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Volando del palomar

Cádiz es punto y aparte, y Palomar es un claro ejemplo de cantaor gaditano comprometido con su escuela. Está más que justificado que quiera probar en otro terreno musical, pero no entiendo que ahora, porque no le vaya bien, diga poco más o menos que o evolucionamos o cerramos el quiosco, ya que el cante lleva dos siglos evolucionando.


David Palomar (Cádiz, 1977) es un cantaor gaditano con mucho arte. No porque sea de la Tacita, sino porque lo tiene, y punto. Y canta bien. A lo mejor no para ser un mandón en el cante, pero es buen aficionado y conoce muy bien su escuela, que es claramente gaditana, como no podía ser menos. ¿Qué es la escuela gaditana? El legado de grandes maestros del cante –El Mellizo, Paquirri, Andrés el Loro, los Ortega, los Espeleta, Curro Dulce, Aurelio, Pericón, Manolo Vargas, la Perla, Chano…– y una manera de entender la vida desde el punto de vista flamenco. Cádiz es punto y aparte, y Palomar es un claro ejemplo de cantaor gaditano comprometido con su escuela y esa manera tan personal que tienen los artistas de esa tierra de entender la vida y el arte.

A pesar de ser buen cantaor y mejor artista –pocos son capaces de mostrarse tan naturales sobre un escenario–, el maestro no goza de una consideración que le permita hacerse primera figura del cante. Vive de él, pero no como le gustaría. Por tanto, está más que justificado que quiera probar en otro terreno musical y anuncia que su nuevo álbum será la apuesta por otra manera de estar en el arte. No entiendo muy bien que ahora diga poco más o menos que o evolucionamos o cerramos el quiosco, porque no le vaya bien, ya que el cante lleva dos siglos evolucionando y lo ha hecho a través de los talentos que ha dado, desde Silverio hasta El Pele. El mismo Palomar es un buen ejemplo, porque le ha injertado una nueva frescura a los cantes gaditanos.

 

«Solo le digo una cosa, si me lo permite. El flamenco suele ser duro con los palomos que abandonan el palomar para buscar palomas en otros palomares»

 

Es legítimo que quiera ampliar el horizonte artístico y meterse en nuevas aventuras, algo que han hecho la gran mayoría de los artistas del cante. Pero que no lo haga desde la decepción o la frustración, sino desde sus legítimas inquietudes. Hablando en plata, lo veo más en lo moderno que en el cante clásico, y hace bien en probar en otros terrenos porque tiene condiciones. Es difícil vivir del cante jondo, de la pureza, de lo clásico, algo que hicieron muy pocos y, así y todo, pasaron más fatigas que un caracol en un espejo. Chacón fue el rey y cantó siempre palos tradicionales, aunque le dieron mucha leña cuando comenzó a hacer sus malagueñas nuevas. Manuel Torres, Tomás Pavón, Juan Talega o Mairena se salieron poco del carril de la ortodoxia y, salvo Mairena, que murió con dinero porque gastaba poco y le tocó la Lotería, se fueron sin un duro.

David Palomar es libre de hacer lo que le venga en gana con su carrera, como no podía ser de otra manera. Quiere vivir mejor del arte y coger nuevos caminos, y eso es muy respetable. Solo le digo una cosa, si me acepta que se lo diga. El flamenco suele ser duro con los palomos que abandonan el palomar para buscar palomas en otros palomares.

Foto: Facebook de David Palomar

 


Arahal, Sevilla, 1958. Crítico de flamenco, periodista y escritor. 40 años de investigación flamenca en El Correo de Andalucía. Autor de biografías de la Niña de los Peines, Carbonerillo, Manuel Escacena, Tomás Pavón, Fernando el de Triana, Manuel Gerena, Canario de Álora...

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