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Silverio Franconetti o el Rey de los Cantaores (2) - Archivo Expoflamenco
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Silverio Franconetti o el Rey de los Cantaores (2)

Tras aportar documentación sobre los orígenes familiares del maestro sevillano, toca intentar analizar su importancia como cantaor, si dejó o no una escuela, si fue una referencia fundamental o si su labor como empresario y agitador cultural fue tan buena como se ha venido diciendo desde hace más de un siglo.


Tras aportar documentación sobre los orígenes familiares del maestro sevillano, toca intentar analizar su importancia como cantaor, si dejó o no una escuela, si fue una referencia fundamental o si su labor como empresario y agitador cultural fue tan buena como se ha venido diciendo desde hace más de un siglo. Tienen gracia quienes dicen que no sabemos cómo cantaba Silverio, para que hablemos de él con tanta admiración. Tampoco sabemos cómo cantaban el Planeta, el Fillo, Frasco el Colorao, María Borrico o la Andonda y aparecen en todos los libros de la historia de este arte.

Por infinidad de testimonios, Silverio Franconetti tuvo que ser un cantaor de gran voz y buen estilo. Cuando, acabado un cante de Silverio, Matrona le preguntó a Chacón que si así de bien cantaba el maestro sevillano, el jerezano le dijo algo así como: “Hombre, muchísimo mejor que yo, dónde va a parar”. Técnicamente, Chacón ha sido para mí el mejor cantaor de todas las épocas, opinión que compartía también Manolo de Huelva, un genio como guitarrista y un gran estudioso. Si, según el cantaor jerezano, Silverio era mucho mejor que él, estaremos de acuerdo en que tuvo que ser un fenómeno.

 

«Fue enterrado en el Cementerio de San Fernando de Sevilla, en segunda clase. Sus restos no se conservaron y no hay nada ya de Silverio en Sevilla. Nada recuerda al mejor cantaor de esta ciudad»

 

Rojitas tocándole a la Jeroma, la bailaora jerezana. Todos los artistas se daban bofetadas por un contrato de Silverio.

 

¿De quién aprendió el niño Silverio?

Los cantaores aprenden todos desde niño y Silverio no iba a ser una excepción. Está claro que no aprendió en su casa, porque no hay constancia de que sus padres, abuelos o hermanos mayores cantaran. Como nació en la Alfalfa, hay que decir con claridad que no es una de las zonas cantaoras de Sevilla, como Triana, el Barrio de la Feria o la Alameda, aunque sí de academias boleras. Me imagino al niño Silverio asomado a alguna de aquellas academias porque le gustaban la música y la danza. Academias a las que iban Amparo Álvarez La Campanera, Antonia Domínguez La Naranjita y Manuela Perea La Nena, de maestros boleros como Félix Moreno o Miguel de la Barrera, que la tuvo en la céntrica calle Jimios.

En estas academias comenzaron a cantaor José Lorente, Enrique Prado El Peinero, el isleño Ramón Sartorio, el alcalareño José Ordóñez Juraco o el portuense Perea, entre otros. Pero Silverio tuvo que abandonar esa zona tras la muerte de su padre, Nicolás Franconetti Chesi, militar y sastre, al quedar la familia un poco desamparada. Esto fue en el inicio de la cuarta década del XIX y el nuevo destino fue la localidad sevillana de Morón de la Frontera, donde el hermano mayor de nuestro cantaor, Nicolás, se había afincado y establecido como sastre. ¿Qué pudo aprender Silverio en Sevilla hasta los nueve o diez años? No mucho, salvo lo normal en fiestas familiares o de vecinos, veladas de los barrios, como la de San Juan de la Palma, y poco más.

 

«Animan a Silverio a fundar su propio café cantante y elige el número 4 de la calle Rosario. Lo abre en 1881 y cambia la historia del arte jondo. La rivalidad con El Burrero hace que el flamenco se convierta en la mejor oferta cultural de Sevilla y vive quizá su mejor época»

 

Cerrado el Café de Silverio, se instaló en el local la Farmacia El Globo, que también fue cerrada y el edificio demolido. Archivo Bohórquez.

 

Morón de la Frontera como destino

No hace falta ser un lince para darse cuenta de que Silverio se hizo cantaor en Morón de la Frontera, donde encontró el ambiente propicio. Tengamos en cuenta que este pueblo es de los de más tradición flamenca de Andalucía y seguro que Silverio no tardó, siendo un adolescente, en frecuentar los ambientes flamencos, bien en las fraguas de los gitanos o en las fiestas de sus vecinos. Testimonios tan sólidos como el de Demófilo, su primer biógrafo (1881), nos presentan a un joven Silverio que no quería la sastrería familiar ni a tiros y que lo que de verdad le tiraba era el cante de los gitanos.

 

Su firma en un padrón de Sevilla de 1875, viviendo en la calle Potro, en la Alameda de Hércules.

 

¿Encuentro con Frasco el Colorao en Marchena?

Pero supongo que Silverio no solo vivió el ambiente en Morón de la Frontera, sino en pueblos cercanos de enorme tradición flamenca como Arahal o Marchena. De hecho, defiendo la teoría de que el joven cantaor se encontró con Frasco el Colorao en esta última localidad, Marchena, donde estuvo de niño porque se casó allí su hermano José (1841), que era vecino de Francisco Colorado Pérez, el que yo creo que era Frasco el Colorao, de Puerto Real y casado en Marchena en 1832. Según Rafael Pareja, Silverio fue discípulo de Frasco y pudo haber tenido relación con él tanto en Marchena como en Triana. Sin embargo, del que le habla a Demófilo es de El Fillo. ¿Del hijo o del Padre?

 

Boda de su hermano José en Marchena, 1841. Archivo Bohórquez.

 

¿Todo lo aprendió de El Fillo?

Se ha presentado siempre a Silverio como un discípulo de El Fillo, el de la fiesta de Estébanez Calderón (1838), que no era Francisco Ortega Vargas sino el padre, Antonio Ortega Heredia, según demostró ya Luis Vázquez Morilla en su estupenda obra de investigación Silverio Franconetti y los Fillos (2018), merecedora de todos los elogios. Es preciso hacer algunas reflexiones sobre la relación de maestro y discípulo, si existió. Silverio abandona Sevilla siendo un niño sin haber conocido al Fillo, que ya vivía en Triana. No es fácil imaginar cómo cruzaría el puente de barcas un niño de 8 o 9 años para meterse en la Cava de los Gitanos a escuchar cantar a los calorros del arrabal.

Silverio vive en Morón desde 1841 hasta 1853, solo doce o trece años, y en esos años ninguno de los Fillos vivía en el pueblo, al menos que se sepa. Cuando abandona la localidad para afincarse de nuevo en Sevilla, en Santa Catalina, animado, al parecer, por su amigo Ramón Sartorio, el cantaor y bolero isleño, el Fillo estaba a punto de morir (1854), luego no pudo tener mucha relación con él. Esto no quiere decir que cuando Silverio vivía en Morón no lo hubiera escuchado alguna vez en el pueblo o en otro pueblo cercano, porque suponemos que nuestro cantaor salió del pueblo para escuchar a los artistas flamencos, por ejemplo a Alcalá de Guadaíra, el pueblo natal de su madre y del cantaor Juraco, otro de sus grandes amigos.

 

Postal del Café del Burrero. Archivo Bohórquez.

 

¿Alguna relación con el Fillo hijo?

Francisco Ortega Vargas, el Fillo hijo, y Silverio eran de la misma edad, luego ninguno pudo ser maestro del otro. Tampoco rivales, porque el segundo Fillo no era sino un herrero que cantaba en fiestas, y Silverio fue la gran figura de su tiempo, con compañía propia y cafés cantantes de prestigio, propios o en calidad de director. Sí es probable que Silverio y el Fillo hijo, al ser coetáneos, tuvieran alguna relación y que Francisco Ortega le hubiera enseñado algunos cantes de su padre. Pero, ¿es suficiente esto como para que se presente al genio sevillano poco menos que como un copista del Fillo? Puede ser que él mismo metiera la pata diciéndole a Demófilo que el Fillo era su referencia, por aquello de que el padre de los Machado solo entendiera el cante de los gitanos. Y no Frasco el Colorao, que no era gitano, al menos según mi opinión.

Silverio decidió afincarse de nuevo en Sevilla, supongo que para vivir del cante, y lo normal es que llegara a cantar en los salones de baile de los Barrera, Miguel y Manuel, que por cierto no eran hermanos. Ni siquiera primos. Así como hay constancia en la prensa de la época de que cantaron en esos salones y en las academias, cantaores como Carito, Juraco, Enrique Prado, Perea del Puerto, Lorente o Sartorio, Silverio no aparece nunca, al menos con su nombre. ¿Dónde cantó esos años, desde 1853 a 1857, el año de su marcha a Sudamérica? ¿Por qué era tan célebre entonces? Es probable que cantara en Madrid, donde alcanzó fama suficiente como para que cuando regresó de América fuera recibido como “el Célebre Silverio”.

 

Artículo en Nuevo Mundo. Silverio no inventó el café cantante, pero a partir de fundar el suyo comenzaron a ser tenidos en cuenta. Archivo Bohórquez.

 

Su viaje a Sudamérica

No está muy claro el motivo de que Silverio emigrara a Sudamérica. Las malignas lenguas han dicho que mató a un hombre y que se tuvo que quitar de en medio para evitar a la Justicia. Han llegado a decir que asesinó a un hermano del Fillo, Curro Pabla, muerto en Cantillana de una puñalada, según demostró Luis Vázquez Morilla en su obra ya citada. Fue en 1843 cuando asesinaron a Curro Pabla y si Silverio tenía entonces 11 o 12 años, es imposible que fuera él el criminal. Sin embargo, existe la creencia de que mató a una persona y que por eso abandonó Sevilla enrolado en una cuadrilla de toreros, la del matador sevillano Manuel Pérez. Era el picador o uno de los picadores de la cuadrilla.

 

«¿Dónde cantó esos años, desde 1853 a 1857, el año de su marcha a Sudamérica? ¿Por qué era tan célebre entonces? Es probable que cantara en Madrid, donde alcanzó fama suficiente como para que cuando regresó de América fuera recibido como ‘el Célebre Silverio’»

 

La etapa americana del cantaor está más que documentada, así que no vamos a ocupar espacio con más información. Al parecer, trajo dinero cuando regresó, en 1864, y su idea era la de continuar con su carrera y afincarse en Sevilla, que era ya el centro mundial del cante y el baile, aunque aún no tenía fuerza lo que ya sí llamaban flamenco. Cuando regresa a Andalucía se queda en Cádiz, la tierra donde más seguidores tenía, entre ellos artistas como Enrique Ortega El Gordo y Curro Dulce. La idea de afincarse directamente en Sevilla no le seducía, y no sabemos bien por qué. Canta en 1865, pero, que sepamos, sin estar empadronado en la capital andaluza, sino en Cádiz. En 1867, según un documento que está en el Gobierno Civil de la Tacita, vive en el número 31 de la calle Enrique el de la Marina, por Hércules, pero no aparece en el padrón. Es el domicilio que da en ese documento, el de la petición al Gobierno Civil para dar un concierto.

 

Cuadro flamenco de mediados de los años ochenta, siglo XIX. Entre los artistas que aparecen, el guitarrista El Ciego y su hija Salud.

 

Casamiento en Málaga en 1868

Cádiz y Málaga eran entonces dos ciudades con un magnífico ambiente flamenco y mucho trabajo. Silverio era un profesional y lo que quería era trabajar, montar la primera compañía de flamenco y acabar en Sevilla. Se casó en Málaga el 26 de diciembre de 1868 con la linarense Ana Torrecilla Sánchez, y el próximo destino ya sería Sevilla. En 1870 aparece empadronado en la Alameda de Hércules, cerca de la calle Amor de Dios, donde ya se dedica en cuerpo y alma a los cafés cantantes. Primero como director artístico de lo que llamaban en Sevilla el Café de Silverio, pero que no era suyo. Luego llegó su sociedad con Manuel Ojeda El Burrero, un macareno emprendedor con el que tuvo una etapa brillante en la calle Tarifa, lo que era el Salón Recreo, dirigido anteriormente por Miguel de la Barrera y el también bolero malagueño Luis Botella González. Este salón, de gran historia, comenzó a llamarse el Café del Burrero, sin duda alguna el más influyente y famoso de su tiempo.

 

Boda de Silverio en Málaga, en el Sagrario, con la linarense Ana Torrecilla Sánchez. 1868. Archivo Bohórquez.

 

El nuevo Café de Silverio

Desacuerdos con El Burrero, que tenía una visión más comercial del flamenco, animan a Silverio a fundar por fin su propio café cantante y elige el número 4 de la calle Rosario, que va desde Méndez Núñez hasta Tetuán. Lo abre en 1881, y cambia la historia del arte jondo. Naturalmente, la rivalidad con el Burrero es notoria, y con Juan de Dios Domínguez Jiménez, hijo de Juan de Dios el Isleño, que dirigía el Filarmónico, llamado por los sevillanos el Café de Juan de Dios. Esa rivalidad hace que el flamenco se convierta en la mejor oferta cultural de Sevilla y vive quizá su mejor época.

 

Artículo de El Toreo, de 1882, sobre el programa del Café de Silverio.

 

Tanto éxito tuvo Silverio con su café, y tanto dinero ganó, que pensó en ampliar el negocio y crear una cadena de cafés cantantes por toda España. Seguía cantando, pero menos, porque el negocio le exigía dedicación. A mediados de los ochenta monta cafés en Huelva, Córdoba y Badajoz, con desigual resultado. Enviuda en 1884, y él andaba también delicado de salud. Aunque a los pocos meses de quedarse viudo, en el mismo año, se vuelve a casar en Sevilla, en El Sagrario de la Catedral, con una joven trianera llamada María de la Salud Sánchez Morán, de solo 19 años. Silverio tenía ya 54, y lo cierto es que este matrimonio aceleró su enfermedad del corazón, lo que no le impidió tener un hijo con Ana Dominguez Conde, hija de Juan de Dios, el director del Filarmónico. Por tanto, nieta de Juan de Dios el Isleño. Era menor y el escándalo fue sonoro, lo que significó el detonante para que Silverio decidiera cerrar su café en 1888 y abrir uno en Madrid.

 

«Silverio Franconetti tuvo que ser un cantaor de gran voz y buen estilo. Cuando, acabado un cante de Silverio, Matrona le preguntó a Chacón que si así de bien cantaba el maestro sevillano, el jerezano le dijo: “Hombre, muchísimo mejor que yo, dónde va a parar»

 

Segunda boda de Silverio Franconetti, 1884. Archivo Bohórquez.

 

La Plaza de San Francisco de Sevilla, donde murió Silverio el 30 de mayo de 1889. Archivo Bohórquez.

 

Su frustrada aventura empresarial en Madrid

Silverio no caló en Madrid, aunque cantara mucho en la capital de España, al parecer, desde antes de marcharse a Sudamérica. Pero como su rival el Burrero intentó abrir café en la Villa y Corte, sin mucho éxito, decidió probar suerte una vez que había cerrado su café sevillano. Era su último cartucho y al regresar a Sevilla, viviendo en la Plaza de San Francisco, tras ver locales, sufrió un accidente cardiovascular y murió el 30 de mayo de 1889, siendo aún un hombre joven, 58 años, de hipertrofia del corazón. Fue enterrado al día siguiente en el Cementerio de San Fernando de Sevilla, en segunda clase, en la cuarta cuartelada de la calle San José, número 25. Sus restos no se conservaron y no hay nada ya de Silverio en Sevilla. Nada recuerda al mejor cantaor de esta ciudad.

Imagen superior: Retrato de Silverio Franconetti, por F. Moreno Galván (1849).

 

Libro de registros del Cementerio de San Fernando de Sevilla, donde quedó registrado el enterramiento de Silverio Franconetti. 1889. Archivo Bohórquez.

Libro de registros del Cementerio de San Fernando de Sevilla, donde quedó registrado el enterramiento de Silverio Franconetti. 1889. Archivo Bohórquez.

 

 

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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