Los controvertidos Giraldillos
En general, lo de los Giraldillos es una chapuza. En primer lugar, es imposible que los miembros del jurado lo vean todo. Y algunos de ellos no están preparados para esa función. Voy a hablar claro aunque me perjudique.
No pensaba opinar sobre la concesión de los Giraldillos, porque no he estado este año en la Bienal, aunque he visto cosas por Internet y leído críticas sobre todo de Manuel Martín Martín, Sara Arguijo, Luis Pérez y Luis Ybarra. La idea de dar en cada Bienal unos premios a lo más destacado no me parece mal. Se hace en otros festivales y no solo de arte flamenco, y es un estímulo para los artistas. También es verdad que es una frustración para los que no son premiados y eso crea siempre bajadas de ánimo que conducen irremediablemente a la confusión. Aún recuerdo cuando el cantaor jerezano Jesús Méndez hablaba conmigo medio hundido porque en la Bienal de 2016, en la que presentó un espectáculo mano a mano con Antonio Reyes, solo premiaron al chiclanero. Estaba entre los miembros del jurado y prometí no estar nunca más porque no me suelo prestar a chapuzas.
En general, lo de los Giraldillos es una chapuza. En primer lugar, es imposible que los miembros del jurado lo vean todo. En esta edición ha habido cinco grupos para cubrir varias disciplinas. Sinceramente, algunos de los miembros del jurado no están preparados para esa función. Voy a hablar claro aunque me perjudique. ¿Qué hacía ahí Rafael Infante? Este hombre es muy buena gente pero está frito de flamenco. Solo pienso en un motivo. Que como tiene buena relación con los políticos, sea necesario para controlar un poco la concesión de los distintos premios. Lo hacen también en el Festival de la Minas de La Unión. Y opino con propiedad porque he estado muchos años de jurado. Ponen un jurado de cinco, y tres están para controlar que todo vaya según quiere la organización.
«¿Por qué unos críticos sí y otros no? Los críticos son los que más espectáculos ven en la Bienal. Se supone que son los que más saben. Entonces, ¿por qué solo dos y, casualmente, nada críticos con la organización?»
Casi la mitad del jurado no resistiría el más mínimo examen. Luego, ¿qué manera es esa de premiar a un artista que va a la Bienal tras meses de trabajo para presentar algo digno? ¿Examinamos a Pedro Chicharro, de la Diputación de Sevilla? ¿O a Antonio José Pérez Castellano, secretario de la Fundación Machado? Esto no es serio. Quince miembros del jurado y una sola artista, Ana María Bueno, que la maestra sí sabe. ¿Por qué unos críticos sí y otros no? Los críticos son los que más espectáculos ven en la Bienal y solo hay dos, sin entrar en otras consideraciones. Se supone que son los que más saben y quienes conocen mejor a los artistas y lo que hacen. Entonces, ¿por qué solo dos y, casualmente, nada críticos con la organización?
El maestro de la guitarra Gerardo Núñez ha criticado la afrenta de la Bienal a la guitarra de concierto por dejar fuera de la competición esta especialidad. Se ha premiado al maestro Riqueni pero más como el deseo de reconocer su trayectoria. ¿Con quién ha competido? Sin embargo sí se ha premiado al jerezano Alfredo Lagos con el Giraldillo de acompañamiento, supongo que merecidamente porque es de los mejores desde hace años. La Bienal cuida poco la guitarra de concierto. Se cuida poco en España en general, y es inadmisible porque tenemos quince o veinte buenos guitarristas de concierto que se tienen que ir fuera para poder comer.
A veces, los Giraldillos son un fiel reflejo de cómo está el flamenco de verdad. Que el mejor cantaor de esta Bienal, para el jurado, haya sido Pedro el Granaíno, con todos mis respetos, demuestra cómo estamos.
Imagen superior: concierto de Diego Villegas (Giraldillo al mejor instrumento solista) en el Alcázar. Foto de Claudia Ruiz Caro – Bienal de Flamenco