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Salvaorillo o uno de los maestros de Chacón

Salvaorillo de Jerez es uno de los grandes olvidados del flamenco, a pesar de su importancia y de ser, entre otras muchas cosas, uno de los maestros de Don Antonio Chacón. A los casi noventa años de su muerte aún se cantan sus malagueñas, cartageneras, granaínas, caracoles, soleares y seguiriyas. Y nació en Benamejí (Córdoba), no en Jerez.


La historia del flamenco se ha escrito a trozos e investigando muy poco. No existe aún una buena historia de este arte, documentada, rigurosa y, sobre todo, seria. Ni siquiera la del flamenco en Sevilla, que es una de las cunas fundamentales de lo jondo. Llame a la puerta de alguna institución cultural sevillana para pedir ayuda y le dirán que no hay dinero, que solo lo hay para esos artistas que deciden ponerse un caché de nueve mil euros y que llevan años cantando siempre lo mismo, copiando a otros y cambiando de coche cada año. Al menos los artistas de antaño, célebres figuras como Pepe Marchena, Manolo Caracol, la Niña de la Puebla o Juan Valderrama, creaban compañías y se jugaban su dinero, cobrando solo cuando funcionaba la taquilla. Y no digamos los del XIX, como Silverio Franconetti o Salvaorillo de Jerez, que fueron de los primeros cantaores en crear compañías de aquellas que alquilaban teatros y salones en ciudades y pueblos.

Este último, Salvaorillo, es uno de los grandes olvidados del flamenco, a pesar de su importancia y de ser, entre otras muchas cosas, uno de los maestros de Don Antonio Chacón (Jerez de la Frontera, 1869-Madrid, 1929), quizá la figura más importante del cante flamenco, un genio, porque llegó al cante y ya nada fue igual. A los casi noventa años de su muerte aún se cantan sus malagueñas, cartageneras, granaínas, caracoles, soleares y seguiriyas, como los violinistas, pianistas o chelistas actuales interpretan obras clásicas de Chopin, Mozart o Juan Sebastián Bach. Pues Salvaorillo de Jerez fue uno de los maestros de Chacón, una de sus referencias, aunque el propio Chacón no lo dijera nunca, quizá porque le interesara más hablar de Silverio Franconetti, Curro Dulce, el Loco Mateo, Manuel Molina o los Marrurro.

 

«Salvaorillo hijo fue un cantaor fundamental en la formación de Antonio Mairena, aunque este nunca lo reconociera, quizá porque no era gitano, como no lo fue tampoco Salvaorillo padre, de ahí que la historia lo haya olvidado. Jerez, por supuesto. A ver si le hacen justicia en Benamejí»

 

Partida de bautismo de Salvador García Moreno, Salvaorillo de Jerez, que demuestra que nació en Bebanejí (Córdoba), en la actual calle Antequera, antigua del Cuerno. Archivo Bohórquez.

 

Hasta ahora siempre se había considerado al cantaor Salvaorillo como natural de Jerez de la Frontera, sin duda por su nombre artístico. Así consta en todos los libros sobre nuestro arte. Hace tiempo que lo desmentí en el XXXVIII Congreso Internacional de Flamenco, celebrado en la localidad cordobesa de Puente Genil, porque podía demostrarlo con documentos contrastados y, por tanto, fiables. Salvador García Saso, que así se llamó este histórico cantaor, nació en realidad en el pueblo cordobés de Benamejí, donde vivió y está enterrado otro importante artista del cante, el Niño de Cabra. Vino al mundo el célebre Salvaorillo el día 8 de julio de 1844, del matrimonio compuesto por Francisco García Maturana y María Saso Rueda. Por cierto, de abuelos sevillanos y granadinos. Los maternos, José y Gerónima, eran naturales de la localidad granadina de Dólar. Curiosamente, ninguno de sus antepasados era de Jerez. ¿Por qué entonces lo de Salvaorillo de Jerez?

 

Calle Antequera (antes, calle del Cuerno), donde nació el gran cantaor Salvaorillo de Jerez. Fotografía Bohórquez

 

Benamejí no es una tierra flamenca, más allá de que Cayetano Muriel, el Niño de Cabra, viviera allí algunos años y fuera enterrado en ese pueblo en 1947. Por tanto, cuando han tenido noticias de que Salvaorillo de Jerez nació en una de sus calles, Antequera –conocida también por la calle del Cuerno-, la sorpresa ha sido mayúscula. Y supongo que la alegría, porque fue de las grandes figuras del cante del siglo XIX, citado incluso por Demófilo en su célebre libro Cantes flamencos (Sevilla, 1881), eso sí, en la lista de los cantaores de Jerez de la Frontera. ¿Entenderán ahora por qué he dicho alguna vez que el gran folclorista, Antonio Machado y Álvarez, apenas investigó a los artistas flamencos del XIX? Le interesó más el aspecto literario del cante, las coplas flamencas, como buen folclorista que fue. Por eso erró en figuras fundamentales como Frasco el Colorao o El Fillo, porque le interesó más el coplero jondo que sus intérpretes. Otro gallo le habría cantado al flamenco si Demófilo hubiera investigado algo más de lo que lo hizo, porque hoy sabríamos mucho más de lo que conocemos sobre aquellos legendarios artistas.

 

Padrón de Sevilla, de 1875, donde viene claramente que Salvaorillo de Jerez era de Benamejí. Aparece también su hijo, nacido en La Habana. Archivo Bohórquez.

 

Cuando Chacón, Antonio y Javier Molina conocieron a Salvaorillo en Huelva, más o menos sobre 1885, el cantaor cordobés tenía unos cuarenta años y no estaba retirado, como aseguró el gran guitarrista jerezano Javier Molina. En aquellos años Silverio había abierto un café cantante en Huelva y Salvaorillo estaría en esa ciudad para cantar en ese café o ayudar a Silverio, puesto que no solo era discípulo del maestro Franconetti, sino algo así como su mano derecha. Por tanto, no eligió Huelva para retirarse, porque desde aquella fecha hasta la segunda década del siguiente siglo la actividad artística de Salvaorillo fue muy intensa, sobre todo en Sevilla, ciudad en la que vivió algunos años. En 1870, él y su mujer, Dolores Cordón Valle, con la que se casó en 1869, fueron los padrinos de Dolores Pérez León, hija del guitarrista sevillano Antonio Pérez y esposa del cantaor aloreño El Perote. Cinco años más tarde, en 1875, seguía viviendo en Sevilla, en la calle Gallos, en San Román. Y veinte años después, en 1895, en Santas Patronas, en la Magdalena.

 

«Siempre se había considerado al cantaor Salvaorillo como natural de Jerez de la Frontera, sin duda por su nombre artístico. Así consta en todos los libros sobre nuestro arte. Yo lo desmentí en el XXXVIII Congreso Internacional de Flamenco (Puente Genil), porque podía demostrarlo con documentos contrastados»

 

Padrón de Salvaorillo de Jerez en 1895, en Sevilla. Archivo Bohórquez.

 

Esto demuestra no solo su vinculación con Sevilla, sino que su relación con Chacón no fue solo el casual encuentro con él en Huelva, porque esa relación debió de ser intensa en la capital andaluza, a la que Chacón llegó siendo un adolescente y de la que se fue a Madrid consagrado ya como artista, en los primeros años del siglo XX, donde murió el 21 de enero de 1929. ¿Continuó esta relación en la capital de España? Es lo más probable, porque Salvaorillo también se fue a Madrid en aquellos años, donde, según el guitarrista Manolo de Huelva, murió en 1915, aunque este dato está aún pendiente de su confirmación.

Salvaorillo tuvo un hijo que también fue cantaor, aunque no alcanzara la fama de su padre. Fue Salvador García Cordón, nacido en La Habana, al parecer en 1872. Salvaorillo hijo fue un cantaor fundamental en la formación de Antonio Mairena, aunque este nunca lo reconociera, quizá porque no era gitano, como no lo fue tampoco Salvaorillo padre, de ahí que la historia lo haya olvidado. Jerez, por supuesto. A ver si le hacen justicia en Benamejí.

 

Partida de nacimiento de Lola Pérez, la hija bailaora del Maestro Pérez, bautizada por Salvaorillo de Jerez y su esposa. Archivo Bohórquez.

 

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

1 COMMENT
  • luis Antonio Presa Cernuda 25 enero, 2022

    Excelente trabajo, maestro Manuel, gracias por tu aportación a la historia del flamenco. Un saludo cordial desde Valladolid.

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