Carito de Jerez o un olvido injusto
Manuel Caro Cuellar 'Carito de Jerez', a quien Fernando el de Triana describía como un copista de Manuel Molina y el Loco Mateo, fue un verdadero profesional, una figura que cantó en media España. Hace 175 años que nació, se han cumplido también 125 de su muerte. Y ha caído en el olvido.
Dicen que Carito de Jerez (Jerez, 1845 – Sevilla, 1895) tenía una de las voces más bonitas de su tiempo, y que era muy querido en Sevilla, donde vivió los últimos treinta años de su vida. Cuando murió, en 1895, residía en la calle Morgado, donde ese mismo año vivían Chacón y su madre María Manuela. Esta calle está cercana a la Alameda de Hércules y se entra a ella por Amor de Dios, donde también vivió Carito. Cuando asesinaron al Canario de Álora, en agosto de 1885, el cantaor jerezano vivía en el número 39 de esta calle junto a sus padres y su hermana Isabel. Era, curiosamente, el domicilio que aparece en el acta de defunción del cantaor malagueño, lo que indica que vivía con Carito y que, como ya informamos en su tiempo, seguramente estaba amancebado con la citada hermana del artista jerezano y que llegaron a tener un hijo que murió recién nacido, Manuel Caro Cuéllar, aunque en la defunción de San Andrés rezara como hijo de Simón e Isabel, los padres de Carito, que eran demasiado mayores, sexagenarios, para tener hijos. Siempre he defendido que Isabel Caro y el Canario eran los padres de ese malogrado niño.
Nunca he entendido muy bien el olvido de algunos cantaores fundamentales del siglo XIX. En muchos casos, de estos cantaores no sabemos cómo se llamaban, dónde y cuándo nacieron, cuándo y dónde se casaron o cuándo, cómo y dónde murieron. No es una buena manera de pagarles lo que hicieron por una música que hoy es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Es el caso de uno de los cantaores más importantes de Jerez de la Frontera, como fue Manuel Caro Cuellar, el célebre Carito de Jerez, dicen que un excelente copista del Loco Mateo, aunque es muy probable que tuviera su propio estilo, una versión algo dulcificada de los estilos de Molina y el Loco Mateo. Sus padres, Simón Caro García, de Puerto Real, e Isabel Cuéllar Parrado, de Jerez de la Frontera, se casaron en la Parroquia de San Miguel el día 18 de octubre de 1844. Él tenía 25 años de edad y ella solo 19.
«Cuando asesinaron al Canario de Álora, en agosto de 1885, Carito de Jerez vivía en el número 39 de la calle Morgado junto a sus padres y su hermana Isabel. Era, curiosamente, el domicilio que aparece en el acta de defunción del cantaor malagueño»
Beso de luz en la calle Puerto
El primer domicilio del matrimonio fue en la calle Puerto, seguramente el hogar de los padres de ella. Rafael Cuéllar era un conocido tonelero del Barrio de San Miguel que se casó con la jerezana Francisca Parrado. Y en este mismo domicilio, el número 47 de la calle Puerto, recibió su primer beso de luz el famoso Carito de Jerez, el día 12 de enero de 1845 a las seis de la mañana. A lo mejor no han reparado en el dato, pero Carito crecía ya en el vientre de su madre cuando sus padres se casaron. Aunque parezca que no, esto era muy frecuente también en aquellos tiempos. De la calle Puerto, la familia se fue a la calle Larga, donde murió una de las hermanas, Josefa, con solo 4 añitos. Vivieron también en la calle Empedrada, donde nació Juan, en 1855, que también estuvo por Sevilla buscándose la vida. O sea, que el picapedrero de Puerto Real era culillo de mal asiento y fue a pasar sus últimos años a Sevilla.
El abuelo paterno de Carito era también de Puerto Real, como su padre. Manuel Caro era un cotizado albañil que se casó con Isabel García, del pueblo gaditano de Medina Sidonia. Ya pueden presumir los naturales de este hermoso pueblo de que la abuela paterna de Carito era asidonense. El famoso cantaor tuvo varios hermanos, a los que también hemos localizado y todos nacieron en Jerez de la Frontera, y al menos tres de ellos acabaron sus días en Sevilla, como el propio Carito. Naturalmente, estos datos se dan a conocer hoy por primera vez.
Carito se hizo cantaor escuchando en Jerez a todos los grandes intérpretes de su tiempo. Al parecer, su admiración por el Loco Mateo y Manuel Molina le llevó a seguirlos a todas partes hasta poder copiar el estilo de ambos, como hizo también otro jerezano olvidado, de la calle Palomar, Sebastián Fernández Velasco El Chato, uno de los rivales de Carito, según Fernando el de Triana:
El de la voz dulce del siglo XIX –se refiere a Carito–, el mejor imitador de los grandes colosos Manuel Molina y el Loco Mateo; el eterno rival del inolvidable Chato de Jerez, y aludo a Sebastián y no a otro Chato que hubo, pues a éste se lo decían con más razón que a Sebastián. Carito y El Chato fueron de la misma escuela, y, como antes digo, eternos competidores; que si bien la voz del Chato era más cantadora (más a propósito para el cante por seguiriyas), en cambio la de Carito era almíbar puro.
«Carito vivió en la Alameda de Hércules, donde se ganaba la vida cantando en fiestas. Murió en 1895 en la calle Morgado, estrecha como un silbido, olvidado y pobre como una rata. En su partida de defunción ni siquiera anotaron que había sido artista»
Silverio y el hijo del picapedrero
Fue Silverio Franconetti quien adivinó pronto las posibilidades que para el cante tenía el hijo de Simón el de Puerto Real, el picapedrero, que a eso se dedicaba el padre de nuestro cantaor. Carito también trabajó en tan duro oficio, alternándolo con el cante. A finales de los años 60 del XIX ya se subía a los escenarios y maravillaba con su excelente y limpia voz. Y unos diez años más tarde recorría España en la compañía de Silverio, con actuaciones en el Café de la Bolsa de Madrid en compañía de destacadas figuras de la época. Tuvo una estupenda relación con Juan Reyes Osuna, el célebre y malogrado Canario de Álora. Aparecen juntos en el cartel que dimos a conocer en el libro El Cartel maldito (Pozo Nuevo, 2009), del famoso café de verano de El Chino y El Burrero, donde meses más tarde, en agosto de 1885, encontró la muerte el de Álora a manos del catalán Lorenzo Colomer, padre de la Rubia de Málaga.
Carito se casó con la jerezana Emilia Bernal y tuvieron una hija, Luisa Caro Bernal, a la que le perdimos la pista viviendo en Sevilla con 12 años de edad. Lógicamente, en compañía de sus padres. Carito enviudó joven y sus últimos años no fueron fáciles. Vivió en la Alameda de Hércules, donde se ganaba la vida cantando en fiestas. Murió el día 3 de febrero de 1895 en la calle Morgado, estrecha como un silbido, olvidado y pobre como una rata. En su partida de defunción ni siquiera anotaron que había sido artista.
Era lo normal, salvo en contadas ocasiones. A todos los efectos, aquel triste día murió un cantero de Jerez –picapedrero–, al que enterraron al día siguiente en el Cementerio de San Fernando de Sevilla, en tercera clase y sin los honores que merecía tan gran cantaor, quien popularizó esta hermosa seguiriya:
El corazón de pena
tengo traspasao.
Compañerita,
el hablar de la gente
me sirve de enfao.
Hace 175 años que nació y se han cumplido también 125 de su muerte. ¿Recuerdan ustedes que le hayan hecho algo en Jerez o en Sevilla? No le han hecho nada y no es justo, porque Carito fue un verdadero profesional, una figura que cantó como profesional en media España. ¿Tendrá que ver algo el hecho de que Fernando el de Triana lo pusiera poco menos que de copista del Loco y Molina? También dijo en su célebre libro que Tomás Pavón era un copista, lo cual era una barbaridad porque Tomás tuvo su sello, como sin duda lo tendría Carito, del que seguimos recopilando información para que no caiga definitivamente en el olvido uno de sus primeros profesionales.
«Carito y El Chato fueron de la misma escuela y eternos competidores; que si bien la voz del Chato era más cantadora, en cambio la de Carito era almíbar puro» (Fernando el de Triana)