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Estrella Morente: vestigios de su progenitor

El Centro de Arte Tomás y Valiente (Madrid) celebra las 38 Jornadas Flamencas de Fuenlabrada 2023. Es el turno de Estrella Morente. La cantaora viene acompañada de un elenco sublime que la arropa en todo momento y embellece la actuación.


Dos palmas, dos percusiones y dos guitarras inauguran el espectáculo en un escenario en el que los músicos parecen estar flotando por el evidente predominio del color negro. Unos nudillos comienzan a marcar el compás por alegrías en la caja de una guitarra y sale Estrella al escenario combinada con el resto de los intérpretes. Un mantón de lentejuelas negras al hombro va a ornar algunas de las poses que recogen su cante. El dinamismo con el que ejecuta el tirititrán aporta frescura. Poco a poco se revela la preeminencia de las cantiñas que se hacen hueco entre las letras por alegrías. Las cantiñas de la Mejorana, una romera y una letra alta por alegrías belmontianas en las que la hija de Morente, aludiendo a un poema de José Bergamín, expone un pasaje de la vida del torero con ademanes relatores y una armonía minuciosa. El diez del compás viene marcado por un cambio de luces para rematar la letra de la cantaora. Así se observa una perfecta cooperación entre todas las personas que están trabajando en la escena para la perfecta puesta a punto de la actuación.

 

A continuación, Estrella comprueba que está en su tono y arranca con unos abandolaos que destapan la personal e inherente dulzura con la que ejecuta su cante. Muestra simpatía y conexión con el público y aporta una vehemencia con las manos que le sirve para adornar y envolver las notas con las que arrulla al cante. Es la ejecución de la jabera el momento en el que se empiezan a descubrir los múltiples matices que decoran su voz. Al fin de la interpretación de este palo, un foco blanco ilumina las cuerdas de la guitarra de Montoyita. El espacio torna oscuro de nuevo y el quejío profundo con el que nos sorprende la cantaora aparta la dulzura de golpe. Una inflexión sobria que poco a poco adquiere potencia para entrar por tangos. Un ayeo morisco que nos devuelve a aquella Granada previa a 1492, aún sin conquistar. A pesar de las trazas festeras del cante, Morente saca toda esa garra que no ha estado presente hasta el momento. Incluso se marca unos repizcos flamencos al estilo de la Chana, sin levantarse de su silla, pero salvando las distancias, por supuesto.

 

Enrique Morente está presente en todo momento en la actuación. Por un lado, por la riqueza vocal de la que la cantaora hace uso. Por otro, por las voces de Ángel Gabarre y Antonio Carbonell que, junto a la protagonista, hacen alusión a esa polifonía a la que el cantaor recurría con frecuencia. Asimismo, se hace irrebatible su presencia por la referencia a sus composiciones. La hija del cantaor retira la silla, se recoloca el mantón y se dispone a cantarle a Granada por bulerías rescatando una de las magníficas composiciones de su progenitor en la que nombraba la Alhambra y a Bernarda y Fernanda de Utrera. Parece que cada vez se encuentra más a gusto encima del proscenio, por lo que cada vez se atreve a jugar más con el flexible registro de su voz. Esto permite al público disfrutar, con alternancia, de un empaque más grueso y una dulzura tan frágil que parece de cristal. A su vez, los guitarristas la apoyan con unas virguerías de falsetas que la cantaora no tiene más remedio que agradecer y halagar. De hecho, en muchas ocasiones durante la actuación se acerca a ellos para mostrarles su cariño y transmitirles lo grandes músicos que son. Se percibe que todos trabajan de una manera bastante similar, por eso se refleja tanta uniformidad en el espectáculo. Por su parte, Estrella no solo cuida la impecabilidad técnica, sino que está muy pendiente de cada una de las posturas que va adquiriendo. Y de manera paradójica, en el escenario todo fluye con naturalidad, sin demasiado protocolo.

 

 

«Estrella Morente retira la silla, se recoloca el mantón y se dispone a cantarle a Granada por bulerías rescatando una de las magníficas composiciones de su progenitor en la que nombraba la Alhambra y a Bernarda y Fernanda de Utrera»

 

 

Estrella Morente, con los guitarristas Monti y Montoyita. 38 Jornadas Flamencas Fuenlabrada. Centro de Arte Tomás y Valiente, Fuenlabrada (Madrid). 18 de marzo de 2023. Foto: Vicente Pachón

 

 

Llega el momento en el que la artista se queda sola con Montoyita en el escenario. Por la tonalidad de la guitarra no hay duda de que la taranta va a ser la siguiente protagonista de la noche. Pero entonces sorprende con la malagueña del Canario, un cante que utiliza para mostrar otra parte de su voz. Cante con el que contiene el aire hasta el último momento para soltarlo de golpe y explotar en ese gorgorito incesante al que tiene al público acostumbrado. Finalmente, apoya su cante en una taranta que desprende un halo adyacente a Manuel Vallejo, sobre todo por los giros con los que adorna los tercios.

 

El registro agudo de matices aniñados se vuelve adulto de manera inmediata cuando llega el momento de recoger el lamento de la soleá. En este caso, la peculiaridad es que utiliza letras que se interpretan por tangos para encajarlas en la amalgama. El característico «tú vienes vendiendo flores», pero por soleá. Queda claro que hay ciertas particularidades que son un plus para arrancar el olé del público y, este momento es uno de ellos. La soleá de Paquirri marca el fin de este palo, pero el inicio del solo de Agustín Carbonell. Un solo que soporta una impoluta y elegante técnica. Así es su toque. Una clara evocación a Sabicas que mezcla con una indudable personalidad y una transgresión a veces perceptible. Otras, más cautelosa. El guitarrista crea una atmósfera tan agradable que su momento se convierte en algo excesivamente efímero dentro del espectáculo. Los asistentes están ante uno de los mejores momentos de la noche. Y es que no dejan pasar ni medio segundo desde que Carbonell acaba su toque para aplaudirle y transmitirle su admiración.

 

Estrella Morente sale al escenario acicalada con otra vestimenta. Mismo estilo, pero otro toque más señorial. Más flecos, más lentejuelas y colores luto, pero siempre preparada para verter tintes morentianos en el patio de butacas. Esta vez con La Alhambra lloraba, expande unas ornamentaciones propias de pájaro clarín entre los cañaverales del Tomás y Valiente. Y es que en esta segunda parte, la sensualidad, el dominio, el disfrute y la calurosa acogida del público dominan un concierto que poco a poco va llegando al final. Una protagonista pizpireta que derrocha quejidos y deja entrever una voz rota por la emoción del momento, se despide por bulerías homenajeando a Chavela Vargas con La noche de mi amor.

 

Y así termina una noche marcada por la naturalidad y la barroca ornamentación del cante, así como por una impoluta técnica vocal, el compañerismo y la destacable profesionalidad de los músicos que acompañan a Estrella y que se han encargado de revestir el espectáculo. Pero sobre todo, una noche en la que ha fluctuado de forma constante la nostalgia y el recuerdo de quienes tenían predilección por Enrique. Es innegable que Estrella intenta, en cada actuación, acercar a los aficionados la estela de la herencia que dejó su padre. No es que no se agradezca o no se valore. Pero es que Enrique Morente era mucho Enrique Morente.

 

 

Ficha artística

Estrella Morente
38 Jornadas Flamencas Fuenlabrada 2023
Centro de Arte Tomás y Valiente, Fuenlabrada (Madrid)
18 de marzo de 2023
Cante: Estrella Morente
Cante y palmas: Antonio Carbonell Muñoz y Ángel Gabarre Barrull
Toque: José Carbonell Muñoz Montoyita, José Carbonell Serrano, Monti y Agustín Carbonell, El Bola
Percusión: Pedro Gabarre Carbonell y Francisco Javier Conde Morente

 

 

Estrella Morente. 38 Jornadas Flamencas Fuenlabrada. Centro de Arte Tomás y Valiente, Fuenlabrada (Madrid). 18 de marzo de 2023. Foto: Vicente Pachón

 

Montoyita y El Bola. Recital de Estrella Morente. 38 Jornadas Flamencas Fuenlabrada. Centro de Arte Tomás y Valiente, Fuenlabrada (Madrid). 18 de marzo de 2023. Foto: Vicente Pachón

 

 


Bailaora madrileña. Graduada en Comunicación Audiovisual por la Univ. Rey Juan Carlos. En Amor de Dios, Casa Patas y Cristina Heeren desarrolló su gusto por la danza y el flamenco. «No somos atletas. Estamos empezando a cometer el triste error de ofrecer al público una confección enlazada de complejos zapateados a una velocidad desorbitada sin la modulación propia de la música que estamos adornando y que nos adorna».

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