Diego Amador JR: la juventud de la saga Amador acuna al duende
Crónica de la actuación de Diego Amador JR en el Ciclo AIEnRuta Flamencos 2023, Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid.
La Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid acoge un año más los conciertos del ciclo AIEnRuta Flamencos. Es el momento de disfrutar de la voz y la forma de sentir el flamenco de Diego Amador JR. El cantaor viene acompañado de Ricardo Vázquez Amador a la guitarra y Luis Amador a la percusión. No se puede hablar de esas luces tenues que crean intimidad e invitan a disfrutar de un espectáculo con solera. No por la actuación, sino por la elección de la refulgencia que la acoge. A pesar de esto, el solo de guitarra hace la función de aquellos focos que iluminan el proscenio al inicio de un espectáculo. Es Ricardo el que añade intimidad a la escena. La presteza y la vitalidad de las que se sirve el guitarrista hacen enmudecer hasta el aliento del público, pues este tiene la suerte de toparse con una guitarra que pronuncia y diserta con una entereza ilimitada. A este primer artista le reviste la mesura y el descaro de quien aprovecha cada oportunidad para no dejarse nada en el tintero. Como si cada vez fuera la última.
Diego entra al escenario y, de repente, el protagonista es un metal grave y enronquecido colmado de temperamento y gitanería que entona, como suele ser habitual al inicio de un espectáculo, un martinete. En muchos casos, las tonás pueden resultar anodinas o pasar desapercibidas por la falta del factor sorpresa, pues lo habitual es que este palo sea el encargado de alumbrar la primera escena. Aquí, la vitalidad con la que el cantaor logra conectar con el público hace que la falta del componente de lo inesperado pase desapercibido. A este cante le prosiguen unas cuantas letras por seguiriyas en las que quedan embebidas los estilos de Manuel Molina y Paco la Luz. Diego Amador no recurre a un macho para clausurar estas coplas y se limita a acelerar la última letra que entona. No es que no resulte exquisito, pero la idea general es que la voz del protagonista da para subir a los tonos mayores que exigen algunos machos y para mucho más, aunque a medida que vaya avanzando la actuación, se podrá ver que es la tónica general cuando se dispone a acabar sus cantes. La melosidad ausente hasta ahora, aparece con la agilidad de esos acordes que saben que llega el momento de apoyar la sonoridad austera de un taranto. Aquí se destapa la personalidad de Amador JR, pues el adorno gutural que anuncia el final de cada tercio añade una identidad de la que no se está acostumbrado a disfrutar, pues no se desborda en ese quejío roto característico. Consigue convertir en novedad la rutina por su facilidad para aportar estilo.
Después de estos primeros cantes, se puede discurrir que el cantaor, a pesar de su juventud, tiene la sabiduría propia del que sabe cuándo debe oprimir cada tercio y la personalidad concerniente al que sabe que un día como hoy va a poner rostro a la juventud de una renombrada saga. El aire binario continúa siendo el galán de la noche, pues el cantaor interpreta unos tangos airosos con mucho soniquete. Una estela camaronera brota de su garganta y se desborda entre las letras del célebre cantaor de San Fernando. Sin duda es el palo de Amador por su convicción y por el sonsonete con el que presta su voz al cante. Parece que el convencimiento que apremia después de recitar los tangos le da la fuerza suficiente tanto para agradecer a los asistentes su presencia como para emprender el camino hacia esos fandangos que requieren de mayor interpretación y conexión directa con la gente. Y es que estos no solo deben cantarse, sino también contarse.
«El cantaor está forjando una personalidad arrolladora en un periodo dicotómico del flamenco en el que aún no se alcanza a discernir qué es lo que se valora realmente. No obstante, Diego se ha subido a las tablas con la única finalidad de defender su cante porque en él van implícitas su verdad y su forma de sentir»
Es un quejío nostálgico el que precede la mirada firme de Diego hacia el auditorio. La guitarra mezcla el halo melancólico con las cadencias propias de este palo. El compás libre también se adhiere a cada letra. Y un repentino ritmo enclaquetado preludia el estilo de Juan María Blanco y la malagueña del Canario. Pero la voz solemne y desgarrada que ha revelado hasta ahora, se vuelve más ligera y armoniosa para inocular a la noche una dosis de soleá por bulerías. La ductilidad no dura mucho tiempo, pues enseguida se retorna al bramido sofocado de las cuerdas de la guitarra. El elenco vuelve a introducir el factor sorpresa en su exégesis, pues vuelven a concluir con la aceleración de los últimos tercios y no por bulerías como seguramente se esperaba.
Un puñado más de letras por bulerías precipita el final del acto. La percusión, de la que no hemos hablado hasta ahora pero que está muy presente en toda la actuación, ofrece ahora una coyuntura especial gracias al diálogo con el instrumento de seis cuerdas. Ricardo, Luis y Diego disfrutan engarzándose en el compás. Y es que el momento es tan auténtico que se puede percibir la inercia del impulso con el que el arte bambolea a los artistas implicados cuando el flamenco pide rematar con medio compás más.
El metal de Diego Amador Jr no ha dejado indiferente a nadie. En su voz se sobreentienden la sabiduría y la madurez de quien ha bebido de las tres disciplinas del flamenco. Ha dejado en muy buen lugar a las raíces que le han dado la oportunidad de acunar el duende. Y es que no se puede dejar de mencionar la sensatez y el entusiasmo con el que se ha enfrentado a una vertiente del flamenco que no es fácil de amparar. Parece una persona tímida que no quiere pasar sin hacer ruido en sus actuaciones, pero con la condición de que la reverberación de ese ruido se escuche más fuerte dentro de él que desde el patio de butacas. Tampoco sabemos si la linealidad en algunos cantes viene dada por su carácter prudente o porque aún se está descubriendo, pero es indudable que los aficionados tienen que ver mucho más de él. El cantaor está forjando una personalidad arrolladora en un periodo dicotómico del flamenco en el que aún no se alcanza a discernir qué es lo que se valora realmente. No obstante, Diego se ha subido a las tablas con la única finalidad de defender su cante porque en él van implícitas su verdad y su forma de sentir.
Ficha artística
Ciclo AIEnRuta Flamencos 2023
Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid
16 de febrero de 2023
Cante: Diego Amador JR
Guitarra: Ricardo Vázquez Amador
Percusión: Luis Amador