Ray Heredia o el genio goyesco
Se van a cumplir veinticinco años de la muerte de Ray Heredia, aquel visionario del pop español aflamencado, que vestía como un príncipe goyesco y que siempre vio más allá de donde veían los demás.
Con lo del nuevo flamenco, etiqueta que nunca me gustó, ocurre lo mismo que con lo del flamenco fusión: que detrás de estas marcas hay mucha mediocridad, flamenco malo y demasiado listo. El flamenco siempre ha sido nuevo, porque ha estado constantemente en fase de evolución, nunca estancado. Ya en el siglo XIX criticaban a un joven Chacón por “esas malagueñas nuevas”, que, sin ninguna duda, serían de más calidad artística que las anteriores, porque la calidad la da el intérprete y el cantaor jerezano era ya, siendo aún joven, un portento, un creador de un talento musical no conocido hasta entonces, por el que casi llegaron a las manos el sevillano Silverio y el jerezano Juan Junquera, cantaores de postín y empresarios de cafés cantantes.
El nuevo flamenco que tanto se publicitó en los ochenta del pasado siglo y que fue impulsado por Mario Pacheco desde su sello discográfico Nuevos Medios, era otra historia, un movimiento comercial que dio bastante dinero y que confundió lo suyo a los aficionados, que ya rechazaban por sistema lo nuevo de Morente, Camarón o Lebrijano. Uno de los reyes de ese nuevo flamenco fue Ray Heredia, al que conocí en Madrid meses antes de su muerte, ocurrida en 1991.
«Recordamos a un creador, que es lo que era Ray Heredia. Un compositor de un talento poco común. Flamenco a su manera, guitarrista, pianista, percusionista, palmero… En resumidas cuentas, artista»
Era un flamenco de los pies a la cabeza, compositor y guitarrista, hijo del bailaor Josele Heredia y cuñado del llorado guitarrista Enrique de Melchor. Su obra Quien no corre, vuela (1991) se convirtió en referencia para una gran cantidad de músicos flamencos y no flamencos, aunque antes de esta grabación había fundado Ketama, grupo que abandonó precisamente para lanzar este disco en solitario y hacer su propia carrera. Lamentablemente, Ray Heredia, que estaba enganchado a la heroína, murió de una sobredosis días después de la salida al mercado de su primer y único disco en solitario y ha quedado en el mundo de la música como un verdadero genio, autor de canciones como Lo bueno y lo malo o Alegría de vivir, entre otras joyas del pop español.
Pero, ¿era flamenco Ray Heredia? Por supuesto que lo era, y muy flamenco, aunque no cantara fandangos de Lucena o martinetes de Juan el Pelao. Lo era porque había nacido en una familia de artistas y porque se había criado en el ambiente, con independencia de que lo llevara o no en los genes, que lo llevaba. Ray Heredia solía decir que creía en la fusión de los músicos, más que de las músicas. Solo hablé con él un par de veces, pero supe que era una persona muy especial, un chaval de un talento musical enorme que, además, era capaz de hablar de la música con una profundidad increíble, diría que impropia para su corta edad. Madrileño y gitano, criado en el ambiente jondo de una ciudad con mucha historia, en la que ya en el siglo XIX triunfaron otros revolucionarios como el Canario de Álora o Paco el Sevillano, que serían muy parecidos a Ray Heredia, rebeldes e innovadores, artistas con mentes abiertas en un mundo, el flamenco, conservador pero a la vez abierto, y en esa mezcla de actitudes está un poco el secreto de su grandeza e universalidad.
El 17 de julio se van a cumplir veinticinco años de la muerte de Ray Heredia, aquel visionario del pop español aflamencado, que vestía como un príncipe goyesco y que siempre vio más allá de donde veían los demás. Con este motivo, el día 4 de junio va a ser homenajeado en Sevilla, en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, con artistas de la talla de Estrella Morente, Tomatito, Antonio, Josemi y Juan Carmona, María Toledo, Sorderita, Soleá Morente, La Barbería del Sur, Pastora Galván, El Carpeta y Aurora Losada, entre otros solistas y grupos. Estupendo plantel de artistas para recordar a un creador, que es lo que era Ray Heredia, un compositor de un talento poco común. Flamenco a su manera, guitarrista, pianista, percusionista, palmero… En resumidas cuentas, artista.