cañizares
Baile primeros bailarines:  Aloña Alonso, Inmaculada Salomón, Antonio Correderas, Sergio García, Eduardo Martínez
Baile solistas: Estela Alonso, Débora Martínez, Miriam Mendoza, Irene Tena, José Manuel Benítez, Albert Hernández, Matías López, Carlos Sánchez
Cuerpo de baile: Ana Agraz, Cristina Aguilera, Ana Almagro, Sara Arévalo, Pilar Arteseros, Marina Bravo, Mercedes Burgos, Irene Correa, Patricia Fernández, Yu-Hsien Hsueh, María Martín, Sara Nieto, Laura Vargas, Noelia Ruiz, Irene Tena, Vanesa Vento, Sou Jung Youn, Diego Aguilar, Juan Berlanga, Axel Galán, Álvaro Gordillo, Antonio Jiménez, Adrián Maqueda, Álvaro Marbán, Víctor Martín, Alfredo Mérida, Javier Polonio, Manuel del Río, Pedro Ramírez, Sergio Valverde
Cante: Saray Muñoz, Gabriel de la Tomasa, Juan José Amador “El Perre”
Guitarra: Enrique Bermúdez, Jonathan Bermúdez, Diego Losada, Víctor Márquez
Percusión: Iván Fernández, Roberto Vozmediano
Piano: José Luis Franco