Manuel Liñán: una reconciliación con dos tacones
El bailaor granadino Manuel Liñán vuelve a dejar en lo más alto su propio listón en el Festival de Jerez con ‘Pie de Hierro’, espectáculo con el que cierra un duro capítulo de su vida en el aspecto paternofilial.
Cuando todavía la gira ¡Viva! no ha tocado techo y sigue formando parte de programaciones internacionales, Manuel Liñán ha presentado Pie de Hierro en el Festival de Jerez. No sabemos de dónde saca tiempo este bailaor y coreógrafo granadino poseedor de una capacidad creativa sin límites.
Pero más que un ofrecimiento a quien lo espera, Manuel se regala este montaje a sí mismo. Es una necesidad, un compromiso con su yo más oculto y tormentoso. Es una reconciliación con su padre. Más que con él, es con ese sentimiento que arrastra quien un día pudo ponerse una bata de cola para romper los moldes y abrir caminos a tantos que sufrían la opresión sexista, o más bien machista, de una época en la que nuestra España era la piel de toro y estaba coloreada de sepia.
«Por fin padre e hijo vuelvan a quererse sin reproches y Manuel rinde pleitesía a su padre en un montaje de gran calidad y repleto de simbología»
En ese contexto sociocultural nace Manuel, y no en la ficción sino en la realidad. Su padre, Manuel Arroyo Pie de Hierro, como buen torero, puso todas sus esperanzas en su niño para que siguiera la tradición y tuviera un macho alfa que defendiera el honor de la raza y la fiesta española. Mientras revoloteaban esas intenciones por la mente de Pie de Hierro, a Liñán le apasionaban los tacones, la danza, las sedas, las flores, la libertad…
De forma opresiva, el pequeño Manuel es educado erróneamente y siente una y otra vez la frustración de dañar a quien le dio la vida por el simple hecho de actuar en contra de los ideales adquiridos. Durante décadas, y no lo digo yo, padre e hijo no consiguen entenderse y el bailaor ha de disimular todo lo posible sus tendencias y gustos, sus posturas y coreografías, todo lo que oliera a transgresión.
Pero por fin se da la conversación que hace que padre e hijo vuelvan a quererse sin reproches y Manuel rinde pleitesía a su padre en un montaje de gran calidad y repleto de simbología. Nos cuenta desde el principio toda esa historia apoyándose indiscutiblemente en el cante de David Carpio, que también es actor. El cante del jerezano es francamente insuperable en esta función. Las palmas la asumen Tacha González y Ana Romero.
«Manuel sigue bailando con dos tacones, cerrando otro capítulo en su más que faraónica trayectoria vital. Todo lo hace con sentido, nada sobra, todo tiene gusto»
Desde un enorme burladero, David comienza por bulerías al golpe para que Manuel suelte toda su furia ante él. Vestido de negro y cuero, siente la necesidad de acabar con esa barrera. Lo hace también en la seguiriya, con sombrero de ala ancha, una falda también negra y la potestad musical de la batería de Jorge Santana, así como por la guitarra eléctrica de Víctor Guadiana, más tarde excelente violinista. Éste y Juan Campallo, de cuerdas flamencas, diseñan un momento de musicalidad rompedora y evocadora por alegrías, proyectando sus siluetas equidistantes en ese burladero que sirve de pantalla. Así de gustosas suenan las alegrías, bulerías de Cádiz o jotas aragonesas, conectando con el público y brillando con chaqueta de lentejuelas pero sin que se note mucho, para pasar a vestirse de rosa, cuerdas y flores afinando el final con una farruca de alto voltaje.
En las primeras filas del teatro, un foco alumbra a una butaca, esperando ver sentado al padre del artista que siempre la dejaba sin ocupar. Manuel sigue bailando con dos tacones, cerrando otro capítulo en su más que faraónica trayectoria vital. Todo lo hace con sentido, nada sobra, todo tiene gusto. Se despide con una voz en off de sala, con luces encendida y acogiendo el calor emocionado de tantos que lo sitúan como el bailaor más emocionante del momento.
Ficha artística
Manuel Liñán – Pie de hierro
Teatro Villamarta. XXVI Festival de Jerez. 27 febrero 2022
Dirección/coreografía/baile: Manuel Liñán
Asesor de escena: Alberto Velasco
Colaboración especial: David Carpio
Música: Víctor Guadiana, Juan Campallo
Asesor musical: David Carpio
Palmas: Ana Romero, Tacha González
Guitarra: Juan Campallo
Violín/ Guitarra eléctrica: Víctor Guadiana
Batería: Jorge Santana