Hoy he escuchado el disco Un nuevo universo, de Pepe de Lucía, y no sé por qué le han concedido el Grammy Latino. Ya le dieron otro en 2003, por su disco El corazón de mi gente, pero entonces tenía voz, al menos. Un día, si la cosa no cambia, estos premios los darán en las cajas de mantecados. Sinceramente, esperaba que le dieran el premio a Rafael Riqueni, por Herencia, su último disco, pero no con mucha fe porque conozco el paño y sé bien que en el fondo, el verdadero flamenco importa muy poco. Lo que me extraña bastante es que los artistas que despotrican de estos premios, luego opten a ellos. Será cosa de sus casas de discos, claro, pero manda huevos. Si Un nuevo universo, de Pepe de Lucía, es el Mejor Álbum de Flamenco, según la organización de estos galardones, es que no estamos mal, estamos podridos. Dicho con el debido respeto al artista de Algeciras, al que aprecio en lo artístico y en lo personal. Pero el disco premiado no es ni flamenco, ni un buen disco. Por tanto, la concesión del premio obedece a otros criterios y no entiendo cómo hay flamencos y medios especializados que han felicitado al artista y le están dando publicidad al asunto. A veces nos merecemos todo lo malo que le pasa nuestro arte, que no es poco. Porque además, luego no apoyamos lo suficiente a esos sellos de flamenco que sí apuestan por lo genuino, por el buen cante o la mejor guitarra. Sellos que se juegan su dinero, por cierto, como por ejemplo La Droguería Music, del productor astigitano Chemi López. Quien encima se tiene que morder la lengua porque si opina sobre la basura, esa misma inmundicia le puede salpicar. No pienso felicitar a Pepe de Lucía por este Grammy, lo siento, no me sale. Seguramente se enfadará, pero no estoy en la crítica para hacer amigos.

«Esperaba que le dieran el premio a Rafael Riqueni, pero no con mucha fe porque conozco el paño y sé bien que en el fondo el verdadero flamenco importa muy poco»