El próximo año, desde el 1 de enero al 31 de diciembre, será el de don Juan Valderrama Blanca, conocido artísticamente por Juanito Valderrama, puesto que se conmemorará el centenario de su nacimiento, que tuvo lugar el 24 de mayo de 1916 en el pueblo jiennense de Torredelcampo. El nacimiento de uno de los mejores cantaores de la historia, aunque los puristas le hayan negado el pan y la sal por hacer lo mismo que hicieron casi todos los grandes de su época, cantar algo más que el cante clásico. En el caso de Valderrama, con gran éxito, porque quien tiene cualidades para el cante acaba triunfando en todo lo que haga. Además de don Juan lo hicieron Manolo Caracol, Pepe Marchena, Pepe Pinto, Enrique Morente o Camarón.

El centenario del nacimiento de tan gran artista flamenco debería servir para destacar más su faceta de cantaor que la de cantante de coplas o canciones, porque es menos conocida por el gran público, sobre todo por los jóvenes aficionados, que no han tenido acceso aún a su obra discográfica completa y se dejan llevar por lo más publicitado y popular, que son sus canciones, temas tan divulgados como El Emigrante, Madre hermosa o Mi primera comunión. El verdadero genio no está en estas canciones, que para él eran pan comido, sino en sus tarantas, cartageneras, malagueñas, cantes de ida y vuelta y fandangos, sin olvidarnos de cómo interpretó palos de mayor peso jondo como las seguiriyas, las soleares, la caña, las serranas o las cantiñas.

«El maestro Juanito Valderrama hizo méritos más que sobrados para que su legado no quede en el olvido y esté al alcance de aquellos jóvenes intérpretes que quieran beber en una fuente de total garantía en muchos palos del cante flamenco»

Porque si se puede hablar de un verdadero maestro del cante andaluz del siglo XX, ese fue Valderrama, cantaor largo, con enorme sabiduría no solo de los palos sino de las distintas escuelas y del repertorio de todos los grandes maestros anteriores a él o coetáneos suyos. Tuve la suerte de disfrutar muchas veces de su agradable y enriquecedora compañía. Dimos charlas juntos por toda Andalucía. Charlamos decenas y decenas de horas en su casa o en la mía. Y puedo asegurar que no lo hubo más sabio. Tenía una memoria prodigiosa, puesto que si te hablaba de Ramón Montoya y Juan Mojama se acordaba hasta de dónde tomaron café cuando fueron a grabar juntos. Sabía mejor que nadie cómo fueron la Niña de los Peines, Tomás Pavón, Manuel Vallejo, Caracol o el Pinto, no porque se lo contaran, sino porque convivió con ellos. Y todas esas vivencias hicieron de él un cantaor puente entre aquella generación y la suya, siendo hoy una referencia insalvable.

Si como artista fue un genio, como empresario fue un verdadero modelo, según cuentan los profesionales actuales que trabajaron con él en su compañía. Dio oportunidades a mucha gente y descubrió a jóvenes que luego fueron figuras. Pocos saben que llevaba en su compañía a Camarón y a Pepe Habichuela cuando apenas eran conocidos por el gran público. Pero si a un artista hay que juzgarlo por su obra discográfica, sobre todo a un músico, aquí es donde habría que dar la batalla con motivo de su centenario, para que se sepa qué clase de cantaor y de artista fue Juan Valderrama, por si alguien aún no lo sabe. El maestro hizo méritos más que sobrados para que su legado no quede en el olvido y esté al alcance de aquellos jóvenes intérpretes que quieran beber en una fuente de total garantía en muchos palos del cante flamenco.