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Querido Miguel Poveda - Archivo Expoflamenco
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Querido Miguel Poveda

Valoro tu carrera y la clase de artista que eres, entregado a tu profesión de una manera admirable. Alguna vez lo he destacado. Pero como cantaor, lo siento, no he logrado entenderte aún. A mí me gustan todavía aquellos cantaores que les dolía tanto el cante. Hónralos, Miguel.


Hace dos días y tras muchos meses sin escribir nada sobre ti puse el enlace de un artículo que te hacían en un diario nacional sobre una actuación no sé dónde, y, con cierta ironía, dije: “Cantaor es otra cosa”. Me chocó que te llamaran “cantante”, que es como Camarón llamaba a Morente. ¿Lo sabías? Cuando Enrique grababa un disco, Camarón le decía a La Chispa: “Ya ha salío el disco del Cantante, llégate a por él”. Sí, de esa manera. Me lo contó la viuda del genio en un hotel de Sevilla, en el centro. La ironía no se entiende a veces y tus fans me han dado para el pelo, entre ellos Antonio Canales, al que le pediré permiso cada vez que quiera opinar algo sobre ti. Ya sabes el arte que tiene, con vetitas de guasa. Por eso lo queremos tanto.

Les he dicho que entre tú y yo no ha habido jamás ningún problema, a pesar de que, lo reconozco, soy muy crítico contigo. ¿Con quién lo voy a ser, con el Niño del Tirachinas? Eres la figura y siempre me he jugado los cuartos con los importantes. También te he hecho alguna vez críticas buenas, ¿verdad? Recuerdo la de una actuación en Los Palacios en la que estuviste estupendo. Pero no voy a ser ahora un hipócrita, no estás entre mis favoritos. Ni tú ni el noventa por ciento de los de tu generación. Esto es una cuestión de gustos y a veces es un misterio por qué no te entra del todo un cantaor. No es que no seas buen artista del cante, que lo eres. Es que hay algo en tu voz, en tu expresión, en tus maneras, que no me convencen. Les pasa a otros críticos y no lo reconocen y te hacen unas críticas que, ¡madre mía! Soy incapaz de escribir con alma cuando una voz no me atraviesa la piel como los rayos del sol traspasan la primera niebla mañanera.

 

«Eres la figura y siempre me he jugado los cuartos con los importantes. También te he hecho alguna vez críticas buenas, ¿verdad?»

 

No te lo creerás, pero valoro tu carrera y la clase de artista que eres, entregado a tu profesión de una manera admirable. Alguna vez lo he destacado. Pero como cantaor, lo siento, no he logrado entenderte aún. Precisamente, mira por dónde, me pasa lo mismo con el maestro Canales, uno de tus fans: que no me entra. Solo he disfrutado de su baile a ráfagas, en momentos, en esos segundos geniales que tienen los raros del arte, pero ya está. Nunca hemos tenido buena relación por mis críticas, pero hicimos las paces y ahora éramos uña y carne. Y fíjate, ayer me dio a entender que cuando uno se aburre con un artista lo mejor es hacerse pajas, y no criticar. Oye, es una estupenda idea, aunque me pille ya un poco mayor y en edad de riesgo. A ver si no es para quererlo.

A mí no me tienes que convencer de nada, y menos con tantos seguidores o fans. Pero sigo esperando un disco tuyo de cante por derecho y, como diría Arguiñano, con fundamento. Podrías hacerlo. Te diría que hasta se lo debes al cante jondo, que tanto te ha dado, entre otras cosas mucho cariño. Te lo digo porque soy exigente, no como esos que te siguen y que les da igual lo que les des.

¿Sabes lo que le pasó un día a Tomás Pavón en la Alameda, sentado en la puerta de La Europa? Llegó Manuel Torres y le pidió que lo acompañara a una fiesta de gente adinerada, en cuya casa había una mujer que siempre le pedía fandanguillos. “Para que le cantes tú esos fandanguillos tan bonitos, los de Con la Virgen del Pilar”. Tomás, con la cara descompuesta, le dijo: “Reyes acaba de pasar por aquí con los avíos de un puchero para mañana”. Reyes era su mujer. No le tuvo que decir nada don Tomás a don Manuel.

A mí me gustan todavía aquellos cantaores que les dolía tanto el cante. Estoy atrapado en aquel mundo mágico que no viví por una cuestión de fecha de nacimiento. Hónralos, Miguel.

 

 


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Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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