Rocío Molina, entre risas y aplausos
El Festival de Jerez recibió la visita de una de las bailaoras del momento, Rocío Molina, que trajo ‘Vuelta a uno. Extracto de trilogía sobre la guitarra’. Propuestas cargadas de intelectualidad que hacen sentir estúpidos a quienes no entienden muy bien qué han visto.
Lo imprevisible de Rocío Molina, León de Plata de la Danza 2022 de La Bienal de Venecia, hace que cada una de sus apariciones tengan un halo de magia antes incluso de levantarse el telón. En el Festival de Jerez ha tenido una gran acogida desde sus principios, y, paulatinamente, ha conseguido consagrarse como una de las más rompedoras del momento. Pero claro, entre la inventiva y la realidad, la malagueña ha sabido perpetuar su singular visión de la danza y el baile a través siempre de mensajes tan personales como, a veces, polémicos.
No parece importarle la corriente carca, ni mucho menos va a coartar sus libertades por la respuesta que pueda recibir de críticos o aficionados más ortodoxos. Ni más faltaba, ahí no nos vamos a meter. La creatividad artística de perfiles como el suyo es necesaria para continuar descubriendo paisajes insólitos e insospechados.
En la jornada del viernes 25, con prácticamente todo el papel vendido, Rocío volvió a Jerez para concluir su trilogía sobre la guitarra, estrenada en 2020 con Inicio (Uno), acompañada por la mística sonanta de Rafael Riqueni, para pasar a sumergirse sin apenas tiempo para la consolidación en Al fondo riela (Lo otro del uno), contando con Eduardo Trassierra y Yerai Cortés en la cuerdas. Es este último quien asume la oportunidad de participar en el diálogo en este tercer vértice del proyecto que ha titulado Vuelta a uno, y más que un triángulo emocional se convierte en un círculo o molino cuyas aguas van y vienen limpiando y depurándose a sí mismas.
«El público se ríe una y otra vez con las ocurrencias de Rocío Molina, tales como comer peta zeta o hacer pompas con un chicle. Simbología de tiempos y espacios del ayer que vuelven al presente y hacen reformar su discurso creativo y emocional»
En esta última apuesta, Molina aborda con “diversión”. Así lo refirió en la rueda de prensa previa, un diálogo con la guitarra de un sublime Yerai Cortés, cuya aparición fue tan fundamental como ella lo fue en la segunda de las entregas que le hizo ganar el premio Guitarra con Alma del certamen (2021). Una vez más, hace patente su total implicación en un proyecto en el que no solo desliza sus dedos por la guitarra, sino que interpreta, camina, se acuesta, besa… Y es que Rocío dejó hace tiempo de convertir sus espectáculos en esquemas de evidencia, sino que es el movimiento la razón de ser, por lo que aquí no importan las partes, más el todo.
Esa diversión parece haberla contagiado al espectador, que se ríe una y otra vez con sus ocurrencias tales como comer peta zeta o hacer pompas con un chicle, para, al final, tener la lengua (creemos) de un color azul intenso a modo canalla. Simbología de tiempos y espacios del ayer que vuelven al presente y hacen reformar su discurso creativo y emocional. He aquí, en la emoción, donde personalmente me decepciona. Aunque no hay que obviar su íntima expresividad embelesadora, echamos en falta algo más de ese baile suyo que aparece cuando decide y que le da la máxima categoría al mensaje. Porque si a las luces (más de 70 focos), al sugerente y picassiano vestuario, y a la buena música de Yerai, encima, se le suma un buen baile, ya estaría todo hecho. Pero no, la pasión del discurso estuvo por encima del movimiento, llegando a componer una obra teatral en la que el baile fluye pero no pesa.
«La pasión del discurso estuvo por encima del movimiento, llegando a componer una obra teatral en la que el baile fluye pero no pesa»
Entre amagos de tangos, alegrías, taranta, seguiriya y verdiales de los Montes, Rocío conduce al espectador por su propia energía inspiradora paseándose por unas bancas a distintas alturas que le sirven de parque de juego, subiéndose y bajándose numerosas veces, escupiendo por la boca hasta golosinas –o eso parece desde nuestra butaca– y preguntándose y respondiéndose sobre la propia propuesta.
Al final, la gente enloquece por un espectáculo que define a una gran Rocío Molina pero que, a mi juicio, estuvo muy falto de emoción. A la salida, vuelve a ocurrir como de costumbre en estas propuestas cargadas de intelectualidad: hacen sentir estúpidos a quienes no entienden muy bien qué han visto. Pero es mejor no decirlo para no señalarte.
Ficha artística
Rocío Molina – Vuelta a uno. Extracto de trilogía sobre la guitarra
XXVI Festival de Jerez. Teatro Villamarta. 25 febrero 2022
Baile: Rocío Molina
Guitarra: Yerai Cortés
Idea original, dirección artística y coreografía: Rocío Molina
Música original: Yerai Cortés