El abuelo y el mairenismo (6)
Abuelo, el tema de hoy podría ser Antonio Mairena y la Alameda de Hércules, ¿vale? Se buscó la vida en las reuniones y se impregnó del perfume, como él lo llamaba. La Alameda no tenía secretos para él.
– Abuelo, el tema de hoy podría ser Antonio Mairena y la Alameda de Hércules, ¿vale? Esa es una escuela fundamental y el maestro se buscó la vida allí junto a verdaderos genios como Tomás, el Gloria, la Moreno de Jerez, Luisa la Pompi, el Rubicano de Arahal, Eduardo el de la Malena, Gutiérrez y un largo etcétera. ¿Fue importante en la Alameda?
– Desde mediados del XIX, la Alameda era ya un centro flamenco importante. Pero cuando llegaron Paco la Luz y sus hijas, la Malena, la Macarrona y las Coquineras, los hermanos Ramírez, las Roteñas, Frijones, Diego Antúnez y los Ortega de Cádiz, Chacón y Manuel Torres, no se convirtió de verdad en la Meca del arte jondo. Mairena llegó más tarde, en los años treinta, aún sin mucho nombre. Era ya un cantaor que llamaba la atención pero que no logró hacerse un hueco en la Ópera Flamenca, quizá por su voz, poco adecuada para la época y el teatro. Destacó en Sevilla por saetas y poco a poco se fue metiendo en las fiestas. Pero con Manuel Torres, Tomás y el Gloria, como los auténticos reyes del cante gitano, lo cierto es que le costó afianzarse.
– ¿Cómo fue aquello de la pelea de Mairena y Arturo Pavón por el trono de Tomás como rey de la Alameda, una vez muerto Manuel Torres en 1933?
– El rey de la Alameda era Torres, además sin discusión alguna. Los señoritos aficionados eran capaces de darle lo que pidiera para agasajar a empresarios, artistas o políticos en la Sacristía, las Siete Puertas o la Europa. A veces también en la Venta de Eritaña o la de Antequera. Juan Lafita firmó como JATIFAL –su apellido al revés–, un artículo en el que contó cómo una noche en una fiesta en Sevilla, Torres no pudo acabar una seguiriya porque la tuberculosis lo había minado. Entonces, según el pintor sevillano, le dijo a Tomás Pavón: “Acábala tú, Tomasito, que yo ya no pueo”. Fue el relevo en el trono del cante. Torres quiso que su puesto lo ocupara Tomás, que era de su escuela. Pero cuando Tomás comenzó a enfermar y dejó de hacer fiestas, un corredor de reuniones de cante, Juan el Tanque, empezó a decir que el hermano menor de Pastora estaba ya acabado y que su puesto lo iba a ocupar Mairena. Enterado Arturo, el mayor de los hermanos Pavón, que era de armas tomar, buscó a Juan el Tanque y le abrió la cabeza de un botellazo.
– Ojú, abuelo. Arturo y Mairena parece que no se llevaron muy bien.
– Mairena le dio siempre su sitio y lo elogió como cantaor en muchas ocasiones. Pero no se camelaban mucho, sobre todo después de la guerra. Arturo tenía un carácter fuerte, como su hermana Pastora. Eran bragados. Y a pesar de que Mairena era pariente de ellos, de los Pavón, siempre hubo tensión. Cuando murió Arturo, en 1959, mejoró la relación con Pastora y hay que decir que Mairena promovió todos los homenajes a la artista gitana. Nadie hizo tanto por Pastora como Mairena, y es justo reconocerlo.
«Mairena le dio siempre su sitio a Arturo Pavón y lo elogió como cantaor. Pero no se camelaban mucho. Arturo tenía un carácter fuerte, como su hermana Pastora. Eran bragados. Y a pesar de que Mairena era pariente de ellos, siempre hubo tensión»
– ¿Es verdad que lo de la Llave los enfrentó?
– Sí, totalmente cierto. Ella tuvo noticias del chanchullo y quiso disputársela a Mairena, pero Ricardo y el mismo Mairena se encargaron de quitarle la idea de la cabeza. Antonio le dijo a Ricardo Molina que no aceptaría el regalo si no se le daba un homenaje a Pastora en Córdoba, que se le dio meses antes de lo de la Llave.
– ¿Pero por qué a Ricardo y no a Pastora, Caracol, Mairena, Valderrama o el Pinto?
– Según Fosforito, que estuvo en el ajo, porque Ricardo pensaba que no era justo que un cantaor como Mairena no tuviera nada. Ricardo y Mairena estaban trabajando en Mundo y formas del cante flamenco, el polémico y tendencioso libro, y digamos que le cogió cariño.
– Entonces, abuelo, ¿Mairena no llegó a ser nunca el Rey del Cante de la Alameda?
– No, ni mucho menos. Llegó a estar considerado en las reuniones, pero se apartó pronto para dedicarse a su carrera en otros escenarios, en los cincuenta, y no llegó a tener la importancia de Torres o Tomás.
– Sin embargo, abuelo, Mairena cuenta en sus memorias que un aficionado de Carmona, Mata, buscó a Torres para una fiesta cuando estaba enfermo y que le dijo que fuera a Mairena del Alcor a buscar a Antonio…
– Nunca me creí esa historia, Manolillo, como tantas otras cosas del señor Mairena. En 1933, Mairena era un desconocido. Puede ser que Torres lo conociera, claro está, pero antes de mandar al señor Mata a Mairena, supongo que le hubiera recomendado a Tomás Pavón o a su propio hijo Tomás Torres, ¿no? Parece lo más lógico. A no ser que Mata fuera un pesado.
– Entonces, ¿qué había de la Alameda en el cante del señor Mairena?
– Mucho, Manolillo. Ten en cuenta que convivió mucho con artistas de esa zona de Sevilla, como los Pavón, Mojama, el Niño Gloria, la Pompi, la Moreno, Mazaco, el Cuacua, Rebollo y otros muchos. Se buscó la vida en las reuniones y se impregnó del perfume, como él lo llamaba. La Alameda no tenía secretos para él.
– Abuelo, eres más mairenista de lo que yo pensaba. Sabes tela del maestro. No me parece justo que te machaquen tanto los mairenistas.
– ¿Has visto alguna vez de cerca a un mairenista, Manolillo?
– Claro, abuelo. ¿Por?
– Son marcianos. Si te fijas bien… Bueno, no quiero envenenarte.
– Mejor, abuelo. Piensa en Mercadona.
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