El abuelo y la saeta sevillana
Siempre me gustaron El Gloria, Manuel Torres, Tomás, Caracol y Pepe Valencia. ¿Alguna saetera? Pastora, Isabelita de Jerez, La Finito… Las flamencas, claro. No puedo con esa saeta larga y folclórica de algunas.
-Abuelo, hay quien cree que te has muerto.
-¿De verdad? Qué dolor. No, sigo por aquí. Decidí alejarme un poco hasta que pasara el efecto Rosalía, pero veo que no, que sigue imperando el mal gusto a la hora de escuchar flamenco. Y no es que ella haga flamenco, pero intenta dar el pego y lo consigue.
-¿Te gusta la Semana Santa?
-No mucho, pero sí la música en las calles. Y las saetas, claro.
-¿Te apetece hablar de saeteros y saeteras?
-Mucho, sí. Pues mira, siempre me gustaron El Gloria, Manuel Torres, Tomás, Caracol y Pepe Valencia.
-¿Ninguna saetera?
-No muchas, sinceramente. Pastora, Isabelita de Jerez, La Finito… Las flamencas, claro. No puedo con esa saeta larga y folclórica de algunas, y como no tengo que responder ante nadie lo digo, y punto.
-Pero reconocerás que las mujeres han cantado muy bien por saetas, ¿no?
-Claro que sí. Es un problema mío, de oído. Me gustan más los saeteros. Mira, en Triana hubo un saetero del que no habla nadie, del siglo XIX, que acababa con todos. No cantaba nada más que saetas y en contadas ocasiones. Lo conocí ya muy mayor y viviendo en Córdoba, porque se fue pronto de Triana. Era El Relojero, que era su verdadero oficio. Nació en la calle Puerto en 1908, pero de niño se fue a San Bernardo y una noche cantó con Manuel Torres en la calle Feria y dicen que lo fundió. El Relojero era gitano y de la familia de Francisco la Perla, según me dijo.
-¿No grabó nada?
-Hay dos saetas suyas que le grabó Pepe Pinto en un magnetofón antiguo, de bobina. Las tengo. Escuchando a este hombre se te quitan las ganas de escuchar a nadie más.
-¿Qué es la saeta de Sevilla?
-Un estilo de corte muy flamenco y con influencias jerezanas. Ten en cuenta que los saeteros jerezanos vinieron a Sevilla y crearon escuela: Frijones, Manuel Torres, La Serrana, El Gloria y sus hermanas, sobre todo La Pompi. Luego hay otra escuela, la lírica, y esa me gusta menos.
-¿La de la Niña de la Alfalfa?
-Ella era cantante lírica, de ópera, y tenía una técnica prodigiosa, pero a mí me emocionaba poco. Prefiero la escuela gitana. Caracol y Manuel Mairena, por ejemplo.
-¿Cuál es el sitio para cantar saetas en Sevilla que te guste más que ningún otro?
-Pues mira, la Campana es una maravilla. Escuchas allí una saeta pensando en el Café del Burrero, El Novedades…, y te mueres de gusto. Ahí se escribió la historia del mejor flamenco de todos los tiempos. Pero hay un sitio que me encanta también, que es la calle Cuna. En esa calle solía cantar Pepe Valencia, con su estilo tan personal, y era un espectáculo. La gente llevaba la calle y no vaciaba hasta que no acababa.
–Abuelo, te quiero. No te pierdas tanto.
-Vale, Manolito.