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Manuel Gerena: la voz prohibida

Con sus defectos y virtudes, sus luces y sombras, Gerena es una de las voces más importantes de la música andaluza. Historia viva del cante y de la lucha, del compromiso social y político, de la cultura.


España se ha olvidado de sus cantautores. Y Andalucía, que también es parte de España, de sus cantautores flamencos. Manuel Gerena ha sido siempre el cantautor flamenco por excelencia, el más guerrillero de todos, creador de sus propias letras y cantaor por derecho, sin adornos superfluos, aunque siempre se ha dicho que no era un buen cantaor, como si eso importara mucho a la hora de mandar mensajes al pueblo a través de la música, de la voz, como lleva haciendo más de cincuenta años el cantaor de la localidad sevillana de Puebla de Cazalla. No llegó al cante por tradición familiar, sino porque hacían falta cantaores como él en una Andalucía en manos de terratenientes y curas franquistas.

La Puebla de Cazalla es un pueblo de jornaleros del campo, de hombres y mujeres que criaban a sus hijos trabajando en lo que podían. El padre de Gerena, Manuel Fernández Natera El Vapora, era un humilde electricista y ese fue también el oficio de este cantaor, aunque antes de eso fue repartidor de paquetes con el corsario de su pueblo, que era de su familia. Y jornalero del campo, con sueldo de mujer, porque los niños no rendían como los hombres. Mucho trabajo y poco colegio, aunque eso no evitó que tuviera acceso a la lectura, a la poesía y al cante, debutando como profesional en 1968, un año antes de que muriera la Niña de los Peines. El cante entonces no era nada contestatario, o muy poco. Tampoco el de Gerena, que se pegó a los clásicos de la época, a los maestros que intentaban que no se perdiera el cante añejo, como Mairena o El Gallina, Juan Talega o Fosforito. No era fácil cantar letras subversivas en pleno franquismo, pero él las escribía y cantaba.

Gerena era un rebelde y en 1975 salió al mercado un disco fundamental en su carrera, Cantando a la libertad, producido por Gonzalo García Pelayo, que marcó ya definitivamente el rumbo del cantautor. Era ya desde hacía tiempo la voz prohibida, perseguida, del cante jondo, arropada, eso sí, por intelectuales de izquierdas que le dedicaban páginas completas en diarios y revistas, siendo claramente utilizado por algunos para atizarle al régimen. Gerena llenaba teatros, cines de verano y toda clase de recintos en toda España y fuera de su país. Sus conciertos se prohibían, en ocasiones con altercados públicos y manifestaciones como protesta. Incluso llegaron a encerrarlo algunas veces y a retirarle el pasaporte. Se hizo tan popular como los mejores toreros, políticos o cantantes, convirtiéndose en un personaje fundamental. Luego, cuando se acabaron las prohibiciones, con la llegada de la democracia, llegó el olvido, aunque Gerena jamás dejó los escenarios ni de grabar discos y publicar libros con sus coplillas, que se vendían más que los de los mejores escritores.

Y ahí sigue todavía, en la brecha, comprometido con sus ideales y con los más débiles de la sociedad. El próximo jueves, día 29, será homenajeado en el Auditorio Marcelino Camacho de Madrid con motivo de haber cumplido ya 70 años, cincuenta de ellos como profesional del cante. No debería ser el último homenaje, porque, con sus defectos y virtudes, sus luces y sombras, Gerena es una de las voces más importantes de la música andaluza. Historia viva del cante y de la lucha, del compromiso social y político, de la cultura.

 

Duerme, compañera,
Duerme mientras quedo
labrándole al hijo
libertad, si puedo.

 

Foto superior: El Correo de Andalucía

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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