Alba Molina y la memoria en el tiempo
La hija de Lole y Manuel rinde homenaje en Chiclana a sus padres acompañada por la guitarra trianera de Joselito Acedo, recordando un tiempo en que todos éramos más jóvenes y nuestros sueños, quizá, más nobles.
Hay carreras artísticas rectas como una flecha, y otras sinuosas como los meandros de un río. La de Alba Molina, que comprende ya más de dos décadas, es una de estas últimas. Desde aquel Despasito de 1997, apadrinada por Alejandro Sanz y su padre, Manuel Molina, hasta el más reciente proyecto Tucara, junto a Andreas Lutz, la sevillana ha dado algunas veces la impresión de querer desmarcarse tanto como pudiera de su legado familiar, para acabar volviendo, como hija pródiga, a la casa del flamenco. Y me parece muy plausible una cosa como la otra, pues no hay artista verdadero que no quiera en algún momento matar freudianamente al padre (y a la madre), y tampoco que no regrese tarde o temprano a las esencias.
Sería absurdo para Alba Molina despreciar un tesoro que le vino otorgado por la vía de la leche materna y de la sangre. A sus padres, Lole y Manuel, ha dedicado en los últimos años tres discos de homenaje, y ha seguido defendiéndolos en directo, con la venia de la covid-19, hasta ahora. El Teatro Moderno de Chiclana (Cádiz) se llenó el viernes 24 de septiembre para compartir una propuesta de formato íntimo, de poco más de una hora de duración, en la que se desgranan algunos de los grandes hitos de aquella pareja irrepetible.
Los espectadores de estos recitales suelen ser de edad avanzada, porque la música de Lole y Manuel tiene una gran potencia evocadora de los años en los que todos éramos bastante más jóvenes y nuestros sueños apuntaban, quizá, hacia direcciones más nobles. Pero también es confortante identificar a un público más joven, que seguramente hará una lectura actualizada de esos sonidos y esas letras, lo que equivale a decir que las mantendrá vivas en el tiempo.
«Un digno homenaje a una pareja histórica para el flamenco, artífices de una memoria sentimental fragante de romero y hierbabuena, llena de emoción, de amor a la tierra y de necesaria rebeldía, también para estos días inefables que nos han tocado vivir»
Junto a Alba Molina se sienta el trianero Joselito Acedo, guitarrista de fuerte personalidad –como demostró en su recital de la pasada Bienal de Sevilla, en los Reales Alcázares– que sabe también ponerse al servicio de un repertorio de sello tan marcado como el de Manuel Molina. Comienzan el repaso de los himnos de Lole y Manuel con la hermosa Dime, para enganchar de seguido con Al Mutamid, evocadora de la época (que, me temo, está volviendo en su peor versión) en que la afirmación de una identidad andaluza llevó a poetas, pintores y músicos a recrear los mitos andalusíes. Cuando llega Todo es de color, el himno escrito por Manuel y Tele Palacios, la cantante se emociona hasta necesitar que un espectador le alargue un kleenex.
Afirma Alba desde el escenario que “no tendría ningún sentido intentar parecernos” a la pareja original, pero que el homenaje es sincero y respetuoso, y lo disfrutan porque “cada día aprendes de estas canciones, te cuentan cada vez más cosas”. Y es cierto: no tratan de hacer un remedo imposible, y buscan en cambio una verificación del mensaje, una interpretación desde el presente. No es la voz de Lole esta de Alba, más bien rozadita y a ratos quebradiza, que en cambio da muestras de potencia en momentos determinados, ni es la sonanta de Manuel la de Acedo, ésta más minimalista, abriendo espacios para el cante sin dejar de escanciar detalles de clase.
Y todo porque, se advierte en un recital como este, Lole y Manuel no pueden tener imitadores, su fabulosa senda empieza y acaba con ellos. Se les puede interpretar, pero cualquier intento de “hacer de ellos” sería una indeseable caricatura. Seguimos escuchando Nuevo día, Para mí –compuesta por Manuel para el segundo disco en solitario de Alba–, y Que nadie vaya a llorar, memorable testamento sonoro del guitarrista ceutí.
El vuelo de la mariposa de Un cuento pa mi niño, con olvido momentáneo de letra, completó el repertorio junto a una buena tanda de bulerías, poniendo el broche a un digno homenaje a una pareja histórica para el flamenco, artífices de una memoria sentimental fragante de romero y hierbabuena, llena de emoción, de amor a la tierra y de necesaria rebeldía, también para estos días inefables que nos han tocado vivir.
Ficha artística
Alba Molina. Homenaje a Lole y Manuel
II Festival de Copla y Canción ‘Ay, Chiclanera’
Viernes, 24 de septiembre de 2021. Teatro Moderno de Chiclana (Cádiz)
Voz: Alba Molina. Guitarra: Joselito Acedo