No conocía personalmente a don Inocencio Arias, el diplomático y escritor almeriense de Albox, y ayer pude estrecharle mi mano y confesarle mi admiración. Es un señor de una cultura impresionante, con unas vivencias que ya las quisiéramos muchos. No voy a entrar a fondo en su conferencia, que me pareció interesante. Habló del flamenco en el mundo y se lamentó de que el mundo aún no se haya volcado del todo con nuestro arte. Las instituciones, claro, y la industria del cine. Pero qué orgullo que un andaluz como él, de su sapiencia, sea aficionado al arte jondo y se comprometa con él. En agradecimiento, recibió emocionado el preciado Castillete de Oro.

Ayer había un ambientazo en La Unión que me recordó al de los mejores años del festival. Actuaba Estrella Morente en el Antiguo Mercado Público, que se llenó, porque la cantaora granadina es taquillera. Esto no se le puede negar a la hija del genio. Podríamos entrar en cómo está de la voz y en otras cuestiones, pero ya saben que no he venido a hacer de crítico. Fui el primer crítico que dijo que sería cantaora, cuando era sólo una niña y la escuché en la comunión de su hermana Soleá. Lo es, sin duda, y tiene el cariño de miles de aficionados.

«Inocencio Arias habló del flamenco en el mundo y se lamentó de que el mundo aún no se haya volcado del todo con nuestro arte. Las instituciones, claro, y la industria del cine. Pero qué orgullo que un andaluz como él, de su sapiencia, sea aficionado al arte jondo y se comprometa con él»

Hoy comienza el concurso y se nota ya en el ambiente del hotel. Llegan los verdaderos aficionados, los amantes del cante, los que nunca fallan. No vienen llamados por el famoseo de las estrellas de la cantelogía moderna, sino por lo clásico. Por tanto, comienza de verdad el Concurso Internacional del Cante de las Minas, que es lo que nos ha traído a este pueblo minero de la región murciana. El cante jondo es, sigue siendo, lo mejor de España.

Toca almuerzo del jurado en Los Churrascos, que no es mal nombre para un restaurante. Intercambio de opiniones y esas cosas tan normales. Reencuentro con los amigos de la profesión y ese miedo natural a la responsabilidad de afinar bien o no, que uno es humano, aunque a veces no lo parezca. Ayer me dijo una aficionada algo que me gustó: “De cerca parece usted menos ogro”. Qué alivio. Casi le tiro los tejos, pero iba acompañada. No era mi día.

Estoy muy a gusto aquí pero echo de menos a mis mascotas. Las abrazo cada mañana al levantarme y eso es duro cuando no lo puedo hacer. Siempre está ahí la almohada, aunque no es lo mismo, sobre todo porque las de los hoteles nunca te reciben con cariño y algunas te dejan el cuello como una caballa.

Joaquín Zapata, alcalde de La Unión, entrega el Castillete de Oro al diplomático andaluz Inocencio Arias. Foto: Fundación Las Minas