Frasco el Colorao, la pieza clave (y 2)
Es difícil asegurar si el Francisco Colorado Pérez que vivió tantos años en Triana era o no el mítico Frasco el Colorao. Era de la época en la que siempre había sido situado. Se dijo que murió muy anciano y Francisco Colorado falleció con cerca de 90 años. Ojalá hayamos acertado. Y si no es así, aparecerá alguien para desmentirlo.
Francisco Colorado Pérez, el que creemos que fue Frasco el Colorao, era hijo de Antonio y de Isabel y, aunque su partida de nacimiento no se ha encontrado por la quema de iglesias cuando la Guerra Civil de 1936, debió de nacer en Puerto Real (Cádiz), en 1799, según la edad de los censos que hemos localizado, al menos quince. En otros muchos documentos consta que era de Marchena, por ejemplo en su defunción, de donde era su familia. Aportamos un padrón de vecinos de Puerto Real de 1798, donde vemos que sus padres y hermanos aún vivían allí, en la calle de la Misericordia. Luego es casi seguro que él nació un año o dos después, como mucho, en ese lugar. Es difícil comprobar los años que vivió en la ciudad gaditana, porque no hay muchos padrones de las primeras décadas del XIX. Lo que sí sabemos es que en 1831 se casó con Luisa Cortés en Marchena, en la Parroquia de San Sebastián, y que empiezan a tener hijos: Pastora, Juan, Manuel, Antonia, Elías…
En marzo de 1841 tienen a Antonia en la Plaza de los Hortelanos, y Frasco aparece como tabernero, seguramente con taberna propia. Y en julio de 1843, el que viene al mundo es Elías, en la calle La Mona, constando él ya como zapatero, que era su verdadero oficio. No les iría muy bien el trabajo cuando emigran a Triana en 1846, donde nacen Mariana, Manuel, José… Manuel no era el nacido en Marchena, que murió en Cádiz en 1848, con 21 años de edad. Este nuevo Manuel nació ya en Triana. No sabemos cómo cantaría Frasco, pero hacer niños y niñas se les dio bastante bien a él y a su esposa. Que un hijo de Frasco muriera en Cádiz en 1848 hace pensar que el cantaor estuviera muy vinculado a la Tacita.
Hay un dato familiar de este Francisco Colorado Pérez que nos parece muy importante destacar. Su abuelo paterno, Antonio Colorado, era guitarrero, constructor de guitarras, y todos los guitarreros sabían tocar la sonanta. No es extraño, pues, que tuviera contacto con la guitarra y con el cante en el taller de su abuelo, que sería lugar de reunión de músicos y, sobre todo, de guitarristas y cantaores del pueblo. Puerto Real ha sido siempre una tierra de artistas flamencos, por lo que fue la mejor escuela para el Colorao. Hay que tener en cuenta, además, su cercanía con importantes enclaves cantaores como son San Fernando, el Puerto de Santa María, Jerez de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda y Cádiz capital, lo que puede explicar su relación con Manuel Molina y Curro Dulce, de la que tanto se ha escrito.
«No sabemos cómo cantaría Frasco, pero hacer niños y niñas se les dio bastante bien a él y a su esposa»
Cuando Rafael Pareja se refiere a que fue maestro de todos esos cantaores tan importantes, como el Nitri, Silverio, Antonio Cagancho o el Lebrijano viejo podría referirse a que fue quien los enseñó a cantar con guitarra, el que les ponía los cantes. En el caso de Diego el Lebrijano sí parece que encaja lo asegurado por Pareja, puesto que el de Lebrija consta empadronado en 1875 como vecino de Francisco Colorado en la popular calle Verbena de Triana. En el de Silverio no encaja tanto porque este pasó su adolescencia en Morón de la Frontera, lo cual no quiere decir que no llegara a tratarlo. Seguramente lo hizo cuando regresó de Morón a Sevilla, en el inicio de los cincuenta, época en la que suponemos que frecuentaría Triana para vivir el ambiente flamenco del barrio, aunque no haya constancia documentada de este hecho.
También pudo tener contacto con él en Marchena, porque el señor Colorado fue vecino en esta localidad de José Franconeti Aguilar, uno de los hermanos de Silverio, casado en este pueblo. No sería descartable que Silverio pasara temporadas en casa de su hermano y que tuviera allí sus primeros contactos con Frasco, que además tuvo una taberna en este pueblo. En cualquier caso, si no lo trató en Triana sí tuvo que hacerlo más adelante, cuando Silverio ya andaba metido de lleno en su aventura empresarial y tuvo una buena relación con el Moreno de Rota, quien según Rafael Pareja fue un gran amigo de Frasco el Colorao. El bailaor roteño era encargado del Café Silverio y cuentan que el Colorao iba con frecuencia por el local.
Frasco y el cante de Triana
Cuando Frasco llegó a Triana, en la fecha indicada, Antonio Ortega Heredia El Fillo era ya vecino del lugar, desde 1828. De hecho, los dos llegaron a vivir en la misma calle, la Cava Nueva, durante algún tiempo. Su hija Mariana Colorado Cortés nació en la Cava en 1846. No habían nacido aún ninguno de los hermanos Pelaos, aunque alguien haya asegurado que sí en un reciente libro, errando claramente. Antonio Cagancho, el padre de Manuel, era aún un joven de poco más de veinte años. Tampoco había nacido todavía Ramón el Ollero. Esto no quiere decir que no hubiera cantaores en Triana, que los había, pero no eran profesionales. Por tanto, si pudiéramos confirmar algún día que este Colorado es el célebre Frasco, su influencia en el cante de Triana sería fundamental porque seguramente contribuyó de manera determinante en la formación de al menos dos generaciones de cantaores y cantaoras.
Hasta el momento no ha aparecido ningún dato sobre él en la prensa de su tiempo, al menos como Frasco el Colorao, que lo relacione con sus apellidos. Por tanto, las únicas referencias válidas son los testimonios de Demófilo y Rafael Pareja. Y la tradición oral, que no siempre es infalible, como sabemos de sobra.
«Será difícil poder asegurar, al menos por el momento, si el Francisco Colorado Pérez que vivió tantos años en Triana era o no el mítico Frasco el Colorao, aunque todo parece indicar que sí»
En El Progreso, periódico sevillano, apareció el día 13 de septiembre de 1885 un extenso artículo, Desde San Jerónimo, con la firma de Juan Sánchez Lozano, en el que cita a un individuo apodado El Colorao, que acompañaba a la cantaora jerezana Mercedes la Serneta, quien por esa fecha era precisamente vecina de Triana, o al menos frecuentaba bastante el arrabal:
A las oraciones se organizó una fiesta de la tierra, bailándose las seguidillas con mucho salero por cuatro jóvenes. Después la cantaora flamenca, conocida por la Serneta, nos obsequió con unas malagueñas imponderables, y un acompañante, a quien llaman el Colorao, parodió al célebre Perico Delgado (se refería a Pedro Delgado, director de escena) recitando un pasillo titulado El y Ella, que tiene mucha gracia.
¿Podría tratarse de nuestro Colorao? Es difícil asegurarlo, pero en esa fecha aún vivía y el hecho de que fuera acompañando a la Serneta, que entonces andaba por Triana, es un dato muy a tener en cuenta. Es la única noticia que hemos podido encontrar de alguien apodado el Colorao y que estuviera relacionado con el flamenco de aquella época, al margen de Vicente Vives El Colorao, de Málaga, bailaor jocoso del que dieron cuenta tanto Fernando el de Triana como Pareja.
Por consiguiente, será difícil poder asegurar, al menos por el momento, si el Francisco Colorado Pérez que vivió tantos años en Triana era o no el mítico Frasco el Colorao, aunque todo parece indicar que sí. Era más o menos de la época en la que siempre había sido situado, esto es, algo más joven que El Planeta y pocos años más mayor que el Fillo. Fue vecino de éste en la Cava Nueva y vivió casi siempre en la popular calle Verbena, donde también residió Diego el Lebrijano, uno de sus discípulos. Por otra parte, siempre se dijo que murió muy anciano y Francisco Colorado falleció en la calle Verbena de Triana con cerca de noventa años, en febrero de 1888.
Todo apunta a que se trata de él. Sin embargo, es extraño que Fernando el de Triana, que fue vecino suyo y que tenía ya 21 años cuando murió el cantaor, apenas se refiriera a él. Y en cuanto a Rafael Pareja, lo cierto es que, aunque es verdad que le dio mucha importancia, se refirió siempre a su magisterio e influencia aunque sin aportar datos biográficos algunos. Tampoco Demófilo, quien se rindió al dictado de Juanelo de Jerez, su asesor flamenco.
Olvido de los documentalistas
Antonio Machado y Álvarez, Demófilo, escribió un libro fundamental (Cantos flamencos, 1881), al que sin embargo hay que ponerle algunos puntos sobre las íes. No solo por su escaso rigor en los datos, sino por ignorar en su obra a artistas fundamentales del XIX, dándoles demasiado protagonismo a otros solo por dejarse asesorar por Juanelo de Jerez, que es como si hoy hiciéramos un libro de flamenco y nos informáramos solo a través del veterano guitarrista Manuel Morao. Demófilo aportó en su libro una lista de cantaores y cantaoras de Sevilla con omisiones escandalosas. Sin embargo, cita a un tal Vergara, que no era sino un intérprete de canciones agitanadas, sevillano, del que nunca más se supo. En esa lista faltan cantaores trianeros como Francisco la Perla, los hermanos Juan y José el Pelao o Tío Antonio Cagancho y su hijo Manuel. No eran profesionales, artistas de escenarios, pero tampoco lo eran la mayoría de los que componían la lista de intérpretes jerezanos, portuenses o gaditanos. Sorprende que si Frasco el Colorao fue tan importante como se asegura no se hubiera preocupado en averiguar algo más sobre su vida, sobre todo si tenemos en cuenta que frecuentó mucho el barrio al estar casado con una trianera, Ana Ruiz, la madre de los poetas Manuel y Antonio Machado. Y resulta más extraño aún si tenemos en cuenta que Demófilo era muy gitanista y, si consideraba gitano a Frasco, debió investigar algo más sobre una figura tan clave.
«Defensores ambos, Ricardo Molina y Antonio Mairena, de la división entre el cante andaluz y el cante gitano, se preocuparon poco de la figura fundamental de Frasco el Colorao»
Tampoco Ricardo Molina y Antonio Mairena se ocuparon mucho de él. El poeta pontanés publicó una serie de biografías sobre cantaores y cantaoras del XIX, en el Diario de Córdoba, en los años sesenta del pasado siglo, sin ningún rigor a la hora de tratar a intérpretes tan fundamentales como el Planeta, el Fillo, el Nitri, Enrique el Mellizo, Juan Breva, Silverio, Manuel Molina, Frijones, la Serneta, la Trini de Málaga o Joaquín el de la Paula. Sobre todos estos artistas han escrito muchos indocumentados, pero hay que recordar que todo lo escrito por Molina y Mairena tuvo una gran repercusión. Sobre todo Mundo y formas del cante flamenco, obra tenida durante años por la Biblia del flamenco, cuando no es sino un ensayo sin ningún rigor y totalmente tendencioso.
Ricardo Molina no fue jamás un investigador del flamenco, y Antonio Mairena se apoyó demasiado en la tradición oral y se tragó todas las trolas que le contaron los viejos gitanos, entre ellos Juan Talega, que de algún modo fue para él como Juanelo para Demófilo. Defensores ambos, Molina y Mairena, de la división entre el cante andaluz y el cante gitano, se preocuparon poco de la figura fundamental de Frasco el Colorao, del que seguramente pudo tener información a través de Juan Talega, puesto que su padre, Agustín Talega, era un gran amigo del Nitri y el sobrino del Fillo sí tuvo que tratar bastante al mítico cantaor que nos ocupa.
Ojalá hayamos acertado. Y si no es así, seguramente aparecerá alguien para desmentirlo. Si es un familiar mucho mejor, porque nos llevará a él sin ningún problema. A un maestro decimonónico que cantaba como nadie, dicen, esta seguiriya gitana, aunque él no fuera gitano:
Por aquella ventana
que al campo salía
le daba yo voces
a la mare de mi alma
y no me respondía.
Hemos tenido un primer acercamiento a este mítico cantaor. Habrá que seguir investigando para comprobar si tuvo tanta relación con Cádiz como pensamos y qué hizo en ochenta y ocho años de vida.
Ver aquí la primera entrega de este estudio sobre Frasco el Colorao.