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Los Pelaos y Francisco la Perla - Archivo Expoflamenco
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Los Pelaos y Francisco la Perla

Las familias gitanas del arrabal trianero fueron fundamentales en la creación del cante. Una figura histórica fue Juan el Pelao, el Rey de los Martinetes desde que una noche rompió los moldes del cante fragüero en la taberna de Rufina. Por su parte, Francisco la Perla fue uno de los mejores seguiriyeros, emparentado con los Pelaos y los Caganchos.


No se podría entender el cante jondo sin Sevilla. Y dentro de la capital andaluza, sin Triana. Las familias gitanas del arrabal fueron fundamentales en la creación del cante. No tuvo Triana grandes figuras en el siglo XIX y muy pocos de los que cantaban llegaron a ser profesionales de escenario, aunque se buscaron la vida con el cante cruzando el puente de barcas y acudiendo a cantar a las fiestas de Sevilla, en la otra orilla, en salones de bailes, academias y cafés cantantes.

Si hay una figura histórica singular y emblemática del cante trianero es Juan el Pelao, considerado el Rey de los Martinetes desde que una noche rompió los moldes del vetusto cante fragüero en la taberna de Rufina, de la calle Pureza, ante cuatro aficionados cabales, porque se negaba en rotundo a cantar delante de quien no supiera estinguí. Pero a pesar de su importancia entre los cantaores de Triana, es quizá el intérprete más desconocido de la historia del cante del arrabal sevillano. Hasta que lo averiguamos hace años, solo se sabía de él que se llamaba Juan y que pertenecía a la casta flamenca de los célebres Pelaos de Utrera, emparentado con el mítico Perico el Pelo, aunque nadie haya aportado nunca los documentos que prueben su origen y, sobre todo, sus apellidos.

Me llevó meses de intensa búsqueda en los censos de Triana encontrar a este mítico gitano. Primero intenté localizar a un Juan de Utrera, aunque no tenía la certeza de que fuera natural de este municipio, y eso ayudaba muy poco. Tras llevar a cabo un exhaustivo rastreo en la bibliografía flamenca y la prensa de la época, encontré una nueva pista que nos aportó Fernando el de Triana en su libro Arte y artistas flamencos (Madrid, 1935), en cuyas páginas se ocupó del célebre cantaor calé deshaciéndose en elogios hacia su arcana voz.

 

Certificado de nacimiento de Juan el Pelao, 1856. Archivo Manuel Bohorquez.

Certificado de nacimiento de Juan el Pelao, 1856. Archivo Manuel Bohorquez.

 

«El cante podía haber sido para él una buena salida a la miseria, pero Juan el Pelao pertenecía a la casta de los raros, como el Nitri, Frijones o Tomás Pavón. Siempre consideró que coger dinero de un gaché por cantar era como si una mujer vendiera su cuerpo»

 

Si han leído alguna vez el texto de El Decano del Cante, Fernando nos dice que la mujer del cantaor se llamaba Clara. Al ser un nombre poco común en Triana en aquella época, enseguida encontramos a la única Clara que podía ser la mujer de Juan Pelao: la gitana Clara Amaya Cortés, de Ronda, sobrina de María la Andonda y tía del genial guitarrista Diego del Gastor. En un padrón de Triana de 1895, localizamos a esta mujer viviendo con Juan García Moreno y el hijo de ambos, José García Amaya, en el número 8 de la calle Febo, que está al final de la famosa calle San Juan Evangelista.

En esta calle, conocida también como Sol –Febo significa sol–, siempre vivieron muchos gitanos herreros, como el célebre cantaor Francisco Moreno Camacho, Francisco la Perla, primo hermano de nuestro cantaor, o Diego el Lebrijano, que era primo hermano de El Piyayo de Málaga. De hecho, cuando el cantaor malagueño cometió el crimen en Triana, ya conocido, estaba viviendo con un tío de ambos, Carlos Flores.

 

Certificado de empadronamiento de Juan el Pelao en Sevilla, 1895. Archivo Manuel Bohórquez.

Certificado de empadronamiento de Juan el Pelao en Sevilla, 1895. Archivo Manuel Bohórquez.

Herreros y martineteros

Sabiendo ya que Juan el Pelao se llamaba Juan García Moreno solo teníamos que seguir la investigación hasta encontrar su partida de nacimiento y la de su hermano José, ambos herreros de Triana y buenos martineteros, aunque el genio, al parecer, era Juan. Juan José García Moreno se dejó ver por este mundo la primera vez el 17 de mayo de 1856, en el número 5 de la calle San Juan Evangelista, siendo bautizado tres días más tarde en la Parroquia de Santa Ana.

Hijo de José y de María Dolores, era nieto de Francisco y Antonia, por línea paterna, y de Alonso y María por línea materna. Todos naturales de Triana y dedicados al milenario oficio de la herrería. Su hermano José nació dos años antes en el mismo domicilio, donde también vinieron al mundo sus hermanas Consolación, Carlota y María Dolores. Y Gabriel, que murió muy pronto y que había nacido en 1858, en el 31 de Evangelista.

Emparentado también con los Cagancho, por el apellido García, el martinetero creció en la fragua familiar y se hizo cantaor escuchando a todos los cantaores gitanos de la Cava Nueva –hoy Pagés del Corro– y la calle San Juan Evangelista, alternando en reuniones familiares y en tabernas como las de El Arquillo y Casa Rufina. Nuestro cantaor se quedó huérfano de padre y madre siendo un adolescente de 14 años, y al amparo de sus tres hermanas, cigarreras de la Fábrica del Tabaco.

 

«En Triana, Juan Pelao es una referencia del cante de fragua, considerado el mejor martinetero de todos los tiempos. No hay constancia de que cantara nunca fuera de Triana»

 

El cante podía haber sido para él una buena salida a la miseria, como lo fue para algunos gitanos trianeros del XIX, pero Juan el Pelao pertenecía a la casta de los raros, como el Nitri, Frijones o Tomás Pavón. Siempre consideró que coger dinero de un gaché por cantar era como si una mujer vendiera su cuerpo, de ahí que rechazara invitaciones para participar en fiestas de señores, salvo cuando eran cabales, gente que chanelaba, como eran los casos del general Sánchez Mira o el torero sevillano Antonio Fuentes, que acostumbraba a cruzar el puente, a veces con un joven Chacón, para disfrutar del metal del cantaor.

 

Quinta de Juan el Pelao, 1874. Archivo Manuel Bohórquez.

Quinta de Juan el Pelao, 1874. Archivo Manuel Bohórquez.

 

De Clara, El Fillo y La Andonda

La relación del Pelao con los hijos del Antonio el Fillo le permitió conocer a Clara Amaya Cortés, de Ronda, sobrina de la mítica María la Andonda, de la que se hizo novio. En 1878 tuvo un hijo con esta mujer en la calle Puerto de Triana, sin estar casados, al que bautizaron en Santa Ana con el nombre de José, por el abuelo paterno. En el padrón de 1895, del número 8 de la calle Febo, solo aparece con ellos este hijo, luego es probable que no tuvieran más descendencia. A partir de esta fecha el cantaor y su familia desaparecen de Triana.

Entró en quintas en 1875. Accediendo al registro de su alistamiento, comprobamos que medía solo un metro y sesenta y tres centímetros, esto es, pequeño de estatura, aunque dentro de la talla media de la época. Para eludir ir al ejército alegó ser “tardo de un oído” y “manco de la mano derecha”. Pero a pesar de sus curiosos alegatos, el martinetero fue declarado apto para servir a la Patria. Curiosas alegaciones, puesto que siendo manco le costaría trabajo coger el martillo, y medio sordo, afinar en los martinetes.

¿Qué importancia tuvo Juan el Pelao como cantaor? En Triana es una referencia del cante de fragua, considerado el mejor martinetero de todos los tiempos. No hay constancia de que cantara nunca fuera de Triana, y mucho menos de que lo hiciera en locales públicos. Los cantaores trianeros no eran muy partidarios de cantar en cafés, aunque hubo quienes lo hicieron. Eran herreros, cerrajeros, alfareros, areneros, tablajeros, zapateros, hortelanos o marineros, que cantaban solo en fiestas familiares o en las tabernas del barrio para aliviar sus penas o airear sus dichas. ¿Quiénes pudieron ser sus maestros?

 

«La mejor escuela para Juan el Pelao fue la casa de los Cagancho, la gran universidad de los cantes gitanos de Triana. Tío Antonio Cagancho era el gran maestro del barrio, creador de algunas seguiriyas muy antiguas y un magnífico intérprete de soleares y tonás»

 

No alcanzó a conocer al célebre Antonio el Fillo, aunque sí a sus hijos, sobre todo a Francisco, el primogénito del cantaor de San Fernando. Suponemos que los demás hijos también cantarían y que tendría con ellos una estrecha relación. Por otra parte estaba su primo hermano, Francisco la Perla, que aunque se fue a Cádiz meses después de que él naciera, alguna relación tendrían. En 1875 aparecen viviendo juntos en una misma casa de la calle Febo. Y a escasos cien metros, Diego Fernández Flores El Lebrijano, diez años mayor que nuestro cantaor, que unió su vida a una cigarrera trianera, de la casa de los Fernández y llamada Pastora, con la que tuvo al menos un hijo, en 1873, Antonio, que también fue cantaor.

Pero la mejor escuela para Juan el Pelao fue la casa de los Cagancho, la gran universidad de los cantes gitanos de Triana. El herrero y esquilador calé Antonio Rodríguez Moreno, Tío Antonio Cagancho, nacido en 1821 y no un año antes, como se había dicho hasta ahora, era el gran maestro del barrio, creador de algunas seguiriyas muy antiguas y un magnífico intérprete de soleares y tonás. Su hijo Manuel Rodríguez García, El Señó Manué Cagancho, diez años mayor que el Pelao, siempre consideró a Juan García como a uno más de sus hermanos, pero eran rivales en el cante y ambos protagonizaron verdaderos duelos martineteros y seguiriyeros en las fiestas familiares y en las tabernas ya citadas del arrabal.

Lamentablemente aún no he logrado localizar la fecha de la muerte de los dos hermanos Pelaos, Juan y José. Juan desapareció del barrio y se iría a vivir probablemente a algún pueblo, seguramente Utrera o Alcalá de Guadaíra. Es una investigación que está pendiente, aunque no es fácil porque se pudo ir a estos pueblos o a cualquier otro. Incluso a otra ciudad. Su hermano José sí estuvo algunos años por Triana y, aunque se dice que acabó sus días en Alcalá de Guadaíra, también es probable que muriera en Triana porque lo localicé viviendo con una nieta ya un poco mayor.

 

«Francisco la Perla ha quedado como uno de los mejores seguiriyeros de la historia, emparentado con los Pelaos y los Caganchos. El Viejo de la Isla, Manuel Torres, Pericón de Cádiz o Curro Mairena continuaron su estilo seguiriyero, de los más jondos de la baraja»

 

Partida de nacimiento de Francisco La Perla, 1833. Archivo Manuel Bohórquez.

Partida original de nacimiento de Francisco la Perla, documento gráfico que ve la luz por primera vez. Nació en Triana el 21 de septiembre de 1933. Archivo Manuel Bohórquez.

Francisco La Perla

Nunca se habló de que Juan el Pelao y Francisco la Perla fueran primos hermanos. La madre de Juan era hermana del padre de Francisco. Francisco Moreno Camacho, que así se llamó la Perla, nació en Triana el 21 de septiembre 1833, pero siendo muy joven se trasladó a Cádiz, en 1852, seguramente por motivos laborales. A todos los efectos, el gran seguiriyero, con dos estilos propios, es un cantaor gaditano porque se crió en la Tacita, allí se casó con Manuela Mendoza Fernández, de San Fernando, como aportó Antonio Barberán, tuvo a todos sus hijos y murió en 1891, como reza en el registro del Cementerio de Cádiz, el mismo año que El Marrurro, y el mismo también en el que nacieron Manuel Vallejo y Juan Talega.

Fue El Pati de Triana, el conocido bailaor gitano, quien me dijo hace ya treinta años que los Pelaos y Francisco la Perla eran primos hermanos, y que su primer apellido era Moreno y no Mendoza, como reza en algunos libros, entre ellos el de Luis y Ramón Soler, Antonio Mairena en el mundo de la seguiriya y la soleá (1992), que va necesitando una buena revisión, como todo buen libro de flamenco.

 

«Francisco la Perla sintió algo especial con su hijo Curro, quien, al parecer, hizo una muerte en Cádiz y se fugó de la ciudad para eludir a la justicia. Por eso aparece la familia censada en Sevilla en 1875»

 

No sabemos cómo cantaba, porque no grabó, pero lo de hacer hijos se le dio estupendamente. Hemos localizado el nacimiento de cuatro hijos del matrimonio, todos en la Tacita, entre ellos el famoso Curro, el protagonista de una de las seguiriyas más desgarradoras de Francisco la Perla:

 

Ay, mándame tú una carta
mándame tu carta.
Currito de mis entrañas
mándame una carta,
que yo en sabiendo
que mi Curro está bueno
me sobra y me basta.

 

Además de Curro, vinieron al mundo José María (1861), Juan (1864), Juan José (1867), María Dolores (1869) y José (1871), que hayamos podido localizar. Este último fue el padre de Luis el Compare, artista gaditano de principios del siglo XX, en concreto en 1902, de exquisito arte y gracia.

Pero Francisco la Perla sintió algo especial con su hijo Curro, quien, al parecer, hizo una muerte en Cádiz y se fugó de la ciudad para eludir a la justicia. Por eso aparece la familia censada en Sevilla en 1875, padrón que aportamos. Porque Triana era un buen sitio para esconderse, y más la calle Febo, donde no entraba ni la Guardia Civil. Francisco la Perla abandonó Cádiz para proteger a su hijo, aunque regresó pronto a la Tacita porque ye era un gaditano con todas las de la ley.

Del destino del célebre Curro se sabe poco. Lo localicé empadronado en San Fernando en 1894, viviendo en la calle Misericordia con una hija, María Moreno Urquiza. Es la última noticia de él.

 

Partida de nacimiento de Curro La Perla, 1859. Archivo Manuel Bohórquez.

Partida de nacimiento de Curro La Perla, 1859. Archivo Manuel Bohórquez.

 

Padrón de Curro La Perla en San Fernando. Archivo Manuel Bohórquez.

Francisco Moreno Mendoza, ‘Curro la Perla’, viviendo en San Fernando con una hija, María Moreno Urquiza, en 1894. Archivo Manuel Bohórquez.

 

Francisco la Perla ha quedado, pues, como uno de los mejores seguiriyeros de la historia, emparentado con los Pelaos y también con los Caganchos, por el apellido Moreno. El Viejo de la Isla, primero, y luego un sinfín de cantaores, como Manuel Torres, Pericón de Cádiz o Curro Mairena, han continuado su estilo seguiriyero, de los más jondos de la baraja.

Hay una anécdota que me contó el Pati de Triana, que tiene que ver con el atractivo de Francisco la Perla, al parecer uno de los gitanos más guapos de Triana. Cantando en una fiesta para unos peces gordos de la cerámica, el joven gitano se quedó prendado de la hija de uno de ellos, rubia como el trigo y con los ojos azules. Viendo el padre que se la comía con los ojos, le dijo: “Oye, muchacho, esa no es para ti”. Y le contestó: “Ni mi cante tampoco es para usté”. Todo un carácter, que al parecer heredó su hijo Curro, dicen que muy guapo también y con un carácter tan fuerte que le acarreó muchos problemas.

 

Dejármelo ver, dejármelo ver.
Los ojitos rajaítos y negros
por última vez.

 

Artículo en ABC de Sevilla: «Los martinetes del Pelao», por José Andrés Vázquez. 9 oct 1946. Dibujo Vicente Flores.

Artículo en ABC de Sevilla: «Los martinetes del Pelao», por José Andrés Vázquez. 9 oct 1946. Dibujo Vicente Flores.

 

Nacimiento hijo de Juan el Pelao. Archivo Manuel Bohórquez.

Nacimiento hijo de Juan el Pelao. Archivo Manuel Bohórquez.

 

Padrón hijo de Juan el Pelao, 1898. Archivo Manuel Bohórquez.

Padrón hijo de Juan el Pelao, 1898. Archivo Manuel Bohórquez.

 

Padrón de Francisco La Perla. Sevilla, 1875. Archivo Manuel Bohórquez.

Padrón de Francisco La Perla. Sevilla, 1875. Archivo Manuel Bohórquez.

 

Nacimiento de José el Pelao, 1854. Archivo Manuel Bohórquez.

Nacimiento de José el Pelao, 1854. Archivo Manuel Bohórquez.

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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