Me parece muy importante que exista el Grammy Latino para reconocer el mejor álbum flamenco del año, aunque no siempre sea el más jondo. Este es el motivo por el que miles de aficionados españoles apenas muestran interés por estos premios, porque se quedan atrás cada año trabajos discográficos excelentes que jamás van a ser reconocidos al ser editados por sellos independientes de escaso poder económico. Tampoco hay que ser un genio para entender que esto va a seguir siendo así, por mucho pataleo que haya, aunque la verdad es que no hay tanto. Digamos que la mayoría de los aficionados pasan olímpicamente de unos galardones a los que solo tienen acceso, por lo general, artistas flamencos mediáticos que están respaldados por multinacionales con medios para presentarse a estos premios, que sin presentarse no hay ninguna opción y menos si eres un artista poco conocido.

Ha habido excepciones tan notables como el caso de Antonio el Chocolate, quien lo recibió en 2002, porque grabó en un sello potente que presentó su obra con ciertas garantías de que fuera premiada al estar apoyada por el Grupo Prisa. Y este año, uno de los candidatos es el joven guitarrista sevillano Joselito Acedo, autor del cedé Andando, una obra muy flamenca. No es un guitarrista mediático, algo que podría cambiar si al final consiguiera el Grammy. Lo tendrá difícil porque la competencia es tremenda: Estrella Morente, Argentina, Miguel Poveda, Blas Córdoba, Chano Domínguez, María Toledo y Paco de Lucía.

«Lo ideal sería que no hubiera que presentarse, sino que un jurado de expertos eligiera lo mejor y lo más flamenco de cada año, pero el negocio es el negocio»

Personalmente estoy de acuerdo, en primer lugar, en lo importante que es para el flamenco que exista un apartado para este arte en unos premios de tanta repercusión internacional. La música flamenca, que tiene ya casi dos siglos de historia, tardó quizás demasiado tiempo en ser reconocida como una de las grandes músicas del mundo. Ya lo es y eso debe ser motivo de orgullo para todos, para los artistas y también para los aficionados. Lo deseable sería que también tuvieran acceso a estos premios trabajos no tan comerciales, aunque es muy difícil que suceda algún día. Pero es imposible que, de no ser así, se pudiera premiar alguna vez a esos cantaores o guitarristas que graban en sellos pequeños, aunque hagan verdaderas maravillas, como es el caso, por citar solo uno, del guitarrista moronero Daniel Méndez, Sonido de mi libertad, cedé grabado por el modesto sello La Voz del Flamenco, del también guitarrista Pedro Sierra, quien no presentó esta obra al Grammy porque seguramente era consciente de las escasas posibilidades que tendría frente a toda una multinacional.

Sin embargo, Argentina sí se ha presentado con Sinergia, lo mismo que hizo con su anterior obra, Un viaje en el cante, editada en 2012, que también estuvo nominada. En aquella ocasión se vino de vacío y ojalá tenga más suerte este año, porque ha hecho una inversión económica. Primero, presentando su trabajo, que ya es un gasto y un mareo, y luego, al estar nominado, costeándose el viaje a Miami, que no es como ir a Madrid. Por tanto, son unos premios para empresas y artistas potentes. Lo ideal sería que no hubiera que presentarse, sino que un jurado de expertos eligiera lo mejor y lo más flamenco de cada año, pero el negocio es el negocio. Al margen de esto, suerte para todos los nominados, los mediáticos y los no mediáticos.