El olvidado Carito de Jerez
Manuel Caro Cuéllar 'Carito' llegó antes que ningún otro artista jerezano a la capital andaluza. Tuvo dos referencias gitanas importantes: el Loco Mateo y Manuel Molina. Aparece ya cantando en Sevilla en los años sesenta, cuando aún había que ir a las academias boleras a escuchar cante, y lo hace junto a otros cantaores como Sartorio, Lorente, Perea del Puerto, Enrique Prado,
Alguna vez he destacado el papel tan fundamental que jugaron los artistas de Jerez de la Frontera en el auge del buen flamenco en Sevilla a mediados del siglo XIX. Manuel Caro Cuéllar Carito llegó antes que ningún otro a la capital andaluza y lo hizo con un repertorio jerezano, porque nació y se hizo cantaor en esa tierra escuchando a cuantos intérpretes había en aquellos años. Recordemos, como aportamos ya en su momento, que Carito nació el 12 de enero de 1845 en el número uno de la calle Puerto, poco tiempo después que el Loco Mateo y Paco la Luz, con Manuel Molina ya cantando y siendo la referencia de muchos jóvenes del momento.
Era hijo de Simón Caro García, un picapedrero de Puerto Real, y de Isabel Cuéllar Parrado, de Jerez. No eran gitanos, y lo digo por la importancia que dan algunos a este hecho, al tratarse de flamenco, algo perfectamente comprensible por el papel tan fundamental que jugaron los gitanos en el nacimiento de este arte ya tan antiguo. Quizá sea esta la causa del olvido de Carito, porque no nació en el seno de una familia gitana. Sin embargo, este cantaor tuvo dos referencias gitanas importantes, como fueron las del Loco Mateo y Manuel Molina, sus dos ídolos al decir de todos los tratadistas. Puede que dulcificara en exceso los cantes de los colosos citados, pero cada cantaor tiene la voz que tiene y la de Carito era “almíbar puro”, según Fernando el de Triana.
«Carito tuvo que vivir muy de cerca la muerte de El Canario de Álora, porque vivía en su casa de la calle Amor de Dios»
Aparece ya cantando en Sevilla en los años sesenta, cuando aún había que ir a las academias boleras a escuchar cante, y lo hace junto a otros cantaores como Sartorio, Lorente, Perea del Puerto, Enrique Prado, Juraco y Silverio. Carito cantaba para bailar, como casi todos en aquel tiempo, y debió destacar tanto que enseguida lo localizamos actuando en solitario y no solo en Sevilla. Algo más tarde llegó El Chato de Jerez a la capital andaluza y ambos se hicieron inseparables, los dos recordando a Molina y Loco Mateo. Es cuando llega también Paco la Luz con sus tres niñas y, algo más tarde, Frijones y Chacón.
Carito vivió algún tiempo en el número 39 de la calle Amor de Dios, cerca de la Alameda de Hércules. Era donde vivía cuando la noche del 13 de agosto de 1885, el padre de La Rubia, Lorenzo Colomer Ricard, asesinó al Canario de Álora de una puñalada en el corazón en la puerta de la Nevería del Chino, la sucursal de verano del Café del Burrero. Carito tuvo que vivir el drama muy de cerca porque El Canario vivía en su casa, en ese número de la citada calle, ennoviado, al parecer, con su hermana Isabel.
Tras la muerte del cantaor malagueño, Carito llevaba su malagueña en el repertorio de aquellos años, como homenaje al compañero y gran amigo. Estuvo cantando hasta poco antes de su muerte, ocurrida en Sevilla el 3 de febrero 1895, con 50 años, o sea, aún joven. Lo pasaría bastante mal por su enfermedad y el hecho de no poderse buscar la vida en las fiestas y los escenarios, como había hecho durante casi toda su vida. Había enviudado y murió totalmente solo, porque su única hija, Luisa Caro Bernal, o falleció también o desapareció de su vida por algún motivo que desconocemos.
Murió Carito en la calle Morgado, cerca también de la Alameda de Hércules y Amor de Dios.
Rufino Rivas González 7 agosto, 2019
D. Manuel Bohórquez Casado, gran profesor de literatura e historia del FLAMENCO, no para de sorprendernos muy gratamente
josé perez delgado 8 agosto, 2019
selodicho astè mas dunavéz
D.Manué me quitorsombrero
ante su constancia flanenca por descubrír esas vivencias der personá flamenco ya desaparecío.
gracias de parte desteviejo flamenco.