La cita jonda es en Jerez
Lo mejor del baile, el cante y el toque flamencos se darán cita dentro de una semana y ojalá la luz alumbre las noches de compás y pellizcos. Que no decaiga Jerez, porque si decayera dejaría de latir el corazón del verdadero flamenco.
Con independencia de la calidad o no de la programación del Festival de Jerez de cada año, en la que siempre podemos encontrar motivos más que suficientes para desplazarnos y disfrutar de aquello que más nos guste o interese, siempre es un placer ir a esta ciudad tan flamenca para sentirse eso, flamenco, andando por sus barrios, recordando cómo eran aquellas calles hace más de un siglo y aquellos patios de vecinos donde cantar, tocar la guitarra o bailar era algo tan natural como vivir. Tuve la inmensa suerte de tratar personalmente a artistas como Tío Borrico, Terremoto, Parrilla, El Sordera o María la Burra, quienes me contaron cómo era el día a día de los vecinos de esos barrios tan flamencos, como San Miguel o Santiago, en los que la vida era tranquila y en armonía. Ya no es lo mismo, aunque Jerez sigue siendo una ciudad en la que el flamenco es la almendra de la vida para muchas personas.
Cuando voy al festival, que lo he hecho muchas veces, compruebo que hay dos festivales distintos: el de los teatros y las salas comerciales, y el de las peñas y las tabernas. A diferencia de Sevilla, en Jerez hay ambiente flamenco en sus calles, los artistas se siguen buscando para echar un ratito de fiesta y aún es posible emocionarse viendo cómo anda Diego Carrasco por sus calles o cómo marca el compás Fernando el de la Morena en la desgastada barra de madera de un tabanco. Revuelves una esquina y te encuentras a El Bo o El Chícharo tan maqueados que parece que van a una recepción con el Rey. En Jerez todo huele a flamenco y cuando llega el festival, mucho más. Miedo me da cuando leo los problemas por los que atraviesa esta cita anual con el arte jondo, las amenazas que se ciernen sobre el Teatro Villamarta y la desgana de quienes años atrás vivían en un entusiasmo permanente. Ni pensarlo quiero, porque Jerez ha luchado mucho por mantener este ya importante festival. No fue fácil fundar una cita de este corte en una ciudad donde tanto gusta el ratito de arte en la taberna o en una plaza cualquiera, de una manera anárquica, sin premeditación.
«Larga vida al festival y a ese templo que es el Teatro Villamarta. Y a las peñas de la ciudad. Y a los artistas y los buenos aficionados, que son el alma, la base del milagro jondo de Jerez»
No se entendería el flamenco sin Jerez, sin sus grandes artistas, algunos de ellos inmortalizados en bronce, que forman ya parte del paisaje urbano y sentimental de la ciudad. Jerez siempre fue cantera y esa cantera no está ni mucho menos agotada, porque no paran de salir artistas jóvenes que llevan el arte de la tierra por todo el mundo. Y que, además, traen el mundo entero al arte de la tierra. La ciudad se llena de personas de casi todos los países con motivo del festival, que vienen a disfrutar del flamenco y también del ambiente y de la hospitalidad de sus vecinos. No hay ningún sitio en el mundo donde se pueda disfrutar del flamenco como se hace en Jerez, algo que han logrado todos y cada uno de los artistas que ha dado esta tierra, desde los ya míticos Frijones o Javier Molina hasta Fernandito Terremoto, Moraíto Chico y El Torta, que nos dejaron aún jóvenes y vistieron de luto a miles de corazones en todo el mundo.
La cita de este mes es en Jerez de la Frontera, la tierra de estos genios y de otros que, por fortuna, siguen con nosotros. Lo mejor del baile, el cante y el toque flamencos se darán cita dentro de una semana y ojalá acompañe el tiempo y la luz alumbre las noches de compás y pellizcos. Que no decaiga Jerez, porque si decayera, por las razones que fueran, dejaría de latir el corazón del verdadero flamenco. Larga vida, pues, al festival y a ese templo que es el Teatro Villamarta. Y a las peñas de la ciudad, que tan buena labor hacen a lo largo de todo el año. Y a los artistas y los buenos aficionados, que son el alma, la base del milagro jondo de Jerez.
Imagen superior: Tabanco El Pasaje, Jerez.