La guerra de Tomás Pavón
Estos días, con lo de la guerra en Ucrania, recuerdo a veces la cara de Tomás Pavón y algunas anécdotas muy tristes. Escucho sus últimos discos, con Melchor de Marchena a la guitarra, antes de su muerte (1952), y entiendo que tuviera ese velo de tristeza en los ojos y mucha amargura en la voz.
Casi todos los aficionados coincidimos en calificar de “genio” o “fenómeno irrepetible” al cantaor sevillano Tomás Pavón Cruz, el hermano pequeño de la célebre Niña de los Peines. Técnicamente, dijo Manolo de Huelva, “Tomás y Chacón fueron los mejores cantaores”, algo en lo que estoy de acuerdo. Sin embargo, es necesario decir que Tomás no fue nunca un cantaor de éxito, sino un buen cantaor de cantaores, que generalmente se buscaba la vida en las fiestas o reuniones de Sevilla.
En las fiestas que organizaban los señoritos de Sevilla, empresarios, ganaderos o toreros, hizo buenas amistades y cuando estalló la Guerra Civil de 1936, en la capital andaluza fue especialmente sangrienta. Su hermana Pastora y su cuñado el Pinto estaban de gira por tierras de Jaén y, ante la posibilidad de perder la vida regresando a Sevilla, el matrimonio decidió irse a Madrid hasta que pasara todo, sin saber si iba a ser para un mes o para casi tres años, como al final fue. Tomás vivía de las fiestas, pero cuando no había o enfermaba y no tenía para comer, su hermana le solucionaba la papeleta de poner la olla cada día.
Como Pastora pasó la contienda en Madrid, Tomás las pasó canutas, a pesar de que su hermano Arturo y su cuñada Eloísa Albéniz le ayudaban a subsistir. Tolita, la hija de Pastora, pasó la guerra en Sevilla con su tío Tomás y Reyes, su mujer. Era entonces una niña de doce años y recordaba que Tomás salía algunas noches a cazar un gato para guisarlo y llevarse proteínas a la barriga. Era algo habitual en Sevilla en aquellos años y en la posguerra, y Tomás tuvo que hacerlo.
«Que sepamos, Tomás Pavón no se metió nunca en política y no se conoce que tuviera problemas con los militares, quizá también porque su hermano Arturo tenía buena relación con los nacionales. En sus letras no demuestra inclinación alguna, como ocurría con el Carbonerillo, que sí denunciaba a veces cosas sociales»
Que sepamos, Tomasito no se metió nunca en política y no se conoce que tuviera problemas con los militares, quizá también porque su hermano Arturo tenía buena relación con los nacionales, con los golpistas, por ser un cantaor de reuniones con bastante influencia con personas poderosas de Sevilla, políticos o empresarios. En sus letras no demuestra inclinación alguna, como ocurría con el Carbonerillo, que sí denunciaba a veces cosas sociales.
Pastora era republicana, aunque tampoco se metió mucho en política. Su marido sí, llegando a cantar incluso en los mítines del Frente Popular en Sevilla, con el Carbonerillo, su gran amigo. Quizá fuera este el motivo por el que el Pinto y Pastora se fueron a Madrid y no regresaron a Sevilla cuando estalló la contienda: porque el cantaor macareno estaba señalado políticamente y podían fusilarlo nada más llegar a la ciudad del Guadalquivir. Solo pensaron en volver cuando acabó la guerra, en abril de 1939.
Tomás vio cosas terribles en la Alameda de Hércules durante la guerra, porque algunas noches salía a buscarse la vida a alguna fiesta en La Europa o Las Sietes Puertas, arriesgándose a no volver a su casa. El guitarrista macareno Antonio Peana me contó que una noche vio cómo unos soldados borrachos del bando nacional humillaban a Tomás porque no bebía alcohol, solo leche o agua, algo extraño en un cantaor. Hay una fotografía de 1947, de Novoa, en la que aparece junto a Pastora y Pepe con una amargura en los ojos que conmueve, seguramente por lo que vio, siendo una persona tan sensible.
Estos días, con lo de la guerra en Ucrania, recuerdo a veces la cara de Tomás y algunas anécdotas muy tristes. Escucho sus últimos discos, con Melchor de Marchena a la guitarra, antes de su muerte (1952), y entiendo que tuviera ese velo de tristeza en los ojos y mucha amargura en la voz.