Pedro el Granaíno, la cal del cante en la garganta
El cantaor afincado en Sevilla presentó en la Bienal de Flamenco su espectáculo ‘Maestros’, dedicado a Enrique Morente, Fosforito y Chocolate.
Comienza el otoño en Sevilla, hoy no te hace falta el sombrero. Vamos ya, que el Teatro Lope de Vega nos espera. Esta noche canta Pedro el Granaíno, una de las actuaciones más esperadas de esta Bienal de Flamenco. Es el más solicitado en los festivales de los últimos años, el que hace más dobletes, y hasta tripletes. No sé si incluso, exceptuando a Poveda, el que más cobra.
Qué tiene este gitano que lo hace tan especial. La afición de los que han conocido tarde el flamenco. Él no puede jactarse de haber mamado el cante desde la cuna. Pedro Heredia Reyes cogió un día a su familia y se plantó en Sevilla con su furgoneta para vender calcetines en los mercadillos de la capital. Bendita la hora, dijo ayer, porque Sevilla me vio nacer al flamenco. Descubrió a Tomás Pavón y decidió abordar sus soleares de un solo jipío. Se enamoró de la música de Enrique Morente y de Camarón, y se puso a copiarlos. El primero lo engrandeció como artista. El segundo le cascó la voz.
«¿No decías que era gitano? Mira, más gitana que Pastora no la ha habido. Demostró Pedro un gran conocimiento presentando el cante con la petenera primitiva, la que pregunta a la bella judía a dónde va descompuesta y a deshora»
Y es una pena. Cuando lo conociste, recuerdas, los matices hacían cola para desfilar por su coloreada garganta. Siempre tuvo una voz afillá, de ensueño, que aplacaba tu melancolía por no haber podido conocer a los viejos maestros. Voz decimonónica encerrada bajo el nudo más elegante que cabe esperar en un pañuelo de lunares. Algo queda de aquello, desde luego. Lo suficiente para que te dé una de cal y otra de arena. Con la cal de anoche, te pagas el precio de cien entradas. Como la que se derramaba por su voz desvencijada en la seguiriya dedicada a Chocolate, mientras Patrocinio Hijo paraba la respiración de cientos de almas en el coliseo. Desde Manuel Torre y Joaquín Lacherna hasta rematar por el señor Manuel Molina. O en la petenera. No decías que era gitano. Mira, más gitana que Pastora no la ha habido. Demostró Pedro un gran conocimiento presentando el cante con la petenera primitiva, la que pregunta a la bella judía a dónde va descompuesta y a deshora. El maestro Fosforito se hizo presente en la corta y la larga de Medina el Viejo.
Más momentos brillantes. Los trémolos de Antonio para introducir una fantástica malagueña del Canario. Esta vez, recordando a Morente:
De tu pelo,
por las trenzas de tu pelo
un canario se subía
y se paraba en tu frente
y en tu boquita bebía
creyendo que era una fuente.
Le siguió una no tan buena malagueña del Mellizo. Pero el Granaíno, antes de acordarse de su tierra con el fandango abandolao de Frasquito, se encomendó de nuevo a Antonio Díaz, y construyó, con sangre y barro, una obra maestra del zángano de Puente Genil.
Esa fue la tónica de toda la noche. De Chocolate a Morente, de Morente a Fosforito. Ah, claro, por eso el título del espectáculo: Maestros. Ahí has andado fino. Está bien homenajear a los que han marcado tu desarrollo como artista. Pero es hora de dejar de copiar para implosionar como gran figura del flamenco. Y Pedro el Granaíno tiene cualidades para serlo. Tendrá que dejar de castigarse, fíjate en la soleá. La mano de Antonio apenas cabe en el hueco limitado por la cejilla. El ocho, el nueve por medio, yo qué sé. Me temo que, a este paso, no podremos disfrutar de él muchos años. Eso sí, anoche me hizo temblar con esa soleá bañada en Chocolate. Tomó de un brazo a Antonio Núñez Montoya, y del otro a Tomás Pavón Cruz. Así también me voy yo para Jerez. Frijones y La Serneta nos esperan llorando. Qué gustazo recalar en Triana, en la tienda de los Leones de la calle Castilla.
«Con la cal de anoche, te pagas el precio de cien entradas. Como la que se derramaba por su voz desvencijada en la seguiriya dedicada a Chocolate, mientras Patrocinio Hijo paraba la respiración»
Abrevia, que se hace tarde. Espectaculares los tarantos, no tanto la taranta. Tanto, tanto me viene el regusto a Chocolate. Y de Morente. Cuánto hubo de Morente. La seguiriya de la película Flamenco de Carlos Saura. No me gustó nada. Fue nada más salir, así, sin calentar. Los tangos de Granada, celebradísimos por el público:
Dios te salve, María gitana,
rosita temprana,
de mayo y abril.
Gran ovación también para la canción por bulerías Donde pones el alma, donde Pedro el Granaíno presentó a su hija Antonia Heredia. Aquí Morente se adueñó del Lope de Vega. Menos mal que el maestro Fosforito, que no pudo asistir, puso su llave de oro a disposición en un fandango de terciopelo que Pedro le dedicó ya en la despedida. Antes, el Granaíno tenía un as en la manga para cargarse el teatro a sus espaldas. La saeta al Cristo de los Gitanos desde el palco principal:
Pare mío de la Salud,
si es que estamos en tus manos,
líbranos de esta agonía,
mi Señor de los Gitanos.
Me ha puesto los vellos de punta este hombre. Con la que está cayendo, y esa letra.
Fotos: Claudia Ruiz Caro – Bienal de Flamenco
Ficha artística
Espectáculo: Maestros
Ciclo: XXI Bienal de Flamenco
Lugar y fecha: Teatro Lope de Vega, Sevilla. 21/9/2020
Al cante: Pedro el Granaíno
Al toque: Antonio Patrocinio Hijo
Percusión: Javier Campallo
Coros y palmas: Luis Dorado, Joaquín González y Antonia Heredia