Honores a Pedro Peña en Lebrija
Escucharlo tocar la guitarra de acompañamiento era como asistir a una lección siempre magistral. Pocos saben de cante como él y eso le ayudaba a ser uno de los mejores. La Caracolá Lebrijana concede el Caracol de Oro a Pedro Peña.
He de reconocer públicamente mi admiración por el guitarrista y cantaor lebrijano Pedro Peña Fernández, vástago de Bernardo Peña y María Fernández La Perrata. No hace falta decir que es hermano del entrañable Lebrijano, pero ahí está para quienes no lo sepan, que nos leen muchas personas en todo el mundo. Pedro Peña va a recibir por fin el Caracol de Oro de la Caracolá de Lebrija, un festival que no existiría sin él. Y la noticia me parece importante, porque este hombre ha sido siempre modélico en todo, tanto en lo personal como lo artístico.
Hace muchos años, casi cuarenta, me llamó José el de la Tomasa para decirme que iba a dar un recital en la Peña Flamenca La Trilla, de Trebujena, con Pedro Peña. Me invitó a que fuera con ellos y accedí. Al llegar, sobre las 21 horas, decidieron tomar algo y Pedro me dijo que si quería angulas. No tenía ni idea de lo que eran, la verdad, y cuando me pusieron la cazuela me parecieron fideos. ¿Fideos con ajo? Reconozco que me comí la tapa con algo de reparo. Cuando lo comenté con Pedro y el maestro Tomasa, estuvieron toda la noche riéndose.
«Antonio Mairena me dijo: ‘No te vayas, que vamos a echar un rato’. Yo tenía 20 años y entonces era mairenista acérrimo, así que aquello era como si San Pedro me hubiera invitado a entrar en la Gloria»
Si la memoria no me falla, la primera vez que hablé con Pedro Peña fue en la Peña Niño Ricardo de Sevilla, una noche que acompañó a Antonio Mairena en privado. El maestro mairenero había dado una conferencia y luego echaron un rato de cante, al que me quedé por deseo de Mairena, que me dijo: “No te vayas, que vamos a echar un rato”. Yo tenía 20 años y entonces era mairenista acérrimo, así que aquello era como si San Pedro me hubiera invitado a entrar en la Gloria. Mairena cantó esa noche de una manera que luego no pude dormir. Y Pedro lo vivió con tanta emoción que sus falsetas eran sinfonías.
He seguido la carrera profesional de este maestro y, aunque no siempre he estado de acuerdo con sus teorías sobre el origen del flamenco, confieso que escucharlo tocar la guitarra de acompañamiento era como asistir a una lección siempre magistral. Pocos saben de cante como él y eso le ayudaba a ser uno de los mejores. Acompañaba a su hermano Juan de una manera y de otra distinta a Diego Clavel. Un maestro en el más amplio sentido de la palabra.
Celebro el reconocimiento en su pueblo, Lebrija, que le llegará al corazón. Será una noche de emociones, y tendrá que tener cuidado porque el corazón también cumple años. Homenaje más que merecido, que aplaudimos a compás, ese tan peculiar de su pueblo, donde hay que morir. De arte, claro.
Francisco en Paris 16 junio, 2021
Muy merecido porque es un gran maestro. Su familia merecería un reportaje amplio desde la Perrata
a su hijo Dorantes y lo que venga. Da gusto leer estas noticias.