Alberto Sellés, la belleza del baile
Éxito sin paliativos del joven bailaor gaditano en los Jueves Flamencos de Cajasol, Sevilla.
Extraordinario. Me has pedido una opinión y solo tengo esa palabra. Lo de anoche en la Sala Chicarreros de Sevilla fue una experiencia que se sale de lo acostumbrado. Tú y yo, tantas noches en busca del baile perdido, como Indiana. Y mira por dónde, lo teníamos tan cerquita. Es verdad que ya intuíamos que nada malo podía salir de este cartel. A ver, a ver, qué cartas me han tocado, ah, sí. Tengo un as de la guitarra, el sevillano Rafael Rodríguez, que toca tan clásico y añejo que sostiene el instrumento a las dos menos veinte, estilo barbero. Dos ases del cante, de atrás y de alante. Ana Gómez, de Arcos de la Frontera, Cádiz. Y Manuel Romero, de Pedrera, Sevilla. Dame carta, bocabajo esta vez. No me hace falta ni mirarla. Es Milagros Mengíbar, la maestra trianera del baile jondo. La vi el día anterior y me lo contó todo. Bueno, todo menos la sorpresa anunciada en el programa de mano.
Alberto Sellés Hernández nació en San Fernando, la tierra de Camarón de la Isla. Es sobrino biznieto del gran Aurelio Sellé, el patriarca del cante de Cádiz, que le quitó la ese final a su apellido para parecer aún más flamenco. El once del once, hace cuatro días, cumplió veintiocho años. Once son los montajes que ha realizado. Y así ha titulado el espectáculo que nos ocupa.
Once cantes con sus bailes. No hay tiempo ni espacio para describirlos aquí. Ni mucho menos para pincelarte las emociones que nos llevaron de un lado a otro de lo jondo. La caña, bailada al alimón con Milagros Mengíbar. No se puede bailar más lento. Ni con más gusto. Triana y Cádiz enredándose los brazos, las manos y las miradas. Llama la bajañí de Rafael El Cabeza por tientos. Está impaciente por entregar el testigo a Ana Gómez, que se tira de cabeza al agua bendita de Enrique el Mellizo. Esta sensacional cantaora lleva dentro a un hombre y a una mujer. Y saca uno u otra por su garganta, según le conviene.
«Por su transmisión del sentimiento jondo, su elegante baile de cuerpo entero y su dominio del espacio, Alberto Sellés se confirma como una primera figura del baile actual»
Cuando el compás se acelera en pos de los tangos, Rafael hace mutis por el foro, mientras Alberto Sellés entra en escena en respuesta a las palmas sordas de los dos cantaores. Tangos de Cádiz y de Triana a cámara lenta. Los pies rápidos cuando toca. El cuerpo entero se cimbrea con la brisa del tres por cuatro. La pelvis chulesca, Elvis cita a Michael en la boca de riego. Y el público se abre las palmas de las manos cuando vuelve a aparecer Milagros Mengíbar para bailar por sevillanas, escena que se repetirá a lo largo de la velada hasta completar las cuatro coplas de rigor. Maestra y discípulo paran el reloj de la plaza de San Francisco. No decías que no se podía bailar más lento.
No te canso mucho más. Decir que aquí el cante no se supedita al baile en ningún momento. Alberto baila para el cante, y no al revés. La seguiriya suena a seguiriya. Y la soleá no se interrumpe en absurdos silencios para que el bailaor luzca la técnica de sus botas. También le bailó Alberto a la guitarra, lo que provocó momentitos que pa mí se quedan. Fue precisamente en estos dos palos, la seguiriya y la soleá, donde Alberto Sellés se confirma como una primera figura del baile actual. Por su transmisión del sentimiento jondo, su elegante baile de cuerpo entero y su dominio del espacio. Lanzó dentelladas a los bajos del personal, y miradas fieras que se rebelaban contra el dolor y la agonía de la seguiriya. Los pies veloces, sin desplantes innecesarios. Ya llovían los oles sin tener que llamarlos. Y la elegante cabeza grecorromana de rizos negros, los brazos arriba, la sobria estampa sevillana en la ejecución de la soleá de Triana. Y la fuerza y el desparpajo para acompañar los aires de Lebrija que salían de esas gargantas prodigiosas.
Y entremedias, fue digno de ver cómo irrumpió esa trianera iluminando la escena con su sola presencia. Milagros Mengíbar, con su bata de cola azul y lunares blancos. Y su flor en lo alto de la cabeza. La pareja de cantaores le arroja las primeras letras de las cantiñas. Y, oh, maravilla, es Alberto Sellés el que le sigue cantando por alegrías. Belleza y emoción a partes iguales. Y de guinda, la sorpresa. Ambos cantan al alimón los tanguillos de Chano Lobato. Había que ver ese público saliendo del teatro con las manos vendadas, pegándose su pataíta frente a la monumental fachada del Ayuntamiento de Sevilla:
Y a la venta ponen estos anticuarios
una gran cazuela que tiene más de quinientos años…
FICHA ARTÍSTICA:
Espectáculo: Once, por Alberto Sellés
Ciclo: Jueves Flamencos de Cajasol
Lugar y fecha: Sala Chicarreros, Sevilla. 14/11/2019Al baile: Alberto Sellés
Al cante: Manuel Romero y Ana Gómez
Al toque: Rafael Rodríguez El Cabeza
Artista invitada (baile): Milagros Mengíbar