La herencia de Rafael Riqueni
En 'Herencia', el guitarrista sevillano quiere ahondar más en el concertista flamenco, porque él es sobre todo concertista, uno de los mejores que ha habido. Tampoco es que sea manco acompañando al cante o al baile. Sevillanía y trianería a raudales. El miércoles 29 se presenta en el Teatro Lope de Vega.
Una mañana de hace muchos años me llamó la madre de Rafael Riqueni a casa y me pidió por favor que fuera a estar un rato con su hijo al piso familiar de la calle Pagés del Corro, en Triana, porque el genio estaba tristón. En efecto, cuando llegué estaba haciendo dedos y con la cara en cualquier sitio menos en la Cava de los Gitanos. “¿Qué te pasa, maestro?”, le pregunté. Y me respondió: “Que dicen que soy un genio y no tengo conciertos. Y como soy concertista, los cantaores tampoco me llaman”. Rafael estaba cansado, decepcionado y con ganas de romper la guitarra.
Sevilla tuvo siempre grandes guitarristas de flamenco, pero tuvo que llegar uno de fuera, Paco el Barbero, para que comenzara una escuela que aún está poco estudiada. El guitarrista y compositor sanluqueño, traído a Sevilla por Silverio al inicio de los ochenta del XIX, tuvo academia en San Bartolomé y daba clases también en su tabanco flamenco de la céntrica calle Plata, donde años antes tuvieron academia Manuel de la Barrera y Amparo Álvarez La Campanera. Sevilla era, pues, para El Barbero su cuartel general cuando daba tantos conciertos por España, siendo en verdad el primero que ofrecía recitales en solitario con un repertorio de palos flamencos buen fijados.
«Entre lo que él ha heredado y la herencia que nos va a dejar, la del miércoles en el Lope de Vega puede ser una noche histórica»
El Maestro Pérez, Montero, Antonio Moreno –cordobés de nacimiento, pero llegado a Sevilla siendo un niño–, el Niño Ricardo, Luis Maravilla, Pepe Martínez, Eduardo de la Malena, Diego del Gastor o Melchor de Marchena han sido algunos de los grandes guitarristas sevillanos, referencias de un pasado glorioso que han caído un poco en el olvido. Vinieron más de fuera, como Juan Gandulla Habichuela, Javier Molina o Currito el de la Jeroma, entre otros. Es lo que se ha dado en llamar la escuela sevillana del toque, por lo general atribuida solo al Niño Ricardo, sin duda la primera figura del toque sevillano y primera referencia para la mayoría de guitarristas flamencos tanto de Sevilla como de fuera de la capital andaluza.
Rafael Riqueni ya homenajeó a grandes fenómenos del toque en uno de sus mejores discos, Maestros (1994), con especial atención a Ricardo, Sabicas y Esteban Sanlúcar. En Herencia quiere ahondar más en el concertista flamenco, porque él es sobre todo concertista, uno de los mejores que ha habido. Tampoco es que sea manco acompañando al cante o al baile, porque lo ha hecho a grandes del cante, pero Rafael descubrió pronto que su verdadera vocación era tocar en solitario y hoy le debemos piezas de una calidad impresionante.
Contenido de la obra
En Herencia homenajeará a Paco de Lucía (Lágrimas), Mario Maya (Farruca Bachiana), Pepe Habichuela (Herencia), Enrique de Melchor (Minerico), Tomatito (Nuevos Sones), Serranito (Café de Chinitas), Enrique Morente (Triste Luna), Joaquín Amador (Pureza) y Manolo Sanlúcar (Aires de Sevilla).
Presenta su nueva obra el próximo miércoles 29 de enero en el Teatro Nacional Lope de Vega, con colaboraciones como las de Rubén Olmo, dos guitarras como las de Salvador Gutiérrez y Manuel de la Luz, la percusión de Luis Amador y las palmas de Diego y José Amador. Sevillanía y trianería a raudales. Entre lo que él ha heredado y la herencia que nos va a dejar, la del miércoles puede ser una noche histórica. No se la pierdan, y no es mal amigo el que avisa.