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Mayte Martín: el cante no es para sordos

Mayte Martín, una de las mejores voces del panorama musical, dentro y fuera del flamenco, dejó constancia de ello en el Auditorio Nacional de Música, Madrid, acompañada de la guitarra de Raúl El Perla.


Diría que el Auditorio Nacional de Música es el sitio idóneo para que una cantaora de esta categoría despliegue todas sus herramientas vocales y nos deje encandilados. Pero la luz, el parqué del suelo y las sillas donde van a acomodarse los artistas no es que inspiren de manera precisa y directa un ambiente flamenco, más bien todo lo contrario. Al menos unas sillitas de enea, ¿no? En cualquier caso, ya se van a encargar Mayte Martín y Raúl El Perla de poner toda la flamencura del mundo a nuestros pies, por eso la estética solo me preocupa de manera puntual. Entonces sale la cantaora con su habitual traje oscuro y su compañero, uniformado con esta y de la mano de su guitarra.

 

Unos cantes de levante rompen el silencio del Auditorio. Comienzan deleitándonos con una minera, una cartagenera y la taranta de la Gabriela. Sirviéndose de este cante, ambos inundan la sala de dulzura, calidez y calidad. El empaque tan sutil y perfecto que se produce entre la melodía y la armonía deja una sensación apaciguadora entre los asistentes. El dominio de la mesura y la potencia de la voz indican que nuestra protagonista tiene técnica, estilo y mucho trabajo detrás. Es el vivo retrato de aquella frase de Manolo Caracol en la que afirmaba con sabiduría que el flamenco no es un arte para sordos. Creo que el sentimiento de agradecimiento es general, pues se para un momento para explicarnos que es el sitio idóneo para recuperar un cante que hacía mucho que no ponía en práctica, a través del que se quiere acordar de aquellos maravillosos años en los que logró premios como La Lámpara Minera del Festival del Cante de las Minas.

 

A continuación, vuelve a sumir al público en una sensación de trance con su cante por soleá. Comienza con Joaquín de la Paula y hace un buen recorrido por Alcalá, Cádiz y Triana. Es importante hacer mención sobre todo a algunos estilos de soleares que no se escuchan con mucha asiduidad y a las que Mayte sabe poner la modulación y la personalidad suficientes como para quedar una vez más fascinados con su interpretación. Así, es fundamental destacar su soleá de Pinea, la de Paquirri y Enrique el Mellizo. Por supuesto, no podemos dejar pasar la oportunidad de hablar del toque del Perla. Creo que Mayte ha encontrado el perfecto acompañamiento. Entre los dos han llegado a un equilibrio que pocas veces he visto entre cantaora y guitarrista, pero es que él es un gran profesional y sabe adornar cada tercio del cante con el timbre adecuado, aportando delicadeza, suavidad o fuerza cuando el momento lo requiere. El que no termina de dar con la tecla es Álvaro, el técnico de sonido al que la cantaora nombra tantas veces y con el que parece que llega a un acuerdo llegando al ecuador de la actuación. Así que, después de modificar el reverb innumerables veces, arranca con una seguiriya, acordándose de Manuel Molina, Manuel Cagancho o Paco la Luz. En este caso sí hay cierta diferencia, y es que la voz de la cantaora se quiebra levemente, algo que puede ser necesario para aportar el empaque necesario a la entonación de una seguiriya. A pesar del quejido natural que nos brinda su garganta, consigue permanecer en todo momento en la misma línea en la que empezó, manteniendo la técnica y los giros que la caracterizan. Asoma entonces la melodía tradicional de una escobilla por seguiriyas y la interpretación de otras muchas falsetas que no dejan indiferente. Es increíble ver la agilidad de su pulgar, el perfecto conocimiento de la distancia entre las cuerdas y entre traste y traste. Todo esto manifiesta que hay un duende con mucha astucia tras las cuerdas de la guitarra.

 

 

«Que una actuación prácticamente susurrada puede también apuntar al corazón. Que los artistas son humanos y se equivocan, porque hasta la mismísima Mayte Martín se va de tono. Pero hay que ser capaz de recuperar la actuación con toda la humildad y sencillez»

 

 

A través de un cante por fandangos quiere traer con nosotros, por un momento, a la Niña de los Peines. Se empiezan a presentir aplausos al final de cada fandango, pero no. No los hay. No obstante, no son indispensables porque a estas alturas Mayte tiene al público metido en el bolsillo y es, en este momento, en el que a pesar de la ausencia del aplauso, la admiración se palpa. Y es que muchas veces un silencio puede llegar a ser la clave del éxito y decir mucho más. De repente, pasa algo que no esperamos, pues con la misma naturalidad con la que ha estado dirigiéndose a nosotros durante esta parte de la actuación, vuelve a hacerlo para decirnos que no puede continuar porque se ha ido de tono. Le vuelve a dar la mano a su satírico humor y su espontaneidad y el espectáculo continúa. Esta vez por tientos. No siempre las letras llaman la atención por bonitas, pero en este caso ha elegido unos tientos con mucho gusto: Vente conmigo, serrana, y te daré cañita dulce que te traigo de la Habana. En la artífice no solo es especial y personal su cante, la transición para pasar de una nota a otra muchas veces es incluso más bonita que la propia melodía que sostiene los tercios. Tercios melosos a compás de tangos que van abriendo camino al aire de la Bahía. Y así llegamos a las cantiñas. El compás que sale de las palmas de Mayte anuncia que viene algo bueno. Y no nos equivocamos. Comienza con un tirititrán muy coqueto que tizna el cante, en cierta manera, con el espíritu de Chano Lobato. Martín deja a Cádiz en buen lugar, pues le canta desde el gusto y el cariño. El paso que hace por las cantiñas tampoco es menor. En este caso nos da la oportunidad de escuchar la romera, las cantiñas del Contrabandista y las del Pinini. Las falsetas con más gusto y algarabía llegan en este punto de la actuación. La agilidad de los dedos vuelve a aportar maestría al toque y sorprende una vez más al auditorio. Por último, retoma unas alegrías con tanta elegancia que más de una vez se puede pensar que lo único que falta encima del escenario es la figura de Pastora Imperio levantando los brazos y moviendo la bata de cola. Unas alegrías que plasman que los buenos flamencos saben bien dónde se encuentra la raíz y nunca se olvidan de ella, en este caso haciendo alusión a este último compás que lleva un gran aire de jota.

 

Parecía que el espectáculo había concluido, pero los artistas vuelven a salir a las tablas orgullosos del éxito que han cosechado. Y para celebrarlo, elevan su actuación a un nivel estratosférico compartiendo con nosotros unas bulerías que emocionan a la gente. Bulerías con la misma mesura y sensatez que han acompañado cada uno de los cantes de la tarde.

 

A modo de conclusión, subrayamos que esta actuación no se ha tratado solo de una manera de resguardarnos del frío con un rato de buen flamenco, sino que ha representado todo un dechado de enseñanzas importantes en la trayectoria de un artista. En primer lugar, que el aplauso no es sinónimo de éxito, que muchas veces pensamos que quien recibe un aplauso en mitad de un concierto es más profesional y ha llegado más al público, pero no es así. Prueba de ello es lo que ha ocurrido en Madrid con estos virtuosos. Que no hace falta gritar ni cantar muy alto para llegar a los demás, pues una actuación prácticamente susurrada puede también apuntar directa al corazón. Por último, que los artistas son humanos y se equivocan, porque hasta la mismísima Mayte Martín se va de tono. Pero hay que ser capaz de recuperar la actuación con toda la humildad y sencillez que deben envolver a un profesional. Y amigos, creo que aquí reside el verdadero secreto del éxito.

 

 

Ficha artística

Recital Mayte Martín
Auditorio Nacional de Música, Madrid – Viernes 28 de enero de 2022
Cante: Mayte Martín
Guitarra: Raúl El Perla

 

 


Bailaora madrileña. Graduada en Comunicación Audiovisual por la Univ. Rey Juan Carlos. En Amor de Dios, Casa Patas y Cristina Heeren desarrolló su gusto por la danza y el flamenco. «No somos atletas. Estamos empezando a cometer el triste error de ofrecer al público una confección enlazada de complejos zapateados a una velocidad desorbitada sin la modulación propia de la música que estamos adornando y que nos adorna».

1 COMMENT
  • Francisco en París 31 enero, 2022

    Ole por tu crónica tan detallada y exhaustiva.

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