Rafaela Carrasco y el mito que nos habita
La bailaora sevillana Rafaela Carrasco viaja en el tiempo y la fantasía para dar forma a su ‘Ariadna (al hilo del mito)’, que puso en pie el Teatro de la Maestranza de su ciudad natal.
Si ustedes viajan a Creta, en concreto al templo de Cnossos en Heraklión –el lugar donde, dicen, se hallaba el famoso laberinto del Minotauro–, se encontrarán con un montón de piedras y con unas columnas repintadas de rojo chillón que tienen más que ver con la fantasía de su descubridor que con la verdad arqueológica. Uno puede salir de allí decepcionado, pero con la lección aprendida: los mitos no viven en ningún lugar concreto, salvo en nosotros mismos. Están vivos porque seguimos bebiendo de ellos.
El baile flamenco, capaz de absorberlo todo, desde la historia de Juana La Loca a las mujeres tremendas de García Lorca, no iba a dejar de lado la Antigüedad clásica, y aquí tenemos a Rafaela Carrasco metiéndose en la piel de Ariadna, la princesa cretense, hija de Minos y Pasífae, que pasó a la posteridad como salvadora de Teseo. Según la versión más extendida, al prestarle un hilo con el que guiarse en el laberinto, logró derrotar al monstruo y salvar su vida.
Ariadna (al hilo del mito) es el título de esta propuesta que despegó en 2020, sufrió el frenazo pandémico y reanuda ahora, por suerte, su camino. El rumor de las olas del mar da la entrada a la bailaora a solas, combinando el secreto código de brazos y manos con la precisión de sus pies, en los que cada acento es perfectamente distinguible. Hoy se tiende a hablar de movimiento como lenguaje, pero no son tantas las bailaoras que plantean un discurso real: la sevillana es una de ellas.
Una escenografía muy esquemática, hecha de grandes planos, dialoga con un diseño de luces muy trabajado, que enriquece la escena continuamente: luces eléctricas, eso sí, sin la calidez que se atribuye al sol de Homero. Carrasco cede el protagonismo a sus bailaores, que además de desplegar una energía notable hacen gala de una perfecta sincronización. Todo ello va a ir acompañado por los textos de Álvaro Tato –interesante poeta que en la última década ha demostrado también sus dotes para el teatro– dichos por el actor Carmelo Gómez.
«Lo que acapara los sentidos es el baile de Rafaela, más introspectivo quizás que en su anterior ‘Nacida sombra’, enfundado en vestidos vistosos y vaporosos, así como el trabajo de sus bailaores, entre los que destaca el brasileño Gabriel Matías»
El sonido de la guitarra tarda veinte minutos en hacerse oír, pero cuando lo hace es magnífico. Jesús Torres, un compositor al que siempre hay que atender, toma la batuta escoltado por Salvador Gutiérrez, con algunos pasajes verdaderamente maravillosos, aun sin sacar los pies de los parámetros tradicionales. Y en las voces, dos cantaores más que familiares, Miguel Ortega y Antonio Campos, que está pletórico con su nuevo disco, In-finitud, así como las palmas de Jesús González.
Mucha calidad por los cuatro costados es lo que percibe el espectador mientras se suceden las soleares, las peteneras, los romances, los fandangos o las bulerías con impecable continuidad, cada letra puesta al servicio de contar una historia que, no obstante, se va diluyendo sobre el escenario y de la atención del espectador, que acaba solo atrapando destellos. Recursos escénicos curiosos, como esos girasoles que caen de pie o los juegos con las sillas, terminan siendo relativamente anecdóticos.
Lo que acapara los sentidos es el baile de Rafaela, más introspectivo quizás que en su anterior Nacida sombra, enfundado en vestidos vistosos y vaporosos, así como el trabajo de sus bailaores, entre los que destaca el brasileño Gabriel Matías, al que algunos descubrimos en el Festival de Jerez del infausto 2020.
Al final, con parte del público del Teatro de la Maestranza en pie y aplaudiendo sin usura, habría quien buscaría lecturas actuales del relato, pensando en las empoderadas Ariadnas del presente, la mayoría se llevaría en la retina solo una potente propuesta flamenca y casi nadie se acordaría ya del pobre monstruo en su laberinto. Total, los mitos viven en nosotros mismos. Y este cronista no pudo evitar recordar a Borges, aquel cuento suyo en el que Teseo acababa diciendo: “¿Lo creerás, Ariadna? El Minotauro apenas se defendió”.
Fotos: Guillermo Mendo
Ficha artística
Ariadna (al hilo del mito)
Teatro de la Maestranza, Sevilla – 30 de enero de 2022
Compañía Rafaela Carrasco
Dramaturgia y letras: Álvaro Tato
Voz en off: Carmelo Gómez
Baile: Rafaela Carrasco, Rafael Ramírez, Gabriel Matías, Ricardo Moro, Felipe Clivio
Guitarras: Jesús Torres, Salvador Gutiérrez
Cantaores: Antonio Campos, Miguel Ortega
Palmas: Jesús González